Por: Pablo Moscatello
La idea del ex concejal de la UCR Daniel Luna, plasmada en una ordenanza de junio de 1999 para que el Museo de la Memoria estuviera en Córdoba y Moreno, lugar donde funcionara el Comando del II Cuerpo de Ejército durante la última dictadura –espacio donde se organizó la represión para toda la región–, al fin se hizo realidad. Pasaron once años, un proceso de expropiación y una larga negociación con quienes explotaban el bar Rock & Feller’s, ubicado hasta principios de año en esa esquina. Pero la hora llegó: luego de varios meses de trabajo para restaurar la residencia, quedó habilitada de manera oficial ayer, ante una buena afluencia de público, y la presencia de autoridades municipales, provinciales y referentes de la cultura, la nueva sede del Museo de la Memoria. Hasta ahora el espacio se situaba en la Estación Rosario Norte.
El acto de apertura comenzó a las 20.30 en punto en el patio terraza del Museo, cuando el gobernador Hermes Binner, el ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti, el intendente Miguel Lifschitz, junto con militantes de organismos de Derechos Humanos –como Madres de Plaza 25 de Mayo– inauguraron el Museo descubriendo la obra Los Pilares de la Memoria. El trabajo consta de diez columnas diseñadas y construidas por Martín Gatto, en base a una idea del artista rosarino Dante Taparelli, que recuerda a los asesinados y desaparecidos por la acción del terrorismo de Estado.
A esa hora, el calor pesaba mucho, y el típico viento arremolinado previo a cualquier tormenta hacía dudar en el ambiente que todo lo pautado pudiera llegar a su fin. Al menos hasta bien entrada la noche ese presagio por suerte no se cumpliría.
Tras ese primer formalismo, de inmediato se proyectó un mapping sobre el frente del Museo, con imágenes, entre otras cosas, de víctimas y victimarios: desaparecidos y represores de la última dictadura militar. Lo más aplaudido de la proyección (acompañada siempre con una cálida melodía) fue el final, cuando el rostro del dictador Jorge Rafael Videla le dio paso a unas flores que se desparramaron por todo el frente del museo, como símbolo de los cambios.
En tanto, en el escenario montado por calle Moreno (las vallas ubicadas en las cuatro esquinas por las que se accede a esa intersección permitieron que el público pudiera acercarse con facilidad al museo) entregaron algunas breves palabras el director del Museo de la Memoria, Rubén Chababo, y la representante de Madres de la Plaza 25 de Mayo, Chicha Mazza. El primero, visiblemente emocionado, centró su discurso en el agradecimiento al municipio por la inauguración del espacio. En tanto, la representante de las madres cuyos hijos fueron desaparecidos entre el 76 y el 83 recordó que “hace 30 años era difícil imaginar esta realidad”. “Esto es un verdadero sueño”, sostuvo con tono pausado.
Posteriormente se realizó la ceremonia de entrega de los premios Pocho Lepratti (mañana se cumple un nuevo aniversario del asesinato a manos policiales del luchador popular), en reconocimiento a la militancia y a quienes militan por los derechos humanos. Recibieron la distinción el colectivo de mujeres Las Juanas y Esteban Paulón, dirigente que desde hace años defiende los derechos de las minorías sexuales.
Al acto enviaron su adhesión Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos de la Nación, y el diputado Agustín Rossi, entre otros. A contramano de lo que se había imaginado hace algunas semanas, no hubo ningún dirigente de peso del gobierno nacional.
Como cierre, se desarrolló un recital de música popular. La primera en hacer su presentación fue la entrerriana Liliana Herrero, quien debido a los riesgos de que pudiera desatarse la tormenta sólo interpretó un tema. Bastó para cautivar por unos pocos minutos al público que se hizo cita en buen número.
Al cierre de esta edición, se esperaba la presencia de los artistas locales Madrigal, Bulldog y Juan Carlos Baglietto. El cierre iba a estar a cargo de los uruguayos Olimareños.