A semanas de la elección que definirá el futuro de Argentina, la escasez de combustibles echa nafta al fuego en un contexto donde cualquier error puede cambiar el curso de los acontecimientos. Con el correr de esta última semana la situación se fue normalizando en grandes centros urbanos, pero todavía resuenan acusaciones cruzadas que dificultan conocer los motivos del conflicto y que abren paso a una serie de interrogantes ¿Qué desencadenó la faltante de naftas?¿Quienes son los actores responsables en la producción y abastecimiento?¿Por qué Argentina debe importar combustibles? ¿El gobierno nacional pudo prever esta situación?
En diálogo con El Ciudadano, el integrante del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) y especialista en hidrocarburos, Marco Kofman, identificó a cada uno de los eslabones que componen la cadena productiva hasta llegar a los surtidores y reparó en los factores que pudieron ocasionar el cuello de botella para el normal abastecimiento durante los últimos días. Falta de previsión por parte del gobierno, especulaciones en un mercado concentrado e insinuaciones sobre un desabastecimiento total, contribuyeron a las postales de extensas filas en estaciones de servicios.
La radiografía de este sector se compone de un mercado con pocos productores de combustibles, incluido YPF (de mayoría accionaria estatal), que no llegan a abastecer al mercado interno ya que las refinadoras no tienen la suficiente capacidad de procesamiento. Esto obliga a importar el volumen de combustible restante para cubrir esa demanda, presionando sobre las reservas en dólares en medio de un contexto de dificultad cambiaria.
Más allá de este hecho puntual que parece haber encontrado una resolución parcial, Kofman explicó las inconsistencias que se generan a partir de que buena parte del petróleo extraído en territorio nacional es exportado a un dólar diferencial y planteó: “Estamos yendo hacia un sector energético de exportación generador de dólares, pero esa internacionalización va a generar disputas permanente por el precio que vamos a pagar en Argentina los combustibles y al energía en general. Si tenemos que pagar la energía a precio internacional, no podemos sacar provecho de nuestra fuente de energía”.
—¿Cuáles son los eslabones de la cadena productiva del combustible y quienes son los principales actores?
—El primer eslabón es la extracción de crudo, ahí las compañías fuertes son YPF, Panamerican Energy, Shell y Pampa Energía. De ahí pasa a la etapa de refinación, que es donde está el conflicto actual. Ahí son cuatro compañías las que refinan, YPF es la principal con más del 60% del mercado, seguida por Shell (Raizen), Panamerican (Axion) y Trafigura (Puma). Después viene la comercialización, donde esas empresas expenden sus naftas a través de sus propias bocas de expendio.
—¿Dónde se da la extracción y qué reglas existen para la exportación de petróleo?
—Se hace en mayor medida en Neuquén, la provincia que más creció en niveles de extracción con fuerte incremento en Vaca Muerta. Ante la posibilidad que vieron muchas empresas de exportar petróleo, volcaron la producción de Vaca Muerta al crudo, que viene creciendo a una tasa altísima. Se convirtió en el primer polo exportador argentino. A partir de esto comienzan a verse opacidades en los balances de las empresas exportadoras. Se les permitió exportar con un dólar estímulo ($460) y se convirtieron en las empresas que más facturan.
—¿Existe un cupo para exportar al exterior y para abastecer al mercado interno?
—Las empresas que extraen, primero tienen que abastecer a las refinadoras del mercado interno. Si no está abastecido el mercado interno no deberían poder exportar. Lo que sucede es que la refinación local no alcanza a cubrir la demanda total de combustible en Argentina, queda un 20% de toda la demanda sin atender, entonces se importan distintos tipos de combustibles (Premium, gasoil, etc) todos los años y eso significa un déficit importante para las cuentas argentinas. El cuello de botella está en la capacidad de refinación.
—¿Qué eslabón de esta cadena generó los inconvenientes que vimos en estos últimos días?
—Si uno se pone a analizar los datos de la secretaría de Energía, se encuentra que en agosto hubo una caída muy fuerte de la producción en las cuatro refinerías más importantes. Se verificó una caída del 10% ese mes y ahí empezaron a aparecer señales de la faltante de naftas, donde en algunas estaciones se vendía solo un tipo de combustible. Después se fue profundizando hasta el escenario actual. Lo que tendría que haber ocurrido para evitar eso es que el Banco Central habilite los dólares para la importación. Eso era parte del conflicto.
—Algunas firmas reportaron paradas técnicas, ¿pudo haber influido ese factor?
—La caída de agosto se dio en las cuatro refinadoras más importantes, o sea que no tiene que ver con esos parates técnicos. También pudo haber algún movimiento especulativo relacionado al resultado de las Paso, que tenía que ver con esperar a una devaluación para vender a un precio más alto.
—¿Se podía prever y evitar el escenario de escasez?
—Sí, me parece que YPF es la empresa con el tablero de control actualizado. No solo está en todos los eslabones de la cadena sino que también lidera el mercado. Aparecen varias hipótesis, la primera es que las empresas presionaron por un incremento en el precio de los combustibles. Cuando se produce la devaluación de agosto, el gobierno permitió un 10%, pero las empresas pedían más.
—¿El conflicto responde también a una cuestión de costos y precio de venta?
—Responde en realidad a una disputa de las empresas por obtener un mayor precio. Estamos en un contexto de precios internacionales en alza, vinculados al conflicto en Medio Oriente. Entonces aparece una disputa en que las empresas quieren acceder a parte de ese precio internacional, cuando venden en el mercado doméstico. Es uno de los grandes problemas de la economía cuando hay precios elevados en productos que comercializamos y aparece una disputa sobre cual es el precio interno de los bienes. Va a pasar cada vez más con la energía. Lo que empieza a observarse es este escenario de permanente conflicto por la disputa de los ingresos.
—¿El precio del combustible en Argentina es barato? ¿Corresponde compararlo con el precio que pagan países vecinos?
—No porque es un mercado que está pesificado: los costos salariales y cuestiones impositivas están en pesos, no habría por qué compararlo en dólares. En todo caso habría que ver la remuneración que reciben las empresas por su producción y el costo que tienen las empresas. Analizando los balances de las compañías uno puede evaluar si el precio es alto o bajo. La parte que tiene algún costo en dólares es la de extracción, pero ahí también hay algo opaco. Las empresas no exigen precios en dólares sino ganancias en dólares. De hecho acceden a un dólar diferencial por exportaciones.
—¿Existió esa demanda inusual que denunció el gobierno?
—El problema con la demanda es que no hay forma de medirla de manera certera. Lo que sí ocurre es que la misma insinuación de una situación de desabastecimiento genera un salto en la demanda de consumidores de todo tipo.
—¿Qué cuestiones del sector energético tiene que revisar el gobierno que asuma para evitar escenarios de escasez de combustibles?
—Estamos yendo hacia un sector energético de exportación generador de dólares, pero esa internacionalización va a generar disputas permanentes por el precio que vamos a pagar en Argentina los combustibles y la energía en general. Es un debate que se abre a partir de este conflicto, es algo que habitualmente lo discutimos en relación al campo con precios internos y externos. Si tenemos que pagar la energía a precio internacional, no podemos sacar provecho de nuestra fuente de energía. Es uno de los grandes debates que asoman a partir de este conflicto, independientemente de cuales fueron las causas que derivaron en la escasez de combustibles.