Nicolás Rzonscinsky (*)
Hace algo más de una década, en la unidad penal de Sierra Chica ubicado en Tornquist, provincia de Buenos Aires, comenzó el proyecto Boxeo Sin Cadenas, una experiencia que aun está en auge y que se plantea como modelo para pensar las modalidades de intervención con personas privadas de la libertad.
La idea surge del profesor de Educación Física, Fernando Pereyra, cuando comenzó a darle clases a algunos pocos internos interesados en el boxeo y, ante el interés creciente por parte de la población del penal y de las clases, buscó darle forma al proyecto que a la fecha también se aplica en los penales de La Plata, Lomas de Zamora, González Catán y Devoto.
Pero además, el programa llega a lugares tan lejanos como Rio Gallegos y Salta. Fue de la mano de Marcos Arienti, maestro de boxeo en Lomas de Zamora y presidente del mítico Almagro Boxing Club con quien trabajó para volverlo un hecho.
Arienti hoy cumple funciones como presidente de la Casa del Boxeador y es secretario Internacional del Consejo Mundial de Boxeo, la organización más importante del deporte de los puños, pero sigue formando parte del programa.
En diálogo con El Editor lo describe como “una iniciativa deportivo/social que funciona dentro del servicio penitenciario bonaerense y del federal. Con respaldo del Consejo Mundial de Boxeo, y que coordina, también, con organismos como la Federación Argentina de Box”.
El programa funciona de manera coordinada, aunque en cada centro de detención se adapta a las necesidades y a la realidad concreta.
En ese marco, Arenti explica que “la cantidad de internos que participa de las actividades es variable, depende no solo de las unidades sino de los momentos. Este tipo de programas deportivos es presentado como beneficio para los que tienen un buen comportamiento. Como eso es muy variable y no siempre es un elenco estable, son distintas cantidades de personas. Puede ser desde una clase para 50 personas en Lomas hasta una clase para 15 en Devoto”.
Quienes han visto el programa en funcionamiento aseguran que es de gran utilidad en el tratamiento de los internos y que, lejos de propiciar la violencia, la canaliza de manera sana, y el entrenador lo confirma: “Dentro del seguimiento que hacemos con todos los casos de chicos o chicas que hemos tenido, el índice de reincidencia es prácticamente nulo”.
“Yo entiendo que esto se debe a que el boxeo no solo es un deporte que apasiona y que convoca a varios, sino que también es un mecanismo de descarga”, detalla.
Y agrega: “Hay jornadas donde terminamos con guanteos, y muchas veces eso era tomado como algo potencialmente muy conflictivo dentro de la convivencia entre pabellones y entre internos, y no hemos tenido nunca un problema entre internos, al contrario, terminamos en charla de camaradería entre distintos pabellones, con muy buena onda. Todos los que han pasado por un penal saben que la convivencia sana entre distintos pabellones no es lo normal sino más bien la excepción”.
Más allá de los guantes
Boxeo sin Cadenas, a través de un convenio con la Federaciòn Argentina de Box, entrega títulos habilitantes para ser Técnico de Boxeo.
“En varios de los casos, a través de los años, logramos llevar los cursos de técnicos a los penales. Esto es un hecho clave porque muestra la importancia de que la Federación esté en el programa porque ellos le pueden dar un curso de buena calidad con un examen final y de esta manera tener egresados que salen con el carnet de técnico. Y eso es una herramienta de trabajo”, cuenta Arenti.
“Una persona que sale en libertad después de estar en prisión por cualquier tipo de delito, el trabajo es una barrera a veces infranqueable. Conseguir trabajo con un prontuario es algo que pasa muy escasas veces. Entonces poder tener su propio carnet de técnico y poder dar clases en los gimnasios es también algo importante para su vida en libertad”, remarca.
Así, lo que comenzó como una idea, o respuesta al interés de un par de internos en un penal bonaerense hoy toma la forma de una red de contención, apoyo e impulso en el que quienes participan pueden no solo buscar un futuro sino volcar su experiencia para que otras u otros no cometan los mismos errores.
“Con el conocimiento que ellos tienen, más la experiencia que han vivido en la cárcel, pueden trabajar sobre todo con niños, niñas y adolescentes para que no caigan en lo mismo que han caído ellos. Ese es un fin social que surge paralelamente y que le da la posibilidad a los chicos y a las chicas de tener su salida laboral en algo que les gusta”, cuenta el impulsor del proyecto.
El entrenador relata además que “hace 10 años con Fernando Pereyra, en Sierra Chica, imaginamos que esto podría tener un largo camino. Por eso siempre nuestro objetivo fue delegar, diversificar y sobre todo sumar a toda persona que quiera colaborar. Que todos sepan que acá hay un programa sano que tiene una linda propuesta a través de un deporte como es el boxeo y que puedan sumarse”.
El programa es conducido en la actualidad por un grupo de profesores y profesoras que tiene a Martín Danese como director, a Antonella Shiantarelli como coordinadora General, y a Soledad Manrique y Federico Lubo como coordinadores.
Está claro que este tipo de experiencias resulta imposible de pensar sin determinado nivel de colaboración por parte de las instituciones y las personas que las integran, en ese sentido, Boxeo sin Cadenas también parece ser un ejemplo de coordinación entre autoridades penitenciarias, agentes e interno de los centros de detención.
Ante esa realidad, el entrenador explica: “Siempre hemos tenido una armonía entre chicos y chicas de distintos pabellones. Esto también tiene que ver mucho con el funcionamiento del Servicio Penitenciario Bonaerense, cuyos agentes también le ponen buena onda a la actividad pese a no cobrar ninguna clase de adicional por ella. También el éxito del programa se debe en gran medida a que jefes de unidades, directores de complejos y los agentes, trabajamos en tándem para que esto salga bien”.
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