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Emprender después de los 60: entre la necesidad y el desafío de reinventarse

Así como los deportistas profesionales empiezan a planificar su retiro, nos encontramos con adultos de más de 50 que deciden programar una opción de salida

Por Virginia Suarez Dratman

¿Por qué cada día son más las personas que eligen comenzar un emprendimiento cuando se acerca su jubilación? Desde quien necesita tener un ingreso extra hasta el que se quiere dar el gusto de cumplir un sueño posterga­do, cada vez son más quienes se preparan para comenzar un negocio a partir de sus 60 años.

Lejos estamos de la posibilidad de jubilarnos y subirnos a un crucero para pasar nuestras últimas décadas de vacaciones. Pero además de la imposibilidad económica, queremos sentirnos útiles, con un propósito por el cual levantarnos cada día. Y queremos cumplir los sueños que rele­gamos por los anteriores mandatos sociales y por la supuesta seguridad y estabilidad que brindaba un trabajo en relación de dependencia.

Quién no ha escuchado: “Para ser alguien en la vida hay que estudiar”, refiriéndose a que un título universitario era símbolo de realización. Sin embargo, estudiar no es sinónimo de aprender. Y poseer un título no es garantía de realización personal.

Entre ejemplos más comunes se encuentran mujeres que dedicaron sus vidas a cuidar de tipos sus hijos y de su casa y que, ante la dificul­tad de conseguir un trabajo en rela­ción de dependencia, optan por montar un emprendimiento.

También está el caso de emplea­dos que podrían continuar en su puesto pero prefieren mayor flexibilidad horaria o permitirse darse el gusto de desplegar su vocación.

Emprender a los 20 vs 60

Las redes están inundadas de jóvenes de 17 años que venden el método que aplicaron para facturar millo­nes. Lo que no sabemos es cuánta de esa facturación es ganancia y si podrán mantener el negocio en pie por muchas décadas.

Como a cualquier edad hay miedos, solo que éstos cambian. Un consejo fundamental para todo aquel que quiera empezar a emprender es enfocarse en sus fortalezas. Uno de los mayores activos de emprender de grande es la experiencia adquirida y vivida. Pasamos pandemia, corralito y tantas otras crisis que seguramente ya seamos resilientes.

La tecnología ya no asusta

Existe el mito de que las personas que transitan la segunda mitad de sus vidas no se llevan bien con la tecnología. Si bien en otra época esto podría haber sido así, en la actualidad la mayoría tiene celular, cuenta con redes sociales, compra online, paga con QR, quizás mira Netflix, lee periódicos online y se comunica a través de Whatsapp, al igual que los jóvenes.

La tecnología ayudó a que tener un negocio sea mucho más fácil que antes. Si tenés más de 50 quizás recuerdes que el valor de una propiedad era superior si contaba con línea telefónica. Pero si mañana roban los cables del teléfo­no de tu local podés cobrar directamente desde tu celular. Incluso podrías vender sin tener un local físico, como lo demuestran tiendas online y hasta simples perfiles en redes sociales.

Amancio Ortega tenía casi 40 años cuando fundó Zara en 1975. Hoy el promedio de vida se ha exten­dido tanto que quizás pasemos más tiempo jubilados que los años requeri­dos para lograr retirarse. Tener un proyecto hace que nos sintamos útiles, motivados y con una vida con sentido.

Esta es la etapa de la vida donde queremos darnos permiso para ser quienes realmente queremos ser y hacer lo que nos haga felices. Y qué mejor que obtener dinero para hacer eso que nos gusta.

Profesora y autora de “Alma emprendedora”

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