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Canciones inspiradoras que siempre se quisieron cantar

"A Song is a Song", grabado en 2012, sigue siendo un registro notable del cantante y guitarrista Richard Coleman. Se trata de versiones en inglés de temas de grandes músicos y bandas y atestigua la efectividad de Coleman para hacerlas crecer en identidad desde su propia interpretación

Richard Coleman fue siempre un músico para tener en cuenta entre las lides del rock nacional. Ya desde sus comienzos con SIAM junto a Daniel Melero, Ricky Ricky Sáenz Paz, Javier Miranda y Ulises Butrón, el sonido que buscaba expresar portaba una singularidad; poco después armaría Metrópóli, quedándose con Butrón e incorporando a Isabel de Sebastián y Celsa Mel Gowland, una formación que duró unos meses pero que bastó para tener expectativas.

La llamada de Gustavo Cerati para que ocupe el rol de segundo guitarrista en Soda Stereo provocó la disolución de Metrópoli y Coleman estaría un par de años entregado a ese proyecto hasta que junto a Christian Basso y Fernando Samalea construye Fricción, banda con la que en 1986 grabaría un disco titulado Consumación o consumo. Fricción duró alrededor de cuatro años y ya empezada la década del 90 forma Los 7 delfines, con la que logró situarse como una de las bandas con una identidad muy marcada que en poco tiempo la llevó a ser considerada entre las de culto, posición que iría creciendo con el tiempo. “Con este grupo encontré un sonido que venía persiguiendo, antes hubo intentos pero con los Delfines la cosa cambió, ahí estaba lo que quería hacer”, dijo Coleman cuando ya la banda conquistaba escenarios.

Fue casi una década y varios discos después que el compositor y guitarrista emigró a Estados Unidos, para volver  en 2001 y grabar Aventura con Los 7…, entusiasmándose y haciendo viajes intermitentes hasta volver a radicarse en el país nuevamente en 2004. De vuelta al ruedo, Cerati lo convoca para grabar Ahí vamos y participa también de la gira presentación del disco. Dos años después se edita Carnaval de fantasmas, un nuevo registro con Los 7…, que sería el último con la banda con la que sintió que podía desplegar todo su imaginario compositivo y sonoro. Cerati no iba a perderse así nomás un guitarrista de fuste como Coleman y vuelve a llamarlo para la grabación de Fuerza natural. Era 2011 y en ese mismo año Coleman saca su primer álbum solista, el original Siveria country club, donde parece consumar años de experiencia y una búsqueda permanente de un sonido cada vez más propio.

Esta introducción sirve para mostrar un poco donde se encontraba Coleman –musicalmente hablando– en el momento de la aparición de A Song is a Song (2012), un disco de versiones de varias de sus bandas y compositores favoritos a los que dijo haber escuchado a lo largo de su vida y de los cuales, también dijo, aprendió mucho de lo que él mismo era como músico. Todo comenzó con un show donde hizo esas versiones acústicas al que llamó “Coleman en inglés”; se trataba de una selección de temas de distintas épocas incluso sin orden cronológico pero portadoras de una rítmica que lo seducía y, por otra parte, le resultó tentador probarse como intérprete, “…para ver cómo sonaba, era algo que nunca había hecho y eran todas canciones inspiradoras que siempre me gustaba cantar”, señaló ante la aparición del disco.

Todo indica que no fue demasiado pensado y así surgió un disco  –Coleman admitió un empujoncito del sello Ultrapop para grabar– con versiones de canciones de Brian Eno, Elvis Presley, PJ Harvey, Black Sabbath, Nick Drake, Jethro Tull, Johnny Cash y Allman Brothers, entre otros. Las versiones son realmente impecables; quizás, según quién escuche, habrá preferidas, pero nadie podrá decir que alguna empaña la original, por el contrario, buena parte de las canciones crecen en la interpretación de Coleman. Mientras tocaba los temas en los shows, el guitarrista los iba grabando en su estudio y una vez que desde el sello le dijeron que eso podía ser un disco, se armó un sistema de preventa (más tarde conocido como crowfunding, pero algo pionero en aquella época) para un registro profesional estándar. “Fuimos redondeando la estrategia. En un punto, para mí, este es un disco experimental, desde que es despojado, no compuse nada y es en inglés. Es un experimento. Una prueba y un gusto”, contó Coleman en aquel momento.

El disco abre con el tema homónimo a su título perteneciente al cantautor y tecladista norteamericano que abrevó en el country, el folk, el rock y el blues con piezas destacadas y fue un icono en varios de esos géneros, Leon Russell, quien tocó en el famoso festival de Bangladesh junto a Bob Dylan, George Harrison y Eric Clapton. La canción “A Song is a Song” la hizo en 1970 y fue versionada por Ray Charles, Donny Hathaway, Simply Red, y hasta por –una curiosidad– Telly Savalas, el teniente Kojac de la serie homónima en su faceta de cantante. Coleman hace una apropiación simple pero poderosa de la canción, donde sostenida por un órgano se perfila su voz de crooner junto a sutiles notas de una guitarra slide.

El segundo track, «Midnight Rider», levanta vapor con el rasgueo folk de la viola y captura todas las virtudes de los pasajes más emblemático del género. Es uno de los temas que situaron a The Allmann Brothers, la banda de los hermanos Allman, a la vanguardia del rock-folk sureño de los años 70 del siglo pasado, sobre todo a partir de su actuación en el mítico auditorio de Bill Graham en New York, Filmore East y allí grabaron At Filmore East, su tercer álbum, con el que empezarían a ser reconocidos mundialmente.

“Wild is the Wind”, la canción que sigue tiene una bellísimas y potentes versiones de Nina Simone y David Bowie (la de Simone es un verdadero éxtasis), y tampoco la de su creador, Johnny Mathis le va a la zaga, hecha para el film Viento salvaje (1958), de George  Cukor, con protagónicos de Anna Magnani y Anthony Quinn. Lo que puede decirse, sin exagerar es que Coleman, sin buscar paralelismo alguno, hace suya la versión con autonomía suficiente para que el tema conserve su esencia y sea a la vez otro en una interpretación memorable.

Es que se trata de un disco de saltos, de orientaciones diversas y para demostrarlo Coleman toca y canta “Thick is a brick”, el tema del disco homónimo de la gran banda inglesa Jethro Tull, sostenido en un sesgo sinfónico pero, claro, en clave acústica y con encendidos arreglos de piano. En el track siguiente suena el clásico de Elvis Presley “Love me Tender”, a la que la voz de Coleman da un tono envolvente y cautivante, confirmando que el cantante puede permitirse su propia mirada sobre las canciones elegidas. Una guitarra slide extraviada y unas cuerdas sacuden tanto como conmueven.

“Changes” es una balada de Ozzy Osbourne que los Black Sabbath hicieron etérea y paisajística. También Coleman atrapa esos momentos y la hace brillar por cuenta propia. Y como de ir de una punta a otra es la lúdica musical que se propuso el guitarrista y compositor para encarar un formato minimalista de las canciones, la interpretación que hace de “To bring you my love”, el temazo de PJ.Harvey, es sublime a partir de la inflexión imprimida por Coleman, que desafía las posibilidades de la canción y la hace evolucionar en su propia forma.

Sobre las decisiones tomadas para este disco, Coleman dijo que los arreglos “son muy simples y directos, con una presencia muy importante de la voz. Los pocos instrumentos que hay se entienden todos. Ocupan un lugar en el espacio”. La siguiente, “Spider and I”, pertenece al disco Before And After Science, del cantante, compositor, artista visual, ingeniero de sonido inglés Brian Eno, grabada en 1977. El original lleva un aura algo psicodélico que fue una marca del sonido de Eno de aquellos tiempos y ahora Coleman se permite ahondar en el sino natural de ese aura con una ascendente efectividad de guitarras.

El anteúltimo tema es el hermoso “Pink Moon”, del trovador inglés muerto prematuramente Nick Drake, dueño de una voz fascinante y sugestiva que volvía atrapantes la mayoría de sus baladas. La versión de Coleman suena como un homenaje y a la vez la hace destellar con un acento más grave que se mece sobre la aterciopelada melodía. Finalmente suena, “Give my Love to Rose”, del cantante, compositor e ícono del country Johnny Cash. Sin muchas vueltas no es exagerado decir que Coleman le pone toda su personalidad para hacerla algo más blusera con el objetivo de hacer más palpable su deliciosa armonía.

A Song is a Song fue un disco poco difundido luego de sus presentaciones en vivo, pero hoy sigue siendo un trabajo notable de uno de los cantantes, guitarristas y compositores más interesantes de la escena nacional. Tiene mucho gancho y atestigua la efectividad de Coleman para hacerlas crecer en identidad desde su propia interpretación.

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