Por: Gastón Marote/ NA
Miles de películas se hicieron con la leyenda del hombre lobo y siempre se creyó que era parte de la ficción, pero la historia dice que hubo un caso similar a los filmes de Hollywood en Francia.
Se trató de Gilles Garnier, conocido como «el ermitaño de Saint-Bonnot y «el hombre loco de Dole», quien fue un asesino serial y caníbal que fue condenado por licantropía (es la mitológica habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo o licántropo).
Si bien se desconoce la fecha de su nacimiento, se sabía que Garnier era un ermitaño que vivía en las afueras de la ciudad de Dole, en la provincia francesa de Franche-Comté.
Al casarse, su esposa se fue a vivir con él a su casa, situada en una zona aislada, pero los problemas para el ermitaño se multiplicaron.
Es que este sujeto estaba acostumbrado a buscar alimento mediante la caza pero para él solo y ahora tenía que hacerlo para su pareja también, lo que generó discusiones con ella.
Durante este período varios niños desaparecieron o fueron hallados muertos, tras lo cual las autoridades provinciales emitieron un decreto para alentar y permitir a los habitantes cazar y matar al asesino, el cual creían que era un hombre lobo.
Una tarde, trabajadores de una ciudad vecina divisaron por medio de una luz baja a quien podría ser el hombre lobo, pero era Garnier, quien estaba junto al cadáver de un niño y fue detenido.
En el juicio, este sujeto confesó que una noche, mientras cazaba en el bosque con el objetivo de obtener comida para su esposa y para él, se le apareció un espectro y le ofreció alivio a todos sus problemas.
De inmediato, le entregó un ungüento que le permitiría cambiar su forma humana por la de un lobo, facilitándole así las labores de caza.
Garnier confesó haber acechado y asesinado al menos a cuatro niños de entre 9 y 12 años, al tiempo que su primera víctima fue en octubre de 1572, cuando mató a una niña de 10 años.
El múltiple homicida la arrastró hasta unos viñedos a las afueras de Dole, la estranguló, desnudó el cadáver y comió la carne de los muslos y los brazos, tras lo cual extrajo algo más de carne con la intención de llevarla a casa para su esposa.
Semanas después, atacó a otra niña, a la que mordió y arañó, pero huyó tras ser interrumpido por un transeúnte, mientras que la víctima falleció días después como consecuencia de las heridas que sufrió.
Ya en noviembre de ese año, Garnier mató a un nene de 10 años, en otro acto de canibalismo al comer la carne de sus muslos y su vientre, arrancando a continuación una pierna al cadáver con el fin de guardarla como provisión.
Posteriormente, estranguló a otro chico que murió, más allá que este sujeto escapó tras ser interrumpido por transeúntes.
Ese mismo año atacó brutalmente a un joven con quien se cruzó, cortándolo por la mitad al morderlo y desgarrarle el vientre, mientras que en 1573 estranguló a una niña, a la que le comió la carne y le arrancó la pierna izquierda del cadáver para llevársela a su esposa.
Garnier fue hallado culpable de «crímenes de licantropía y brujería», por lo que fue condenado a muerte y quemado en la hoguera el 18 de enero de 1574. El juicio fue oficiado por autoridades seculares en vez de por la Inquisición.
En total, más de 50 testigos declararon que Garnier había atacado, matado y cometido actos de canibalismo con niños en campos y viñedos e incluso afirmaron que en algunas ocasiones había sido visto con forma humana y en otras con forma de «hombre lobo».