Muy transitada por locales y visitantes de la ciudad, la esquina de Santa Fe y Laprida tiene historia de apellidos ilustres. Es una de las cuatro que enmarcan a la plaza 25 de Mayo, y su ochava noroeste esconde tras el actual edificio de viviendas y oficinas con un bar en planta baja un segmento relevante del pasado rosarino.
En ese terreno se levantó el Palacio Arijón. Fue una mansión de 22 habitaciones construida en la misma parcela que reconoce otros usos previos. El docente e investigador Eduardo Guida Bria expuso el derrotero del predio, sus sucesivos propietarios y la arquitectura que lo identificó.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida de Diario El Ciudadano (@diarioelciudadano)
Palacio Arijón
El Palacio Arijón se construyó 1898. Su propietario original fue José Arijón, un inmigrante español que devino en importante hacendado y empresario. Había llegado a Rosario con su hermano Manuel, el mismo que construyó los recordados “Baños del Saladillo”. José lo ayudó con una línea de tramway -tranvía tirado por caballos- para trasladar a la gente durante la época estival (partía de la esquina de bulevar Argentino , hoy avenida Pellegrini y Comercio, hoy Laprida.
La Mansión Arijón fue diseñada por arquitectos y artesanos españoles y la construcción se encomendó a Felipe Censi.
Tenía 22 habitaciones, tres terrazas, dos patios, garaje, sótano y caballerizas. La coronaba una cúpula con una especie de catalejo para observar el río. Era un sitio con vista panorámica de la ciudad desde el privilegio del punto más alto posible entonces.
En la Mansión Arijón también vivió un tiempo el ingeniero Allan Campbell, responsable del trazado de los planos del Ferrocarril Rosario-Córdoba que estaba ejecutando Guillermo Wheelwright.
La mansión estuvo muchos años en estado de abandono y finalmente fue demolida hacia 1982. En ese momento, sin éxito, las crónicas locales ya advertían sobre la necesidad de preservar el patrimonio arquitectónico de la ciudad.
Casa de Martín Santa Coloma y primera imprenta de Rosario
Antes del Palacio Arijón, en el mismo solar estaba la casa del acaudalado comerciante Martín Santa Coloma, un activo partidario rosista. Guida Bria describió esa construcción como un caserón que ocupaba una superficie importante.
Cuando el general Justo José de Urquiza avanzó con el Ejército Grande hacia Caseros y acampó a dos leguas de Rosario, en la hoy Granadero Baigorria, Santa Coloma, que tenía a su cargo algunas tropas, recibió la orden de Juan Manuel de Rosas de replegarse a Buenos Aires porque Rosario ya había tomado partido a favor del entrerriano.
El 31 de diciembre de 1851, la propiedad fue ocupada por Domingo Faustino Sarmiento y en enero de 1852 comenzó a funcionar allí la primera imprenta de Rosario, en la que se editaron varios números del Boletín del Ejército Grande al mando de Urquiza.
Sarmiento era en ese entonces boletinero del general entrerriano e imprimió la primera hoja en Rosario saludando a los habitantes y augurando un futuro próspero a la ciudad.
Junto al maestro sanjuanino también colaboraban el futuro autor del “Martín Fierro”, José Hernández, que vivía en la actual calle Buenos Aires 80 (antigua numeración, hoy es 880).
También hizo sus primeros pasos en el periodismo Ovidio Lagos, el futuro fundador del diario “La Capital”.
El 28 de noviembre de 1854 nació en esa misma casa Gabriel Carrasco, pedagogo, estadístico, periodista, historiador, geógrafo, intendente municipal (1890-1891), ministro, diputado y convencional argentino. Participó en todos los censos de su época. Era hijo de Eutemia Benítez y Eudoro Carrasco, creador del Escudo de Rosario. Junto a su hijo Gabriel escribieron la magnífica obra “Los anales de la ciudad de Rosario de Santa Fe”.
En 1860, la casona se transformó en sede del Juzgado de Primera Instancia, que había reemplazado al Tribunal de Comercio.
La casa de Martín Santa Coloma fue abandonada y se inició su demolición en 1869. En 1886 ya no quedaba nada de ella. Una placa instalada en la fachada del Consulado de España cuenta en parte su historia. Por ejemplo, que también vivió allí el ingeniero Allan Campbell, quien trazó los planos del ferrocarril junto a Wheelright.
Otras esquinas, la Bola de Nieve y el cine
En diagonal, en la ochava sudoeste, hay otra esquina con historia: es el edificio donde funcionó el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), además de hubo dependencias de Ansés y Pami. Su período arquitectónico es eclecticismo-academicismo y fue construido en las primeras décadas del siglo pasado. Sus arquitectos fueron José Gerbino y Leopoldo Schwartz.
¿Qué pasará con la casona del centro que es patrimonio histórico de Rosario y fue saqueada?
Vuelve a Nación edificio de valor patrimonial en el centro rosarino
En la esquina de Laprida y Córdoba se ubica el primer edificio más alto de la ciudad, que data de 1907. Su denominación como “Bola de Nieve” se debe a que el comitente de la obra fue la Sociedad de Ahorros Mutuos “La Bola de Nieve”.
Levantar la vista en Rosario es descubrir maravillas: aparecen las cúpulas que aún sobreviven
La compañía había sido fundada en 1898 por Camilo Guani en Buenos Aires. Es considerada la primera sociedad argentina de ahorros mutuos. Inauguró su lujosa sede porteña en 1905, en la calle Cangallo 301 (hoy Teniente General Juan D. Perón). Construyó una sucursal en calle Perú 157 en 1906. Como la anterior, ambas fueron demolidas.
Eduardo Le Monnier, arquitecto formado en la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs de Francia y amigo de Guani, estuvo a cargo de la construcción del edificio de la Sociedad en Buenos Aires. Y después, fue el autor del proyecto del primer edificio horizontal de Rosario. La esquina es resuelta con un importante tambor bordeado de columnatas a modo de “templete”, con claras reminiscencias a San Pietro de Bramante en Roma.
Este edificio es una réplica casi exacta de la sede que la compañía de seguros tenía en Buenos Aires. En esta etapa es donde sobresale la obra de Le Monnier, un parisino nacido en 1873, que se radicó en Buenos Aires y que en Rosario pondría su sello también en el Edificio del Jockey Club, en la esquina sudeste de Maipú y Córdoba.
Por otra parte, este nombre se plasmó gracias al definido cilindro que remata en una especie de templete, cuyo punto culminante es una esfera que representa, justamente, una “bola de nieve”. Posee una cúpula de medio punto y también se puede leer el nombre de la compañía en un friso, realizado con pequeños mosaicos de colores. Alessandro Máspoli fue la empresa que ejecutó la obra. Lo llamativo en ese entonces es la inclusión de signos de modernidad como la electricidad y el uso de ascensores.
La última década del siglo XIX será testigo del crecimiento arquitectónico de la ciudad. Esto se dio por dos factores: la radicación de profesionales especializados y la notoria prosperidad económica de la burguesía rosarina, que originó un proceso de mimetización con las pautas de vida de las clases altas tradicionales de Buenos Aires.
En la planta baja del mismo funcionó, a comienzos del 1900, una cigarrería propiedad de los hermanos Flo. Ellos organizaban proyecciones de cine desde lo alto de la torre hacia una pantalla instalada en la plaza. Al atardecer se convertía, en un apretujado conjunto de hombres y mujeres llegados en algunos casos como pasajeros de los Tramways. Todos llegaban atraídos por esa magia de la que muchos comentaban, pero pocos habían podido contemplar: el cine. En los altos del edificio se encontraban las oficinas de la tabacalera y en lo más alto la publicidad con el número 43 que fue la marca de los cigarrillos. Fue el primer cine al aire libre de la ciudad.