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Roberto Retamoso presenta su libro «Juan José Saer: la narración como ensayo»

Será este sábado 11 a las 17 en la Radio abierta tres ecologías, ubicada en Paseo de la Costanera 1500 con la participación de Andrea Ocampo y Roberto García

Por Paulo Menotti

“Para mí, Juan José Saer es un gran escritor. Hay que tener cierta inclinación por ese tipo de literatura porque no es muy entretenida sino, más bien, tiene una densidad difícil de leer. No son novelas de entretenimiento que tienen una trama muy atrapante. En Saer la trama es secundaria y lo que interesa son una serie de cuestiones que él pone en juego. Por ejemplo, en las propias novelas él problematiza lo que sería la relación entre la literatura y la realidad. Él nunca da por hecho que esa relación sea directa o transparente. Como si dijéramos, la literatura es un reflejo acabado de la realidad. Para él la literatura es una cosa que tiene una relación complicada con la realidad. Lo mismo él diría de las palabras, del lenguaje que tampoco es un código que remite fácilmente a la realidad, sino que se conecta dificultosamente con las cosas reales. Tiene esa postura filosófica Saer. Frente a esa complejidad que él expone, hay muchos lectores que se sienten atraídos mientras que para otros resulta bastante tedioso eso”, señala Roberto Retamoso sobre el escritor nacido en Serodino y que tiene relevancia mundial. Antes de la presentación de su libro, Juan José Saer: la narración como ensayo que será presentado este sábado 11 de noviembre a las 17 en la Radio abierta tres ecologías (Paseo de la Costanera 1500) con la participación de Andrea Ocampo y Roberto García, Retamoso fue entrevistado por El Ciudadano y delineó aspectos de su texto y de la obra del escritor santafesino.

¿Saer describe la realidad santafesina, por ejemplo, Nadie nada nunca?

-Esa novela, como tantas otras de Saer, tiene una estructura similar a otras de su autoría. Es como que todo va girando. En cada capítulo se vuelve sobre lo que ya se había narrado. También en El limonero real se vuelve de forma cíclica. No vuelve de la misma manera, de forma lineal sino con variaciones, con modificaciones del punto de vista, de lo que se focaliza, lo que no se focaliza. Nadie nada nunca tiene esa forma circular porque parece que no ocurre gran cosa porque lo que cuenta la novela es sobre un fin de semana, en una casa donde hay una pareja en las afueras de Santa Fe. Aparecen personajes del lugar, campesinos y parece transcurrir como en un clima de monotonía en donde no pasa nada, pero pasan cosas porque se escuchan balazos de noche y, a partir de eso, aparece otro personaje que explica que un grupo comando entró al pueblo y asesinó a un comisario que era un torturador. Entonces, la novela tiene mucho que ver con lo que está pasando en esa época, fue publicada en 1980.  

Esa es la manera que tenía Saer de contar las cosas. No de forma directa ni explícita, sino siempre de manera indirecta, haciendo alusiones y hay que estar descodificando qué significan ciertos elementos.

Yo creo que es un gran narrador y lo que pasa es que tiene una forma de contar que no les gusta a todos los lectores.

¿Qué es lo que más te gusta de Saer?, porque tiene distintas facetas desde lo cinematográfico, el ensayo y la literatura.

-Saer hizo trabajos para cine, pero no hizo muchos guiones. Ensayos si, también escribió poesías, pero publicó en vida un único libro de ese género. Evidentemente, su fuerte, la parte fundamental de su producción era la narrativa. Las novelas y los cuentos que tiene una vasta producción en vida. Cuando se murió estaba escribiendo una obra de siete capítulos y no había iniciado el último. En el séptimo puso un par de frases y se murió. Su familia decidió publicarla igual y, la verdad es que es muy interesante. Se llama La Grande y es una novela inconclusa, pero es muy interesante leerla porque te da una idea muy concreta de lo que iba a ser esa novela, más allá de que le falta la parte final.

¿Cómo estructuraste tu libro?

-Yo tomo cinco obras de Saer, un cuento (Sombras sobre vidrio esmerilado), dos relatos cortos o novelas cortas (La mayor y A medio borrar) y dos novelas (El limonero real y Nadie nada nunca). Yo tomé esos cinco textos porque me interesaba ver cómo en esas obras, Saer hace muchas pruebas, muchos experimentos con las formas narrativas, con el lenguaje, con los puntos de vista, con las voces de los narradores. Como que va probando constantemente. Y, sobre todo, esta es la hipótesis del libro, él está poniendo a prueba las formas heredadas. Las formas clásicas de los relatos. No digo que las abandona, pero es como probar los límites, hasta adónde se puede llegar. Intenta introducir transformaciones a las formas y a las voces narrativas y sería como una zona de experimentación dentro de su obra general. Por eso me interesaron esos cincos textos.

¿Cómo sería probar los límites?

-La idea sería esta. Un relato tradicional tiene un principio, un medio y un fin. Tiene un argumento y tiene personajes con una serie de acciones. Todo eso se va encadenando en una trama que es bastante lógica. Digamos, primero pasa esto, luego esto y luego esto. En novelas como El limonero real o en Nadie, nada, nunca no hay un desarrollo lineal porque siempre hay un círculo que siempre va girando sobre lo mismo. Y en cada giro va cambiando el punto de vista, la palabra del narrador, la mirada sobre las cosas, etc. Entonces, es como si, por lo menos yo lo interpreto así, estuviera poniendo a prueba los límites del relato tradicional. Es como si dijéramos cómo se puede ir resquebrajando. Y sin salirse por completo de esos esquemas tradicionales, probar lo que sería líneas de fuga por fuera de eso. Esto no sería característico de toda su obra sino en su zona más experimental.

¿Qué tienen de santafesino sus relatos?

Todo. De santafesino tiene los ambientes que pueden ser la ciudad de Santa Fe, o las afueras de la misma. Los personajes, el paisaje son muy representativos de Santa Fe pero no es un escritor costumbrista, es decir quien pretende utilizar un “color local”. Esto sería ciertas formas de hablar, ciertas descripciones características del lugar. Saer nunca utiliza ese “color local” sino que él tiene una forma de narrar más neutral. Ni siquiera las palabras son la forma de hablar propia de Colastiné, como lo harían sus habitantes. Él usa un castellano más neutral. Tampoco es un castellano de España. Es una lengua neutral, pero si todas sus historias están fuertemente ancladas en Santa Fe, en la zona del río, por ejemplo. Por eso también, hay otro concepto en literatura que se denomina Literatura regional o regionalismo. Saer no se consideraba un escritor regionalista, esto es, alguien que utiliza “el color local”. Sin embargo, él decía que su literatura representaba a toda una zona. Entonces, en lugar de regionalismo, él habla de zona que sería un espacio cultural, lingüístico, y no meramente una región geográfica o física. El concepto de zona en Saer tiene que ver con la cultura, con lo simbólico, con las palabras y no con lo que serían los aspectos físicos y geográficos de una región.

—¿Se lo puede pensar como escritor universal también?

-Él se fue de muy joven a Francia desde Santa Fe así que ni siquiera estuvo en Buenos Aires. Y tardó en entrar al sistema de la literatura argentina porque prácticamente nadie lo conocía. Con los años un grupo de críticos empezó a reparar en su obra, Beatriz Sarlo, en Rosario Nicolás Rosa, María Teresa Gramuglio fueron críticos que escribieron mucho sobre la obra de Saer ya en la década de 1980. Eso contribuyó a que lograra un reconocimiento que era bastante circunscripto a la universidad. Después empezó a ser reconocido por fuera del ambiente universitario y con los años se transformó en un escritor reconocido y canónico. Hoy en día forma parte del canon de la literatura argentina, eso es evidente.

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