La cineasta argentina, de reconocimiento internacional, habló durante cinco minutos a través de una videoconferencia, y propuso que se posponga ese debate en función de que el Gobierno “pueda comprender qué es lo que necesitamos para impulsar la industria de cine y desarrollarla”, en lugar de “estas improvisadas normas que nos ofrecen en la ley ómnibus”.
“Es indudable que nadie de nuestro sector quiere que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) siga igual: necesitamos que sea mejor, que se digitalice, que los trámites duren menos, que haya transparencia y autoridad, en eso vamos a coincidir todos los sectores del cine”, reconoció la artista salteña, destacada por largometrajes como La Ciénaga (2001) y Zama (2017), entre otros.
En el mismo sentido, Martel agregó: “Lo que el cine significa en términos históricos y para la comunidad es algo de lo que he preferido no hablar en esta pequeña exposición porque creo que la emergencia previsional, la desesperación alimentaria y la emergencia educativa hacen que pueda sonar nada urgente lo que tengo para decir sobre eso”.
“Respecto de los cambios que propone la ley, me da la impresión de que no se han puesto en contacto con el sector o que han sido escritas por personas con muchos prejuicios sobre nuestra industria. No sé si por falta de tiempo o por ignorancia, pero me parece que todavía estamos a tiempo de remediar esto por lo menos”, consideró.
La también guionista y productora evaluó que, en caso de continuar con lo propuesto en el proyecto, “indudablemente se va a impedir lo que con mucho esfuerzo ha estado logrando la gente de cine: participar en uno de los mercados más competitivos y que crece exponencialmente” a partir de que “en Argentina hay 15 mil estudiantes de cine, que ya están a punto de ingresar al mercado en una cantidad enorme en un sector con financiamiento e impulso privado, internacional y nacional”.
“Nuestra industria del cine es básicamente de pequeñas y medianas empresas. Entre el 70 y el 90 por ciento del presupuesto de una película argentina se financia exportando derechos, es decir, compitiendo en fondos internacionales con películas de todo el mundo. Los países con los que trabajamos con mayor frecuencia, lo que se puede ver en los títulos, son Brasil, España, Colombia, Estados Unidos, Francia, Canadá, Inglaterra y últimamente también China, Qatar y Corea del Sur, además de inversores privadas”, precisó.
La exposición de la cineasta se sumó a otras como las de los exitosos productores Axel Kuschevatzky y Vanessa Ragone, y el director Santiago Mitre (Argentina, 1985) o el rosarino Gustavo POstiglione, que precedieron a Martel ayer y el lunes último.
“Nuestra industria de pequeñas y medianas empresas genera un gran ingreso de divisas al país. Lo que permitió el desarrollo de nuestra industria fue una Ley de Cine, que nos costó muchísimo tener y que rige el funcionamiento de un organismo fundamental para nuestra actividad: el Incaa. En mi carrera conocí el Incaa de todos los gobiernos, desde la presidencia de Menem, y puedo hacer listas de críticas y hechos indignantes a esas gestiones del Instituto, pero jamás podrían haber salido nuestras empresas a buscar fondos internacionales sin la existencia del Incaa, que organiza gestiones bilaterales que permiten ordenar nuestra actividad”, destacó.
Por último, Martel señaló que “entre las cosas que dependen del Incaa están las escuelas de cine y en el Norte la única posibilidad que tenemos para estudiar cine es la Enerc, que está en Jujuy y hay otra en el Este”.
“Si esas escuelas se desfinancian, se corta una gran cantidad de técnicos que salen de esas escuelas y se suman a la industria local, nacional e internacional. Para el desarrollo regional es muy importante sostener esas escuelas de cine”, concluyó la realizadora.
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