Los sentidos del gusto y el olfato son importantes para la supervivencia de la mayoría de los animales. En los seres humanos desempeñan un papel clave en la nutrición, ya que, nos ayudan a detectar si los alimentos están en mal estado y prevenir intoxicaciones alimentarias. También es clave para identificar sustancias tóxicas en el ambiente o, por ejemplo, si se está produciendo un incendio.
“En los seres humanos el sistema olfatorio consta de dos canales de información sensorial que proceden del epitelio olfativo que se encuentran en el techo de las fosas nasales (izquierda y derecha)”, explica la doctora Ana Cofre (M.N.117.124), Miembro Adherente del Capítulo de Olfato de la Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología y Presidente del Comité Olfato de AAIBA – Asociación de Alergia e Inmunología de Buenos Aires.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, Filadelfia, y el Instituto Neurológico Barrow de Phoenix, ambos en Estados Unidos, descubrió que cada una de las fosas nasales tiene su propio sentido del olfato.
Los autores del estudio examinaron los procesos neuronales subyacentes al procesamiento de olores en el sistema olfativo humano y cómo el cerebro maneja la información sobre los olores proveniente de diferentes fosas nasales.
“Al realizar las olfatometría muchas veces valoro las fosas nasales por separado y los pacientes presentan alteraciones en la cuantificación y cualidades del olfato”, describe la experta. Por ejemplo, los pacientes me dicen: “Lo siento normal o lo siento mas disminuido. Le siento olor mas a café y de este lado le siento mas olor a quemado”, describe.
Los hallazgos se publicaron en un artículo en Current Biology, en el que explican que cada fosa nasal tiene su propio sentido del olfato, registrando una representación distinta de la información del olor que contiene.
Los investigadores observaron que la identidad del olor estaba codificada en dos épocas distintas y temporalmente segregadas en la prueba en la que intervinieron las dos fosas nasales, lo que sugiere que se produce una interpretación del olor separada a través de cada fosa nasal.
Estimular cualquiera de las fosas nasales con el mismo olor provocó representaciones similares, pero distinguibles durante sus codificaciones. Esto sugiere que, si bien cada fosa nasal puede identificar un olor distinto como el mismo, existen diferencias sutiles en la forma en que perciben el olor.
Las representaciones de olores se lograron más rápido en la prueba de dos fosas nasales, lo que sugiere una posible ventaja computacional en el procesamiento de olores en estéreo.“Entender estos procesos es esencial para obtener una comprensión más profunda de cómo los humanos percibimos e identificamos los olores y puede tener implicaciones más amplias para la neurociencia sensorial y la ciencia cognitiva”, concluye la doctora Cofre.