Lo bautizaron Sabalito en honor al pez base de la cadena trófica del Paraná, una embarcación que con dos barreras flotantes de contención, a la manera de brazos, estaba pensado para cercar la basura superficial en la desembocadura del arroyo Ludueña frente al parque Alem y levantarla con una cinta transportadora hasta una tolva, y de ese modo retirarla de las aguas de un curso contaminado por particulares, industrias y shoopings a lo largo de su trayectoria. Pero eso fue a mediados de 2019, apenas la pomposa presentación, una única puesta en marcha para la foto y después, el abandono. Librado al vandalismo, terminó por hundirse, y es metáfora de la ausencia de una política pública municipal sobre el arroyo, en parte entubado, que fue una vez límite norte de la zona urbana.
¿Es realmente lo único que puede hacer la Municipalidad por el arroyo?, pregunta la Intersectorial por el Arroyo Ludueña en un comunicado que suscriben el Taller Ecologista, la Multisectorial Humedales, Vecinos y vecinas autoconvocados de Fisherton y la Asociación Bocacha Orellano. Son, se presentan, «organizaciones socio ambientales y vecinos de distintos puntos de la ciudad preocupados y sensibilizados por la contaminación y maltrato que recibe nuestro querido arroyo».
La intersectorial recalca que el Ludueña es un curso de agua dulce con humedales asociados en creciente proceso de deterioro. Tras denunciar el estado de abandono por parte de las autoridades, el colectivo señala: «Nos hemos puesto y nos volvemos a poner a disposición para trabajar articuladamente con la Municipalidad y la Provincia en desarrollar un diagnóstico en profundidad sobre lo que sucede en la cuenca para buscar soluciones conjuntas y participativas a dichos problemas». Y enfatiza, en alusión a la puesta en escena del Sabalito, hoy hierro enclavado en el barro: «Soluciones de fondo, no parches para la foto».
En el texto, se describe el complejo proceso de contaminación por varias fuentes, que exceden las muestras más visibles, del arroyo cuya cuenca comprende además de Rosario a las localidades de San Lorenzo, Fray Luis Beltrán, Capitán Bermúdez, Ricardone, Luis Palacios, Roldán, Pujato, Coronel Arnold, Ibarlucea, Granadero Baigorria, Funes, Zavalla, Pérez y Soldini.
¿Son sólo botellas y residuos plásticos flotando al final de su recorrido o hay más?, vuelve a preguntar la Intersectorial para reclamar «un diagnóstico integral y de fondo sobre lo que sucede en la cuenca».
El negocio inmobiliario, contra toda regla y previsión
En ese sentido, el comunicado refiere el incremento de urbanizaciones y emprendimientos inmobiliarios que traen aparejada «una mayor impermeabilización del suelo de la cuenca, circunstancia que aumenta el riesgo de inundación en un contexto de crecida del arroyo». Continúa señalando que «este avance urbano especulador e insaciable ha llegado al punto tal de hoy tener construcciones y proyectos en el embalse de la presa de retención del arroyo en Funes, una zona que artificialmente fue pensada para retener agua e ¡inundarse!».
En ese punto, El Ciudadano expuso en noviembre de 2022 el alerta expresado, con fundamentos técnicos y conocimiento en la materia, por especialistas de la UNR:
Ingenieros de la UNR advierten que un desarrollo inmobiliario puede convertirse en la Atlántida
La Intersectorial agrega a la lista de impactos ambientales la «presencia de obras hidráulicas desordenadas y sin planificación» como canalizaciones, drenajes de lagunas y construcción de terraplenes «que amenazan la vida del humedal pampeano y aumentan el riesgo de inundaciones». Y hay más: la contaminación por el uso industrial, domiciliario y agrícola «sin control ni fiscalización del
Estado Municipal ni Provincial».
Por si fuera poco, la cuenca se ve afectada por la formación de microbasurales a cielo abierto en los márgenes del arroyo, y ello como derivación de «la falta de recolección y gestión de residuos en los barrios próximos al arroyo en Empalme Graneros y Fisherton».
El negocio privado de las grandes guarderías náuticas
El texto de la Intersectorial señala como otra afectación la «construcción de terraplenes y obras de intervención en la desembocadura por ciertas guarderías náuticas que han repercutido en el achicamiento de la desembocadura y en la formación de un «tapón hidráulico», esto es, amontonamiento de residuos que bajan por el arroyo y acumulacion de camalotales y residuos que se meten del río Paraná hacia el arroyo y luego no pueden volver a salir».
Se trata de un negocio de pocos que afecta a los trabajadores del río, además de modificar para mal el patrón de escurrimiento: «Esto impide la navegabilidad y amarre de las embarcaciones de los pescadores en la desembocadura, perjudicando su trabajo y conexión con la ciudad».
El Paseo de Pescadores, un ambicioso proyecto en el arroyo Ludueña que espera visto bueno municipal
En ese sentido, este medio publicó un proyecto que permitía salvar ese desorden de intervención mediante un proyecto integral que elaboró la Asociación Bocacha Orellano, integrante de la Intersectorial. Propuestas hubo, pero fueron ninguneadas por el Ejecutivo local y el Concejo a pesar de que una de las concesiones para guardería náutica otorgadas por la Municipalidad incumplió varias condiciones del pliego sin sanción ni intimación para que materialice el compromiso de una zona de libre acceso como contraprestación al uso de la ribera para un suculento negocio:
Exigen frenar obras en explotación comercial sobre el arroyo Ludueña por grave riesgo ambiental
De la inacción a la urgencia de soluciones de fondo
El documento del colectivo de organizaciones y vecinos propone, tanto a las autoridades municipales como provinciales –la cuenca es interjurisdiccional–, el diseño de soluciones de fondo que contemplen todos los focos de contaminación y degradación socio-ambiental, «más allá de los paliativos de limpieza». Es que, diganostican, el estado de riesgo del arroyo es fruto de «la inacción
estatal en todos los niveles de gobierno y de su reiterado desinterés por trabajar interjurisdiccionalmente». No es nuevo, es ignorado: la inexcusable conformación del Comité de Cuenca para el arroyo Ludueña «con una gestión participativa y respetando el derecho a la información pública que fomenta la ley provincial de aguas en decisiones regulatorias de alcance general y de gestión».
Allí, continúa la Intersectorial, es imprescindible que se involucren la empresa estatal prestadora del servicio de agua y cloacas, Assa, y el ente regulador Enress, además de las áreas pertinentes de la provincia para el monitoreo y posterior saneamiento de las aguas. A la Municipalidad de Rosario, le reclama «cumplir con el monitoreo de calidad de agua del arroyo en el tramo que le compete (haciendo pública y de fácil acceso esta información)». Apenas, ante casos de resonancia mediática, como la aparición visible de grandes acumulaciones de materia fecal, hubo un atisbo de encarar esa obligación, pero apenas para salir del paso y sin continuidad ni detalle de las mediciones, que en algunos casos realizó el Observatorio Ambiental de la UNR.
También al Ejecutivo local se le exige «comprometerse con los vecinos para brindar el correcto servicio de recolección y separación de residuos» que minimice la creación de basurales clandestinos a la vera del arroyo.
Por último, y atento a los estudios ya realizados, además de la información aportada por organizaciones sociales, la Intersectorial reclama «la conformación de un espacio donde se puedan
congregar todos los saberes y aportes, de vecinos/nas y organizaciones socioambientales y de la sociedad civil en general, así como también de la Universidad Nacional de Rosario para poder superar el conjunto de acciones aisladas y la normativa parcial, permitir planificar mejor el territorio, y el saneamiento y restauración del arroyo Ludueña».
Ni parches, ni Sabalitos, insisten los firmantes del documento: «soluciones de fondo y más participación ciudadana en la toma de decisiones».