Alejandro Duchini
En Tilcara, Jujuy, hay dos hechos que los lugareños recuerdan porque fueron noticia a nivel nacional: el entrenamiento de la Selección de Carlos Bilardo en enero de 1986 previo al viaje al Mundial de México y el recital de Divididos en 2010, que se transformó en disco y documental (Tilcara, un poco más debajo del cielo). “(Ricardo) Mollo –me dice Luz, la propietaria de la posada en la que me hospedo– se quedó enamorado del lugar y suele venir a ver a sus amigos. Es muy querido acá”.
Aquella visita de la Selección generó una leyenda de tintes religiosos. Es que en el 86 Bilardo eligió a esta ciudad a 2.465 metros sobre el nivel del mar para entrenar a jugadores del ámbito local. Junto a Bilardo y su cuerpo técnico viajaron, entre otros, Ricardo Bochini, Ricardo Giusti, Néstor Clausen, Sergio Batista, Claudio Borghi, Oscar Ruggeri, Héctor Enrique, Oscar Garré, José Brown y Marcelo Trobbiani. Todos relevantes y figuras de primer nivel en sus equipos. No estaba Diego Maradona ni quienes jugaban en el fútbol europeo. La idea de Bilardo era que los jugadores se adapten a la altura mexicana. El hotel en el que se hospedaron, que hoy no funciona como tal pero se mantiene en pie, estaba en la entrada a Tilcara. A sus alrededores se juntaban vecinos que querían ver a los jugadores. Los entrenamientos se hicieron en una cancha llena de piedras ubicada a unos metros. Futbolistas locales y vecinos ayudaron en los entrenamientos. Esto pasó hace casi cuarenta años. Ahora viene lo religioso.
El mito, y en Tilcara aún lo afirman, es que aquella delegación prometió a la Vírgen del Corral -una de cuyas imágenes está en el centro de la ciudad- regresar si eran campeones. Otros sostienen algo más: que los jugadores subieron a venerar otra imagen de la vírgen -en los cerros, en Tumbaya-. El tema es que no volvieron y desde ahí la creencia de que hubo una maldición que impidió al Seleccionado volver a ganar un Mundial.
Recién en 2017 visitaron Tilcara José Luis Brown, Nery Pumpido, Julio Olarticoechea, Sergio Batista, Ricardo Giusti, Héctor Enrique, Oscar Garré y Carlos Tapia en el marco de una publicidad. Se ve que no sirvió de mucho porque en Rusia 2018 la Selección jugó un Mundial para el olvido.
“Tendrían que haber vuelto antes”, lamenta Omar, el conductor de una 4 x 4 que me lleva a conocer el maravilloso Hornocal, en Humahuaca (si van, no se lo pierdan). “Hay muchos que todavía están enojados con ellos”, agrega. Y Juan, un pibe de 14 años, hincha de River, me dirá lo mismo unos días después: “No se animaron a subir ja ja. Muy pesada la subida”.
Con los años, los jugadores desmintieron haber prometido ese regreso, pero el tema quedó instalado y hasta sirvió para libros. Uno de ellos es Misión Tilcara, de Juan Pablo de Luca. Desde la ficción, de Luca cuenta una historia que parte del mito: Argentina no sale campeón y hay que cumplir aquella promesa. Juan Barbicano, el personaje de otras de sus otras novelas (El fantasma del Bernabéu, El último enganche, Los vengadores del ‘86 y el reciente Leones y manteros), es quien toma la posta. De Luca ya se ganó un lugar entre los novelistas que se le animan al fútbol, aunque en su caso hay un agregado del policial. Se los recomiendo.
Desde lo periodístico, Juan Ignacio Provéndola escribió Operativo Tilcara – Diez días que valieron un Mundial. Para hacerlo viajó a esa ciudad, consultó diarios de la época y habló con algunos de los jugadores de aquel plantel. También con Bilardo. Laburazo editado por la gente de Sudestada, una de las mejores editoriales argentinas.
El fútbol cala hondo en Tilcara y sus alrededores. Por sus calles los vecinos llevan camisetas de fútbol de equipos nacionales y locales. Por sus rutas, tanto hacia el norte como hacia el sur, a los costados se ven precarias canchas de fútbol, pero canchas al fin: piso de tierra, arcos sin redes, ninguna marca de área, mediocampo ni nada. Son canchas al estilo potrero. Con el paisaje de montañas ahí no más. Iguales a las que utilizaron los jugadores cuando -como cuenta Provéndola- se preparaban para el Mundial.
El Diego está en todos lados. En la vecina Maimará y hasta en llaveros o muñecos que venden en las calles y plazas de Humahuaca, Purmamarca y la misma Tilcara. Incluso pintado en paredes. Y en un edificio céntrico, sobre una puerta negra, su contorno blanco junto a su icónica firma no dejan dudas de la pasión. También hay alusiones a Lionel Messi. El título obtenido en Qatar, me dicen, fue como un punto final a la maldición. Aunque otros no creen en aquello; son quienes refieren que “ni la virgen ni Dios ni nadie echaría una maldición por algo así”.
De todos modos, me recuerdan que los festejos en las calles de Tilcara se sumaron a los de millones que celebraron en todo el país el 18 de diciembre de 2022. Hasta el cura local participó de la fiesta.
Sabemos que aquel título fue una explosión social y nacional. Igual que en 1986, cuando los jujeños se sintieron al menos parte de aquel título. “Para qué sirve este viaje a Tilcara”, cuestionó en 1986 la recordada revista El Gráfico. La respuesta no tardó en llegar.