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El estrés prolongado envejece: cuáles son las 6 claves para evitar que el estrés consuma tu vida

Desde cambios en tu alimentación hasta estrategias para dormir mejor, aprende cómo el estrés afecta tu cuerpo y qué hacer para combatir sus efectos antes de que sea demasiado tarde

La vida moderna impone una carga significativa sobre la salud mental y física, especialmente cuando el estrés se vuelve una constante. Este fenómeno no discrimina, afectando tanto a líderes mundiales como a empleados comunes. Es fácil observar cómo, tras años de asumir responsabilidades intensas, las personas muestran signos visibles de envejecimiento prematuro, un testimonio del impacto corrosivo del estrés prolongado en el cuerpo humano. El estrés «mata» no es solo una frase hecha; es una realidad respaldada por la ciencia. Está vinculado a enfermedades cardíacas, depresión y diabetes, entre otros males. La pregunta entonces es: ¿cómo pueden las personas mantenerse saludables en medio de tanta presión?

Uno de los primeros cambios que se manifiestan bajo estrés es en la alimentación. Es natural sentirse atraído por alimentos reconfortantes y fáciles de consumir, como las papas fritas y los dulces. Sin embargo, estos productos, aunque gratificantes en el momento, a largo plazo solo agravan la situación. Azmina Govindji, una dietista registrada y miembro de la Asociación Dietética Británica, advierte que, en tiempos de estrés, muchos optan por alimentos y bebidas azucaradas que ofrecen un aumento temporal de serotonina, el químico del bienestar. No obstante, este efecto es efímero y pronto se traduce en un rápido descenso de los niveles de glucosa en sangre, dejando a la persona sintiéndose aún peor. En lugar de esto, sugiere optar por carbohidratos complejos, como las gachas o el pan integral, que proporcionan energía sostenida para enfrentar un día difícil.

Otro aspecto crucial es la manera en que se abordan las comidas durante el día. Tomarse un respiro de 10 minutos para comer lejos del escritorio no solo disminuye el estrés, sino que también evita la tentación de consumir snacks poco saludables. Comer de forma consciente, alejándose del entorno laboral, masticando lentamente y saboreando cada bocado, puede marcar una gran diferencia. Según la Asociación Estadounidense de Psicología, un tercio de los estadounidenses recurre a alimentos ricos en grasas y calorías cuando están estresados. Para evitar caer en esta trampa, planificar las comidas es esencial. Si bien puede ser poco realista esperar que las personas cocinen comidas elaboradas en momentos de alto estrés, un menú sencillo de avena con bayas para el desayuno, un sándwich de pan integral para el almuerzo y una cena de pescado con papas y brócoli es una opción alcanzable y saludable.

El ejercicio es otro pilar fundamental en la lucha contra el estrés. Muchos tienden a adoptar una mentalidad de «todo o nada» en lo que respecta al fitness: se ejercitan intensamente antes de las vacaciones, pero abandonan la rutina en cuanto la vida se vuelve demandante. Sin embargo, el ejercicio es un remedio natural poderoso contra el estrés, inundando el cuerpo con endorfinas que mejoran el estado de ánimo. Maiken Skoie Brustad, entrenadora personal, aconseja recordar lo bien que se siente uno después de ejercitarse como una forma de motivación. No es necesario inscribirse en un gimnasio costoso; existen numerosos entrenamientos gratuitos que se pueden realizar en casa en unos pocos minutos. Organizar un circuito de cardio sencillo con ejercicios como correr en el lugar o saltos en cuclillas, combinado con ejercicios abdominales, puede ser suficiente para mantener el cuerpo activo y la mente despejada.

Es crucial también reconocer cuando el estrés comienza a afectar de manera significativa. No es normal vivir en un estado constante de tensión, y en casos graves, se debe buscar ayuda profesional. Zoe Norris, médica generalista, explica que aunque todos experimentamos estrés, la ansiedad como enfermedad es distinta. Los síntomas como palpitaciones, ataques de pánico o trastornos del sueño pueden ser indicativos de un trastorno de ansiedad. Pero incluso si no se llega a ese nivel clínico, es importante ser consciente de los niveles de estrés y tomar medidas para mitigarlos. El cuerpo humano no está diseñado para soportar estrés constante, y sin estrategias adecuadas, el impacto negativo puede ser severo.

Desarrollar mecanismos de afrontamiento es esencial para reducir el daño del estrés. Hacer ejercicio regularmente, leer, o socializar con amigos pueden servir como niveladores que evitan la adopción de malos hábitos, como el exceso de café o alcohol. Algunas situaciones, como la pérdida de un ser querido, son inevitables, pero cuando el estrés proviene del trabajo, puede ser útil hablar con el empleador. Si la situación laboral no mejora, puede ser el momento de considerar un cambio.

El sueño es otro aspecto que a menudo se ve afectado por el estrés. Guy Leschziner, neurólogo y autor de «The Nocturnal Brain», advierte que la falta de sueño puede exacerbar el estrés, creando un círculo vicioso. Es vital priorizar el descanso para mantener el estrés bajo control. Aunque las pastillas para dormir pueden ofrecer una solución a corto plazo, no son una respuesta sostenible. Leschziner señala que la mejor manera de resolver los problemas de sueño es abordar la fuente subyacente de estrés, y en algunos casos, la terapia cognitivo-conductual puede ser una herramienta útil.

El manejo inteligente del estrés también implica evaluar y fortalecer las estructuras de apoyo. Andrew Kinder, psicólogo ocupacional, sugiere analizar las relaciones personales y determinar quiénes son los aliados en momentos de dificultad. La resolución de problemas prácticos también puede aliviar la carga; por ejemplo, enfrentar una deuda directamente en lugar de evitarla puede brindar una sensación de control y esperanza.

Finalmente, es importante recordar que el trabajo no define a una persona. En una sociedad que valora el exceso de trabajo, es fácil olvidar que hay otras dimensiones de la vida que también son valiosas. Josh Cohen, profesor y autor de «Not Working: Why We Have to Stop», sugiere reducir la carga laboral a lo esencial, eliminando tareas que son meramente para aparentar. Esto no solo reduce el estrés, sino que también previene el agotamiento, permitiendo que uno se concentre en lo que realmente importa.

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