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“Fue la tragedia más grande del periodismo argentino. Fueron ‘desaparecidos’ los mejores (…) Todos eran de una generación más joven que la mía. Salvo Rodolfo, Haroldo y un puñado más. Habían entrado a las redacciones dos décadas después. Los recuerdo uno por uno” testimoniaba en 1988 Osvaldo Bayer -escritor, historiador y trabajador de prensa y secretario general honorario del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA)- en su prólogo a la segunda edición del libro “Con vida los queremos. Las voces que necesitaba silenciar la dictadura”.
El trabajo, publicado originalmente en 1986, abarcaba varias de las historias de las y los trabajadores de prensa secuestrados, asesinados y desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, una cifra estimada en aquel momento en algo más de un centenar.
En 2016, sin embargo, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación difundió un listado de 172 trabajadoras y trabajadores de prensa víctimas de la represión, aunque abarcaba el período 1966-1976. Así, contemplaba los regímenes militares previos a la última dictadura y también el accionar de la organización armada de ultraderecha Triple A.
Tres años después, por pedido del SiPreBA, fue entregado un listado con 232 nombres que alcanzaban esa década previa al golpe. Sin embargo, el hallazgo en el último tiempo de otros casos aislados permiten hacer un cálculo preliminar de alrededor de 243 desaparecidos de prensa. Tres de ellos habían trabajado o lo hacían en Télam al momento de ser raptados y asesinados: Alejandro Martín Almeida, Héctor Jesús Ferreiros y Célica Elida Gómez Rosano.
El hijo de Taty Almeida
“En mi caso, Télam es muy especial”, dijo en varias ocasiones Taty Almeida, madre de Alejandro e integrante de Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora. Su hijo había trabajado como cadete en el área de Publicidad de la agencia en 1972 y 1973, años en los que también se dedicó a la actividad gremial y a la militancia política en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Almeida fue secuestrado y desaparecido el 17 de junio de 1975 en Buenos Aires por una patota de la Triple A. En aquel momento se desempeñaba en el Instituto Geográfico Nacional, tenía 20 años y estudiaba Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su detención figura en el legajo 1.772 del Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado de la Comisión Nacional sobre la Desapareción de Personas (Conadep). Casi un año después de su desaparición, la última dictadura dispuso su cesantía como auxiliar del Archivo Técnico de Servicio Geográfico. Sin embargo, en 2012 el Poder Ejecutivo Nacional dispuso, por medio de un decreto, la reparación de su legajo, en el que se consignó que “la verdadera causal de interrupción de la relación laboral” había sido “la desaparición forzada como consecuencia del accionar del Terrorismo de Estado”.
“Lo sentimos todas las Madres de Plaza de Mayo: aquel que dice que el tiempo cierra las heridas se equivoca. Mentira. Esta herida jamás se va a cerrar”, dijo Taty en declaraciones a Télam Radio en un aniversario del secuestro y desaparición de su hijo.
Ferreiros, el excura que terminó en un zanjónHéctor Jesús Ferreiros era periodista de Télam y había integrado el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM), el primer movimiento sacerdotal de América latina, cuando el 31 de marzo de 1977 fue secuestrado por un grupo represivo de la última dictadura cívico militar. Horas después de haber sido raptado en su departamento de la avenida Juan B. Justo 655, en Buenos Aires, su cadáver fue arrojado en un zanjón del partido bonaerense de Quilmes. Tenía 41 años.
Antes de desempeñarse en Télam había ejercido el periodismo en el diario “La Unión”; los semanarios “Panorama”, “Somos”, “Semana Gráfica”, “Primera Plana” y “Nueva Plana”; en radio Mitre y en los canales de televisión 7, 9 y 13. Casi dos años antes de ser asesinado, Ferreiros había dejado sus hábitos de sacerdote para casarse con María Clotilde en noviembre de 1975.
Célica, una víctima del Plan Cóndor
Apenas diez meses después del crimen de Ferreiros, el 3 de enero de 1978, en la esquina de la avenida Corrientes y Florida, fue secuestrada Célica Élida Gómez Rosano, trabajadora del sector Publicidad de Télam.
Gómez tenía 30 años, era uruguaya y militaba en el Partido Comunista Revolucionario (PCR), en aquel momento parte del Frente Amplio. Había llegado a Buenos Aires en 1975 desde Durazno, su ciudad natal.
Según el testimonio que en su momento dieron dos compañeras de trabajo, Célica fue secuestrada al salir de Télam por un grupo de tareas que se movía en un Ford Falcon sin patente. Un hombre se bajó del auto y le dijo que la conocía de Montevideo. Cuando ella se acercó a saludarlo, fue arrastrada al interior del vehículo.
El relato de algunas víctimas permitió saber que estuvo secuestrada en el Centro Clandestino de Detención (CCD) Pozo de Banfield, pero que desde allí, como parte del llamado Plan Cóndor, fue trasladada a Uruguay. Allí estuvo raptada en “La Tablada”, un centro clandestino de detención y tortura que funcionó entre 1977 y 1983 en Montevideo. Allí fue vista por última vez antes de ser asesinada y desaparecida.
En 2021 fueron inauguradas nuevas placas que recuerdan a los tres trabajadores –que fueron reemplazadas a las anteriores, deterioradas por el paso del tiempo- en la puerta de Télam, ubicada en Bolívar 531, sede que actualmente se mantiene vallada por la policía desde la medianoche del 4 de marzo y con un acampe de los trabajadores, en rechazo al anunciado cierre de la agencia.