El concejal Lisandro Cavatorta analizó los primeros meses de gestión del Concejo municipal. Habló de la importancia de descentralizar las fuerzas de control, de la prevención del delito y de la falta de resolución de los problemas cotidianos de quienes viven en Rosario. Cuestionó que el intendente Pablo Javkin no reclame a la provincia de la misma manera que lo hacía con el gobierno de Omar Perotti y señaló que falta más presencia del Estado en los barrios.
—¿Cómo viste los primeros meses de la actual gestión del Concejo?
—Se siente la mayoría oficialista, pero tampoco es tan homogénea. Eso se nota, pero es evidente la mayoría automática. A veces los votos nos cuestan porque esa mayoría automática se impone, pero creo que tenemos que gestionar los problemas cotidianos de la gente y eso es más que aprobar proyectos. Es sentir lo que sienten los rosarinos y rosarinas, instalar esos temas y encontrarnos. Si el tema tiene que ver con solucionar un problema de la gente se puede discutir y debatir, aunque a veces se sobregira. Si un proyecto está bueno no me preocupa de qué partido es y, a veces, en la política más tradicional se pasan de rosca y eso termina no ayudando a que las cosas cambien y sucedan. Me gusta instalar temas para que haya discusión. Por ejemplo, en el caso de la seguridad fui uno de los primeros concejales que instaló en los últimos dos años temas de tecnología para prevenir el delito. Es un tema que deberíamos desarrollar mucho más en el Concejo, sin bajar ninguna bandera, pero sin prejuicios.
—¿Considerás que quedó alguna deuda pendiente de la gestión anterior de Javkin?
—Muchísimas. Me parece que hay que avanzar en los problemas, aunque nos parezca que nos van a «meter en un lío». Pero a veces escucho mucho de parte del oficialismo «me meto en un lío» y me parece que a veces hay que avanzar, hacerse cargo, no ser tan conservador y tratar de sostener las políticas. Las deudas pendientes tienen que ver con qué es Rosario y hacia dónde va: si es una ciudad de servicio, una ciudad industrial, una ciudad que está limpia o una ciudad que tapa baches. Tendríamos que recuperar de qué se trata el gobierno municipal. Si soluciona problemas concretos o si busca un perfil más macro de una ciudad industrial que pueda traer inversiones y generar empleo. Todavía no se ha avanzado sobre los problemas: poner Centros de Monitoreo, quintuplicar cámaras de vigilancia, abordar cuidacoches, transporte público. Me parece que hay un perfil un poco conservador.
En la ciudad hoy falta lo básico: que tapen baches, que limpien la vereda, que hagan poda y escamonda. Están los grandes problemas de la ciudad, como la violencia y el delito, lo económico, la producción y el trabajo por un lado, pero además están los problemas de la esquina de la casa de la gente. Un problema tan macro como el narcotráfico y la violencia se mezcla con otro tan personal como una raíz de un árbol que te rompe la pared de tu propia casa. Entonces me parece que no hay problemas chicos o grandes, sino que hay gente con problemas y yo pongo el acento en los problemas de la gente.
—Siempre destacás tu recorrido por el territorio; ¿cómo ves a los ciudadanos y ciudadanas en la actualidad?
—Sintiendo que no hay nadie que las cuide, que se le hace difícil. La gente más humilde o más vulnerable tiene más problemas porque compran una heladera usada y se le rompe al mes, o pide plata prestada al usurero de la esquina y después tiene problemas porque es violento, tienen problemas de violencia interpersonales en el barrio. Yo sé menos de política, pero sé mucho de gente porque soy periodista y me pasé la vida escuchando a la gente. La política un poco más tradicional va al barrio para el acto, habla por un micrófono con parlantes haciendo mucho ruido, pero no se mezcla. Como yo hacía un periodismo bastante callejero de territorio sé bastante lo que le pasa a la gente. La gente quiere vivir un poco mejor, que se la hagan más fácil, que el colectivo pase a horario, que a la noche pueda volver a su casa tranquila, que la calle esté iluminada, limpia. Es necesario un intendente que haga de intendente y dé soluciones a los problemas de la gente.
—¿Y considerás que no se están atendiendo ese tipo de problemas en este momento?
—No hay una gestión que haya puesto el acento ahí y tampoco veo a políticos y candidatos hablando de esos problemas. Hay ganas de encontrarse y de buscar formas de igualar las posibilidades de todos. Es lo que todos queremos, que todos tengamos las mismas oportunidades, pero nadie habla de que haya un baño público en Plaza Sarmiento o que la Rambla Catalunya esté hecha pelota o que para podar un árbol tenés que esperar dos años. La gente tiene que levantar la cabeza y ver a alguien con la pechera de la Municipalidad de Rosario ayudándola a vivir mejor. Yo no lo veo. A la gente la veo muy sola.
—¿Cómo analizás las medidas tomadas ante la ola de violencia en la ciudad y qué se puede hacer desde el Concejo?
—Hace más de 10 años en el edificio más importante de la política rosarina, como es la oficina del gobernador en la Sede de Gobierno, se lo preguntaba con Bótelos a Bonfatti. Le decía que no eran peleas interpersonales, que se les estaba metiendo el narcomenudeo en los barrios, que le estaban empezando a dominar el territorio y que la gente confiaba un poquito más en el transa de la esquina que en el Estado. Hace 10 años le preguntaba a la intendenta Fein en su despacho si no le daba curiosidad ver quién construyó las torres de la costanera que terminaron hace 3 años y no vive nadie. Se habla mucho del narcotráfico en estos últimos años, pero muy pocos hablábamos hace 15 sobre esos temas. Con (el diputado provincial) Carlos Del Frade le dimos la vuelta al mapa narco varias veces diciendo quién es quién, cuál era el apellido en Tablada, cuál era el apellido de La Granada, cuál en zona oeste, quién manejaba zona norte y después terminábamos en Corrientes y Córdoba, en el lugar más peligroso de la ciudad porque ahí se lava todo ese dinero que se recauda con sangre en los barrios. En el gobierno provincial anterior hubo récord de allanamientos en financieras. Ojalá se retome el investigar para arriba, a quienes lavan el dinero del narcotráfico en la ciudad.
Lo que se está haciendo ahora lo vimos hace muchos años y la gente aprendió. La primera vez aplaudían a Berni y estábamos todos contentos, pero ahora ya no sirve. Si la gente no siente que puede caminar más tranquila por la calle será un nuevo show. Yo siento que hay más presencia, que hay un abordaje más del territorio, pero que no se ataca a los que alimentan esa red de micro menudeo. Todavía no lo veo en las financieras ni en el lavado de activos. La gente aprendió que sólo con más policías no se soluciona y sólo con más gendarmes tampoco. Pero la gente necesita ver a verdes y azules en los barrios de la ciudad para sentirse más segura.
Siempre voy a creer que no hay libertad sin igualdad. Si no generás empleo, igualás la oportunidad de la gente y Rosario no vuelve a ser la ciudad industrial cosmopolita que en algún momento fue, no hay manera. Podés pacificar un momento, pero si no igualás la oportunidad de la gente con laburo es pan para hoy y hambre para mañana.
—¿Qué se puede hacer desde el Concejo para abordar esta situación?
—El Concejo es un legislativo que se remite al intendente. Tenemos una mirada de cómo debería involucrarse el municipio en las cuestiones de violencia y delito, y para mí el acento está en la prevención. Rosario no anda tan mal en persecución del delito. Los agarran, muchas veces los sueltan antes de lo que quisiéramos y, otras veces, no se puede probar el delito por cuestiones de tecnología, de que no hay una cámara. Si hubiera habido una cámara de vigilancia en el asesino de Ivana, la joven hincha de Central, hubiera sido mucho más rápida la persecución del asesino que se fugó. El único asesino material de los atentados que sufrimos el mes pasado en Rosario de quien teníamos el rostro y a quien se pudo detener fue a partir de una cámara privada de la estación de servicio. Por supuesto que una cámara de vigilancia no va a impedir que haya un delito. Pero preguntale a la madre, a la hermana o a los amigos de las víctimas si no quieren que agarren a los responsables. Ahí está la prevención del delito, la videovigilancia y descentralizar las áreas de control.
Tenemos un plan sobre cómo el municipio debe abordar los problemas de seguridad, violencia y delito. Uno de los proyectos es descentralizar las áreas de control para que haya centros de monitoreo en los barrios, que haya agentes de control familiarizados con el territorio en el cual deben trabajar, que ya conozcan la movilidad del barrio, que sepan cuáles son sus horarios pico.
Centros de monitoreo y abordaje territorial de la seguridad descentralizada en Empalme, en Tablada, en Las Flores, en Ludueña, en Saladillo, para trabajar en la prevención del delito. Necesitás un intendente que diga «acá estoy yo, acá está el Estado cuidándote» y para eso hay que invertir. La inversión en la Secretaría de Control municipal es un papelón, ya que tiene la inversión de una ciudad de 20.000 habitantes. Rosario no puede tener las mismas camionetas de Control Urbano que hace 15 años, ni las mismas motos. Tenemos muchos proyectos y nos cuesta mucho que el oficialismo pueda tomarlos, pero sobre todo tenemos un modelo de cómo los gobiernos locales se involucran en los temas de prevención del delito y para mí se puede hacer muchísimo. Por ejemplo, poner camionetas blindadas con un guardia urbano y un policía que cobre un adicional para recorrer los barrios calientes.
—¿En qué instancia legislativa están esos proyectos que mencionaste?
—En la comisión de Control, Convivencia y Seguridad han pasado la mayoría, porque han tenido un consenso casi unánime, pero se traba en la Comisión de Presupuesto. También hay muchas ordenanzas o proyectos que se aprueban y después no se ponen en práctica, como la ordenanza para que las cámaras de videovigilancia privadas de la gente que dan a la calle sean integradas al sistema de monitoreo municipal.
—¿Cómo evaluás el vínculo entre el municipio y la provincia?
—Lo veo en sintonía porque tienen las mismas ideas. Me gustaría que aunque sean del mismo partido se reclame de la misma manera. El intendente reclamaba mucho por subsidios al transporte y ahora no reclama siquiera que Billetera Santa Fe no existe más. Le pido que tenga el entusiasmo y energía para reclamar de la misma manera que lo hacía cuando la provincia era de otro signo político.
—¿Cómo analizás la situación del transporte público en la ciudad?
—En mi primera campaña electoral en 2021 dije que había que traer la Sube a Rosario y con el ex ministro de Transporte Diego Giuliano, a partir de gestiones personales que hicimos ante Sergio Massa en ese momento, logramos traer la Sube. Sin ella hoy habría colapsado el sistema de transporte público porque los únicos subsidios nacionales que hoy tiene la ciudad son gracias a que tenemos la Sube y tenemos tarifas sociales donde cientos de miles de rosarinos y rosarinas tienen 55% de descuento para viajar en colectivo.
Hoy el Fondo Compensador que subsidiaba el resto no llega más y este gobierno nacional no cree en los subsidios. Lo veo al intendente con mucha menos fuerza, energía y coraje en reclamar en relación a como lo hacía con el gobierno anterior. Creemos que hay que subsidiar más al pasajero que a la empresa. Lo que no se discute nunca es el sistema de transporte. Se discute cómo pagamos el colectivo en vez de discutir un sistema integral de transporte y ése me parece que es el debate que tenemos que dar: cómo nos movemos en las grandes ciudades.
Sin recursos, el sistema de transporte público es inviable. El subsidio al transporte público es para ayudar a la gente a comprar, a estudiar y a trabajar. Si le aumentas el colectivo 4 o 5 veces va a dejar de ir a comprar, de ir a trabajar y de ir a estudiar. Mueve la economía y este gobierno nacional no lo entiende.
—En relación con el gobierno nacional, ¿qué opinás de la ley Bases y cuál puede ser el impacto concreto en la ciudad?
—Con la ley Bases yo veo al futuro repetir el pasado. Esto ya lo ví. Dura un tiempito la novedad, pero a mediano y largo plazo terminamos mal. Es un espanto para la gente porque no genera un solo puesto de trabajo, nunca habla de producción y empleo, no habla de industrialización y de valor agregado. Habla mucho de cómo hacérsela más fácil a los grandes empresarios y al sector financiero para que muevan la economía, pero si vos no le agregás valor a lo que hacés, no generás empleo y trabajo, esto no termina bien. La ley Bases no le soluciona un problema concreto de su vida cotidiana a los argentinos.
—¿Creés que el gobierno nacional tiene el apoyo de las y los ciudadanos?
—Yo creo que si Milei existe es porque algo mal se hizo antes. La gente el año pasado vivió peor que el anterior y eso es una realidad. El problema no es tanto si la gente aguanta o no aguanta o si se resiste o no se resiste, más me preocupa ser una alternativa a eso.
Resistir me suena a aguantar, a siempre ir atrás. A mí me interesa ser mejor que el otro, proponer y tener un modelo mejor, porque si a nosotros no nos gusta, pero no mostramos la alternativa superadora, nos seguiremos quejando. Milei cree en el individualismo, en el libre mercado y en que si me va bien a mí solo y te va bien a vos sola, nos va bien a los dos. En cambio, yo creo que para que me vaya bien a mí, te tiene que ir bien a vos y para que te vaya bien a vos me tiene que ir también bien a mí. Creo en lo colectivo y en que cada uno tiene que tener mérito, trabajar, ser mejor y cada uno llegará según sus capacidades, pero salgamos de la misma línea de largada. Tenemos que volver a poner de moda la palabra igualdad de oportunidades. Creo que hay mucha gente que está esperando que alguien le dé un modelo que diga que no hay libertad sin igualdad.
—¿Existe hoy esa alternativa a la que te referís?
—Sí, pero no tiene nombres todavía ni tiene cuerpo. En algún momento va a haber que arreglar los problemas que deja Milei, pero todavía no está organizada y me parece que ése es el desafío para adelante. El peronismo resiste en dictaduras y cuando está proscripto, en democracia gobierna o se prepara para gobernar.