El cantautor español Joan Manuel Serrat ofreció hoy un concierto en el Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan donde emocionó con sus letras a padres, madres y niños de todo el país internados en el lugar.
La cita fue organizada por la Fundación Garrahan y se llevó a cabo en el Aula Magna del Hospital ante un auditorio que superó las 400 personas y disfrutó del repertorio elegido por el cantante catalán.
Esta es la segunda vez que Serrat brinda un concierto para los chicos internados en el Garrahan, ya se había presentado en el año 2007.
Lo recibió una estruendosa ovación de los niños, familiares y personal del Garrahan, que escucharon siete temas del artista nacido hace 66 años en Barcelona.
Antes de comenzar, Serrat recordó a la periodista Ana Paunero, ex jefa de prensa del nosocomio, fallecida en abril de 2007, a quien señalo como «la creadora de este hermoso vinculo».
Paunero le había escrito en aquel año una carta al músico, que por entonces se encontraba de gira en Argentina, contándole su sueño: que él cantara para los pacientes del Garrahan.
«Cantares» abrió el juego entre Serrat y el público seguido de «La palmera levantina», tema que integra su nuevo disco «Hijos de la luz y de la sombra», en el que interpreta 13 textos del poeta español Miguel Hernández para conmemorar el centenario de su nacimiento.
El momento más emotivo y de mayor sensibiliad se vivió cuando el teclado del maestro Ricard Miralles comenzó con los acordes de «Esos locos bajitos» y el auditorio quedó envuelto en un silencio cómplice y las lágrimas fueron incontenibles.
Haciendo gala de su personalidad, carisma y buena relación con los presentes, Serrat entró en un juego divertido con dos niños, uno que festejaba cada canción gritando «bien, bien, bravo» y otro que no le daba respiro y le pedía «otra Nano, otra».
Luego fue tiempo de la trilogía «Mediterráneo», «Aquellas pequeñas cosas» y «Hoy puede ser un gran día». Ante el inminente final, la gente sensibilizada comenzó a pedir «otra otra».
Frente al clamor popular, el catalán respondió que era «imposible resistirse al pedido del mejor público del mundo», señalando a los niños. Recogió la guitarra y se despidió con «Penélope».
Una ovación aún más emotiva, pero esta vez con el público de pie, envolvió a Serrat cuando se retiraba del escenario.
De esta manera, Serrat eligió cerrar un año de intenso trabajo que incluyó ocho presentaciones en el Teatro Gran Rex de Capital Federal y shows en el interior del país, entre ellos los dos conciertos ofrecidos en Metropolitano de Rosario.
Télam.