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Infecciones urinarias: recomiendan prestar atención a los síntomas y no demorar la consulta médica

Generalmente son originadas por bacterias y especialistas señalan que la presencia de 3 episodios constatados en un período de 6 meses o de 5 al cabo de un año, ya corresponde a cuadros de infecciones a repetición y merecen un abordaje integral

Muchas personas, especialmente mujeres mayores de 50 años, pueden desarrollar infecciones urinarias frecuentemente y las naturalizan, recurriendo a la autoprescripción de algún antibiótico que en el pasado les dio resultado. Sin embargo, los especialistas advierten que no es normal presentar ‘infecciones a repetición’, que son aquellas que igualan o superan 3 episodios en 6 meses o 5 infecciones al año y que se debe consultar al médico para que indique el tratamiento que corresponda.

Dolor o ardor al orinar, hacerlo con mayor frecuencia y urgencia que la habitual, sentir deseos de orinar y luego ver que la vejiga está vacía, presencia de sangre en la orina y/o presión o dolor en la parte inferior del abdomen, si bien son síntomas que pueden corresponder a otras condiciones, deberían siempre generar una sospecha de infección urinaria y motivar la consulta médica sin dilaciones”, explicó la Dra. Paula Grinstein, médica uróloga, staff del Centro Argentino de Urología (CAU) y miembro del Servicio de Urología de la Clínica San Camilo.

Por su lado, el Dr. Norberto Bernardo, médico urólogo, director del Centro Argentino de Urología (CAU) indicó: “En el interrogatorio, los pacientes -mayoritariamente, pero no exclusivamente, mujeres- nos refieren un ardor que es como ‘orinar vidrio’, también que sienten urgencia, que no llegan al baño y luego solo orinan unas pocas gotas; todos estos son síntomas que ameritan un examen físico y la realización de un cultivo de orina (antibiograma) que nos permite acceder a un panel antibiótico posible para combatir ese germen, sin necesidad de estar probando antibióticos a ciegas”.

El antibiograma le permite al especialista conocer el germen y el nivel de sensibilidad o resistencia antibiótica a ese germen en particular. “Sobre la base de esa información también se puede comenzar a diagnosticar la posible causa, porque hay gérmenes que tienen que ver con hábitos de higiene o de alimentación y otros que se asocian, por ejemplo, a una litiasis renal. Diferentes microorganismos podrán asociarse a potenciales patologías diversas”, dijo el Dr. Bernardo, quien también es profesor titular de Urología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y jefe de Urología del Hospital de Clínicas José de San Martín (UBA).

En la mayoría de los casos son infecciones bacterianas bajas, las llamadas cistitis y el germen más frecuente es la Escherichia coli, que es una bacteria que forma parte de nuestra flora intestinal”, explicó Grinstein, a la vez que añadió: “También pueden ser infecciones urinarias altas, en las que está afectada la zona del riñón y, generalmente, suman otra sintomatología como fiebre, escalofríos, náuseas o vómitos”.

La especialista manifestó luego: “Como parte del tratamiento, solemos comenzar con el antibiótico más suave y dejar los más potentes para casos más complejos. Luego, con los resultados del antibiograma, que demoran unos días, mantenemos o ajustamos la medicación”.

Los principales factores de riesgo

Los expertos se muestran preocupados por la autoprescripción de antibióticos, ya que muchos de los síntomas habituales de las infecciones urinarias también pueden corresponder a otras entidades médicas. Ante estos síntomas, muchos pacientes toman antibióticos, aunque no sería lo indicado, contribuyendo al desarrollo de resistencia antimicrobiana, un gran problema que vive la medicina actual, donde luego las personas no responden al efecto de los antibióticos disponibles.

Los principales factores de riesgo para presentar infecciones urinarias, entre otros, son ser mujer, niño pequeño o adulto mayor, haber tenido infecciones anteriormente, falta de higiene, embarazo, y presentar problemas estructurales en el aparato urinario, como agrandamiento de la próstata, en varones.

“También es frecuente en personas que, por sus actividades laborales o sociales, deben postergar la ida al baño y retienen orina durante 4, 5 o hasta 6 horas. Por ejemplo, los docentes o los cajeros, solo por citar algunos casos. Si además no beben agua, producen lo que llamamos ‘orina estancada’, generando un ambiente propicio para que las bacterias tengan más tiempo de proliferar en la vejiga y generar una infección. Por otro lado, retener orina predispone con los años a la incontinencia urinaria, generando así, humedad constante que perpetúa la infección”, subrayó la Dra. Belén Maza, médica uróloga del Centro Argentino de Urología (CAU).

Otra situación bastante común, sobre todo en la mujer, es la normalización de ciertos hábitos miccionales que tarde o temprano pueden terminar causando un daño. En ese sentido, Grinstein expresó: “A muchas mujeres no les gusta orinar en un baño público, como el de un bar, y entonces retienen orina por horas u orinan antes de salir de su casa haciendo fuerza hasta que salga la última gotita, por las dudas”.

La especialista agregó: “Incluso les dicen a sus hijos pequeños: ‘¿no tenés ganas de hacer pis? No importa, hacé igual antes de salir’; estos hábitos, en el largo plazo, pueden generar complicaciones de diversos tipos, incluyendo un daño en la vejiga que, con el tiempo, es motivo de consulta médica”

La recomendación es tomar abundante agua, sobre todo en las personas proclives a las infecciones urinarias y no retener ni forzar las micciones, ya que uno de los principales mecanismos de defensa que tiene el cuerpo contra las infecciones urinarias es lo que se denomina ‘por arrastre’, o sea, uno orina y arrastra las bacterias y no les da tiempo de que se repliquen. Otras estrategias de prevención incluyen orinar después de la actividad sexual, para liberar la zona de cualquier posible contaminación bacteriana, ducharse en lugar de tomar un baño de inmersión, y enseñarles a las niñas que estén aprendido a ir al baño a limpiarse desde adelante hacia atrás y no a la inversa, para no acercar a la uretra posibles bacterias intestinales”, completó el Dr. Bernardo.

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