Por: Gastón Marote/ NA
Elifasi Msomi, conocido como el «asesino del hacha», mató a machetazos 15 personas en Sudáfrica, pero en su defensa alegó que un demonio llamado «Tokoloshe» se le posaba en el hombro y le daba esas órdenes.
Todos los crímenes los cometió entre 1953 y 1955 principalmente en los valles de Unkomaas y Umzimkuku en Natal.
Msomi se hacía pasar por médico y así engañaba en forma voluntaria a sus víctimas para que fueran con él para luego matarlas.
Este sujeto, de la tribu zulú, era un joven brujo fracasado que al buscar ayuda espiritual dijo que fue cooptado por un espíritu maligno llamado «Tokoloshe».
En agosto de 1953, Msomi arrancó con sus asesinatos, según él por instrucciones de los «Tokoloshe». El múltiple homicida violó y mató a una joven en presencia de su amante, cuya sangre guardaba en una botella.
La mujer que estaba con Msomi dio aviso a la Policía y fue detenido, pero escapó enseguida y le atribuyó su fuga al todopoderoso «Tokoloshe». Este sujeto volvió a matar personas y se cobró la vida de cinco niños, fue nuevamente apresado y volvió a escapar.
Un mes después fue nuevamente detenido por un hurto menor, pero los artículos robados resultaron pertenecer a sus víctimas y pronto fue señalado como el culpable del asesinato.
Msomi ayudó a la Policía a encontrar los restos de algunas de sus víctimas, incluido un cráneo perdido. Los especialistas no saben si obtuvo mayor satisfacción al volver a visitar la escena del crimen o si sintió una menor responsabilidad por la influencia de «Tokoloshe».
Durante el juicio, Msomi aseguró que era simplemente un conducto para el malvado «Tokoloshe», aunque dos psicólogos afirmaron que este hombre tenía en realidad una inteligencia muy superior a la media y, además, obtenía placer sexual al infligir dolor, por lo que ellos descartaron la hipótesis del demonio.
Msomi finalmente, fue condenado a muerte en la horca en la Prisión Central de Pretoria.
Sin embargo, al haber atribuido sus homicidios a los «Tokoloshe» y ante sus numerosas fugas, la supersticiosa población zulú quedó muy consternada.
Tras una petición, el juez permitió que una delegación de nueve jefes y ancianos zulúes asistieran al ahorcamiento para confirmar que los «Tokoloshe» en realidad no salvaron a Msomi de su muerte.
Aun así, un jefe consideró que Msomi podría regresar después de la muerte como el propio «Tokoloshe».