Nicolás G. Recoaro / Tiempo Argentino
Está heavy el clima en Villa Constitución. “Pesado, compañero. Suspensiones, paritarias congeladas, el mango que no alcanza para llegar a fin de mes, hay miedo de perder el laburo y da cagazo pensar en el futuro. Acindar es el corazón nuestro. Si deja de latir…” Sobre la Ruta 21, en el acceso a la histórica Planta 2 de la siderúrgica, el obrero Ariel Alcaraz forja palabras duras como la crisis que vive la ciudad de acero. Golpes como el odio de dios, de los empresarios que se creen dioses: “Es un mazazo para Villa. Cuando veo apagada la chimenea siento un dolor muy grande. También me da un mal presagio, porque es una historia que vivimos durante el menemismo. Ya le dije, compañero, es un golpazo”.
El grandote Alcaraz cuenta que nunca vio algo igual en las dos décadas que lleva en la metalurgia. Durante el cambio de turno de las dos de la tarde, los colectivos entran y salen vacíos de la colosal fábrica de aceros largos y perfiles para la construcción. Escena de un film de terror, digna pesadilla de los hermanos Lumière. “A esta hora los bondis tendrían que ir llenos, esto era un movimiento constante de autos, motos, bicicletas, compañeros caminando, pero ahora parece un desierto”, dice el veterano delegado, con el canto metálico de las chicharras como banda de sonido del tórrido otoño.
Con la obra pública descuartizada por la motosierra de Milei y un derrumbe del 40% de las ventas, la acería de la multinacional Arcelor Mittal, erguida en el sur de la bota santafesina, frenó en seco su producción a mediados de marzo. Miles de trabajadores fueron suspendidos por un mes. Alcaraz detalla el drama: “Villa Constitución tiene 50 mil habitantes, 3000 personas trabajan en Acindar en forma directa, sumale más de 1000 en talleres de la zona de San Nicolás y Rosario, y a eso se suben transportistas, fleteros y el comercio de la ciudad. Arriba del 80% de nuestra economía se mueve por Acindar. Es muy probable que sigan las suspensiones, dicen que esto no termina acá. Es como un efecto dominó: si cae la fábrica, se caen los laburos, los comercios, las familias. No queremos ser una ciudad fantasma”.
Asambleas, cortes de la autopista Buenos Aires-Rosario, marchas. A fuego lento, Villa Constitución cocina la resistencia. Pueblo combativo que supo pelear contra la burocracia sindical en los años setenta con el “Villazo”, después sufrió la represión de los milicos del proceso y más tarde enfrentó de pie la desindustrialización del menemato. Alcaraz sentencia bajo este sol tremendo: “Es nuestra historia, compañero, resistir estos embates todos juntos. De esta sale todo el pueblo de la mano”.
Hasta la victoria
“16 de marzo de 1974. El Villazo. Hacia el triunfo de la clase obrera”. En la sede de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el sabio mural condensa la historia del gremio metalero. Obreros, megáfonos, banderas, puños en alto y una leyenda tatuada completan el fresco: “Una victoria que enseña”. Sangre, sudor y lágrimas. Cinco décadas después de la gesta que marcó un antes y después en las batallas de la clase trabajadora de estas pampas, el sindicato da cátedra.
Pablo González es secretario general y delegado desde 2008. El acero fluye por sus venas: “Mi viejo fue operario, laburo con mi hermano, todas las familias de Villa están fundidas con la fábrica”, dice el morocho. Unidad de los trabajadores es el mantra que repite González en la mañana del lunes: “Más que nunca, tenemos que estar unidos y hacer memoria, porque sabemos que las conquistas se logran con lucha. En un primer momento, intentamos contener, hacer acuerdos para mantener los salarios. Hay una tregua en ese sentido. En paralelo, cortes y otras medidas para difundir el conflicto, la Argentina tiene que saber lo que estamos viviendo, porque es un ensayo de las políticas de destrucción de la industria nacional que impulsa Milei. Si dejan entrar el acero chino, estamos en el horno”.
Dos referentes del ultraliberal presidente loco de la motosierra están íntimamente ligados con Acindar: Martínez de Hoz, capanga de la empresa antes de tomar las riendas del Ministerio de Economía de la dictadura que secuestró y asesinó trabajadores en el predio de la planta; y Domingo Cavallo, responsable de estatizar la deuda del emporio del acero a principios de los ’80 y gestor de la crisis del ’91 en los tiempos amargos de la dulce cocaína, la pizza, el champán y las persianas bajas del caudillo riojano. “En esa época hacían negocios con la familia Acevedo, los dueños de entonces. Hoy Milei hace los suyos con Paolo Rocca, otro empresario del gremio, que mete a sus hombres en la Secretaría de Trabajo, en YPF… Antes hacían terrorismo de Estado, ahora hacen terrorismo económico. Los que caemos como moscas siempre somos los laburantes.”
La dignidad de los nadies
Hace semanas que no hay un alma en el polo industrial de Villa Constitución. Dos perros flacos corretean cerca del galpón de Cooperar 7 de Mayo. La cooperativa de logística exterior, obra civil y otros rebusques anda con el agua al cuello: “En dos meses cumplimos 28 años, nunca vivimos este freno, Acindar es nuestro principal cliente. Somos 150 trabajadores y trabajadoras que no sabemos si el próximo 5 de abril, la fecha de cobro, vamos a llevar plata a casa. Encima dicen que se vienen más frenos en la producción”, cuenta con rabia Cristian Horton, presidente de la cooperativa.
En el galpón duermen la siesta grúas y toneladas de metales sin patrón. Sólo dos laburantes, de una plantilla de 25, siguen atentos la producción de varillas para alambre de púa. “Clac, clac, clac”, poda fierros una máquina. Horton camina preocupado por el galpón y traza la anatomía de la caída: “Mirá que nacimos con la crisis de los ’90, plena precarización. Esto fue un shock en tres meses, como que tiraron un frasquito de azafrán con la receta neoliberal y destruyó todo en 100 días.” Cristian dice que no van a bajar los brazos: “Lo aprendía de mi viejo, delegado de Acindar; y de mi vieja, docente, los dos asesinados por los milicos en la dictadura. La igualdad, la solidaridad, la lucha colectiva, esa es nuestra identidad. Ellos buscan deshumanizarnos, pero nosotros vamos a seguir peleando por nuestra historia, por nuestra dignidad.”
Diego no la ve. Sus ventas se fueron a pique en los últimos meses. Comanda contra viento y marea Elseg SRL, una pyme familiar dedicada al nicho de la construcción y la venta de materiales desde 2008. “Y no es únicamente la obra pública, los privados también estamos en la lona, buscando nuevos clientes y con el contexto muy adverso. Queremos mantener las fuentes de trabajo, pero si siguen con estas políticas, no hay manera de seguir a flote”. Diego le manda un mensaje directo al presidente: “Por el bien del pueblo, que vuelvan a humear las chimeneas. Imagino que no quiere un punto final para Villa Constitución.”
La cocinera no tiene respiro. De lunes a lunes Pamela prepara el pan nuestro de cada día en el comedor Pancitas Llenas. Además de los precios de la canasta básica, en el suburbio del suburbio de Villa Constitución no para de subir la cantidad de familias que tienen hambre. “Hacíamos 100 viandas, pero se duplicaron en el verano. Si un paquete de arroz estaba 800 y ahora 2000 pesos, quién puede comprarlo”, dice la cocinera bien custodiada por sus fieles hornallas. Las suspensiones en la fábrica, confiesa la señora, no la dejan dormir: “Pesadillas, es que es una ciudad, pero nos conocemos todos como en un pueblo, somos una gran familia. Están viniendo los obreros para averiguar si pueden llevar leche o viandas. Ni le cuento los jubilados”. Al saludar en la puerta del local, doña Pamela, fuerte como el acero, se pregunta: “¿Sabe lo que es la tristeza? No saber si voy a poder darles de comer a mis vecinos la semana que viene. Si cierra Acindar, por favor dígame, qué vamos a hacer.”
Memorias del Villazo y la represión
La historia recuerda que hace 50 años, más precisamente el 16 de marzo de 1974, después de una larga lucha contra la burocracia sindical de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) del histórico dirigente sindical Lorenzo Miguel, los obreros metalúrgicos de Villa Constitución, comandados por Félix Derbó y Alberto Piccinini, marcharon en caravana con los vecinos para festejar su triunfo histórico, hermano del Rosariazo y el Cordobazo.
Un año después, en marzo de 1975, estalló en la ciudad santafesina una huelga de dos meses para protestar contra el operativo represivo que habían desplegado las fuerzas de seguridad nacional y provincial, la Triple A y la Juventud Sindical, llamado “Serpiente Roja del Paraná”, que paralizó toda actividad industrial. Cerca de 300 trabajadores detenidos fueron torturados, mantenidos secuestrados, asesinados y algunos permanecen desaparecidos. En 1976, la dictadura genocida desató una nueva ola de secuestros y torturas. “Albergue de solteros” fue el nombre del Centro Clandestino de Detención que funcionó en el predio de Acindar.
La ciudad y la planta en números
-50.000 habitantes tiene Villa Constitución.
-3000 personas trabajan dentro de la planta de manera directa, otros 1000 en talleres metalúrgicos de alrededor y se suman miles de transportistas, fleteros y comerciantes afectados por la crisis.
-Acindar tiene acería propia en Villa Constitución, y otras tres plantas de terminados en Villa Mercedes, San Nicolás y Rosario.
-Proyectaba producir 1.100.000 toneladas de acero en 2024. Tiene capacidad para producir 1.700.000. La crisis hizo bajar las proyecciones a 720.000.
-Las ventas cayeron un 40% en los últimos meses.
-Acindar abastece el 60% del mercado de acero para la construcción. El parate productivo es el mayor en 20 años.