Todavía era muy niño cuando escuchó de boca de su padre que la muerte de Don Francisco, un vecino querido de su Córdoba natal, se debió a la “mala sangre” que le causaron sus hijos. Y hoy, tras dedicar su vida a combatir enfermedades malignas en la sangre, recuerda sus palabras como un presagio. Es que para el hematólogo Ider Cerutti, la integridad emocional de sus pacientes es un factor tan relevante en la cura como los tratamientos mismos.
En diálogo con El Ciudadano, Cerutti detalló los últimos avances en linfomas, el quinto cáncer más común en el mundo, que en la Argentina se, estima, le declara a una persona por día.
Se trata de una enfermedad cancerosa, es decir, un crecimiento anormal de células, que se desarrolla en el sistema linfático, formado por ganglios que se distribuyen por todo el cuerpo: axilas, cuello, tórax y abdomen.
También hay tejido linfático en otros órganos, como las amígdalas, el tubo digestivo, el bazo, el timo y la médula ósea. El linfoma suele denominarse también tumor sólido hematológico para diferenciarlo de la leucemia.
“Cuando uno no puede curar, trata de que el paciente viva la mayor cantidad de tiempo sin manifestación de la enfermedad”, dijo Cerutti antes de hablar del nuevo tratamiento para linfomas, cáncer que padecen alrededor de un millón de personas en el mundo.
Cerruti explicó que existen 30 tipos de linfomas, ya sea Hodgkin o no Hodgkin, este último el subtipo más común. Y que la posibilidad de curación en el primero alcanza al 90 por ciento de los pacientes, mientras que el más frecuente se logra controlar en el 60 por ciento de los casos.
Anticuerpo selectivo
Los últimos avances de la medicina han logrado en los pacientes uno de los objetivos principales: transformar esta enfermedad en crónica. Y, en gran parte, este control de la sobrevida prolongada se debe a la denominada “terapia dirigida al blanco”.
Aunque su nombre pareciera estar relacionado con los glóbulos blancos, adonde se sitúa la patología, es pura coincidencia ya que en verdad hace referencia al anticuerpo monoclonal, un medicamento que actúa con inteligencia al detectar sólo a las cédulas enfermas y eliminarlas.
La enfermedad también se trata con quimioterapia, radioterapia y en última instancia se acude al trasplante de médula ósea, cirugía que en Rosario ya superó las 500 prácticas.
“El linfoma es una enfermedad clonal de un linfocito. La inmuno marcación busca como huellas digitales dentro de las células y determina cuál es el clon que está enfermo. De esta manera permite dar una medicación que se pega en todas las células que tienen ese antígeno. Es un anticuerpo que va selectivamente a las células del linfoma y hace que se mueran. Por eso se llama terapia dirigida al blanco, aunque es una coincidencia porque da en el blanco”, explicó Ider Cerutti.
El especialista no quiso dejar de subrayar que el desarrollo de este anticuerpo tan eficaz tuvo a un argentino como pionero en el estudio: “Uno de los adelantos dignos de destacar en el último siglo se debe a (César) Milstein, que favoreció el desarrollo de los anticuerpos monoclonales específicos para los linfomas”, resaltó Cerutti en referencia al trabajo del biólogo argentino galardonado en 1984 con el premio Nobel de medicina.
Y su aporte no fue menor: según Cerutti el tratamiento del linfoma es uno de los que más ha avanzado respecto a otras enfermedades y con la aparición del anticuerpo monoclonal se lograron mejoras que oscilan entre el 20 y el 30 por ciento.