El 16 de junio de 1955 cayó jueves. Entre las 12:40 y las 17:40 aviones de la Armada, en un ataque coordinado junto a la Fuerza Aérea, descargaron más de cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos en la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires.
El objetivo era matar al entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, líder del Partido Justicialista. Pero el atentado —el primero en la historia en que aviones militares atacaron a sus propios compatriotas—, se cobró la vida de 350 personas e hirió a más de 800.
Para diversos estudiosos de la historia del país, se trató de la antesala de la enorme violencia política que se desplegaría por el territorio a partir del golpe del 55 —autoproclamado como «Revolución Libertadora»— y que tendría su cumbre de terror y violencia con el genocidio perpetrado durante la última dictadura militar entre 1976 y 1983.
Perón había sido elegido como presidente en 1951 con un apoyo del 62,54% en las urnas. Después del ataque, en septiembre de 1955 fue derrocado: entonces, se exilió del país, él y su partido estuvieron proscriptos durante 18 años, su apellido y el nombre Evita estuvieron prohibidos así como la marcha Peronista y cualquier simbología que aludiera a este partido.
El día del bombardeo, una multitud contemplaba un desfile militar hasta que el cielo se vio cubierto por la presencia de 40 aviones de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval que durante cinco horas arrojaron bombas sobre Plaza de Mayo y la Casa Rosada. Los aviones llevaban dibujados en su fuselaje la inscripción “Cristo vence”.
Se arrojaron bombas sobre el edificio de la CGT, el Ministerio de Obras Públicas, el Departamento Central de Policía y la residencia presidencial, actual Biblioteca Nacional. Hubo un ataque con ametralladoras desde la Secretaría de Marina para tomar la Casa de Gobierno. Llegadas las 4 de la tarde, los aviones descargan sus últimos proyectiles y huyen a la ciudad de Montevideo, capital de Uruguay.
Perón logró refugiarse pero el ataque dejó más de mil heridos y más de trescientos muertos. A pesar de la magnitud del hecho, desde entonces hubo poca producción académica que se interesara en dilucidar los motivos del ataque, sus consecuencias, lo que significó para la política argentina. Es un hecho no caló en la memoria colectiva como otros eventos.
Esa noche, después del bombardeo, Perón se expresó por la cadena nacional de radio y televisión. Entre otras cosas, expresó: «Los que tiraron contra el pueblo no son ni han sido jamás soldados argentinos, porque los soldados argentinos no son traidores y cobardes. La ley caerá inflexiblemente sobre ellos. Yo no he de dar un paso para atemperar su culpa ni para atemperar la pena que les ha de corresponder (…). El pueblo no es el encargado de hacer justicia: debe confiar en mi palabra de soldado (…). Sepamos cumplir como pueblo civilizado y dejar que la ley castigue…”.
Finalmente, el 16 de septiembre de ese año, se impuso la fuerza de los grupos golpistas dando lugar a nuevo golpe de Estado que determinó el exilio de Perón. La dictadura proscribió al peronismo y comenzó una persecución mayor hacia amplios sectores de trabajadores y militantes políticos.
Recién en 2005, por iniciativa del Presidente Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos inició una investigación sobre el ataque del 16 de junio de 1955. Luego, en 2008, durante el mandato inicial de Cristina Fernández de Kirchner, se inauguró el primer monumento oficial en homenaje a las víctimas del Bombardeo, ubicado en las inmediaciones de la Plaza de Mayo.
Un año después, en 2009, se sancionó la ley 26.564, que otorgó el derecho a percibir indemnizaciones a las víctimas del ataque. En el marco de estas políticas, al cumplirse el 55vo aniversario del hecho el Archivo Nacional de la Memoria publicó una investigación histórica que reconstruyó lo ocurrido durante el Bombardeo y realizó entrevistas a sobrevivientes y otros protagonistas de la jornada de junio de 1955.
En junio de 2023, al cumplirse 68 años del atentado, la Secretaría de Derechos Humanos de Nación —bajo la gestión de Alberto Fernández— solicitó a la Justicia que investigue el hecho como crimen de lesa humanidad y que realice un juicio por la verdad en el que se reconozcan los hechos y se repare a las víctimas luego de “tantos años de impunidad”.
En paralelo al requerimiento de la cartera que conducía Horacio Pietragalla Corti, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) informó esa misma semana que se había presentado ante los tribunales federales para pedir ser reconocida como querellante en la causa “Bombardeo de Plaza de Mayo».