Un montón de voces que como ecos irrumpen en el imaginario de Valeria, una mujer entrando en la madurez que ha creado un micromundo personal, íntimo, pequeño, dedicándose a sus traducciones turísticas al esperanto y a escuchar a sus pájaros como una forma de vida, “de compañía para escaparse de la jungla”, en su salita de estar donde, de manera denodada, intenta contactarse de un modo inusual con el amor de su vida.
Valeria y los pájaros, el texto del notable dramaturgo español José Sanchis Sinisterra (El cerco de Leningrado) que se conoció a mediados de los años 90, encontró desde hace un tiempo una versión entrañable de la mano del director y maestro argentino Alejandro Giles y en el cuerpo de la notable actriz española, radicada en la Argentina, Pepa Luna, con música de Braian Arévalo, que este sábado 31 de agosto se presentará con una única función en el Centro Cultural Parque de España, de Sarmiento y el río.
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“Sé lo que quiero, por eso soy feliz”, le responde Valeria en un momento a Amelia, una de esas voces con las que entabla un vínculo, cuando trata de forzarla a que viva. “Valeria está viva y más viva que muchos, ha encontrado una buena forma de supervivencia en un mundo verdaderamente hostil, donde aquellos que queremos se van, y la memoria es la única herramienta que tenemos para mantenerlos vivos, ella nos muestra eso”, adelantan desde el equipo artístico que se completa con las voces en off de Carlos Romero Franc (Manso), Claribel Medina (Amelia), Fernando Gonet (Carabermeja), Marcos Montes (Ponce), Miguel Jordán (Padre / Miguelín), Ana Maria Castel (Lupe), Emma Rivera (Pola), Livian Fernan (Carolina) y Roberto Vallejos (Telmo), con diseño estético integral de Alejandro Giles.
“Un mundo donde todo se termina necesita que le pongamos «un poquito de color». Sinisterra ha sumado magistralmente, como sabe hacerlo, diferentes temas al conflicto que hacen que esta historia sea un espejo de la lucha en nuestro paso por este mundo, el amor, la guerra, la familia, las partidas, el espíritu, la religión, la política, el derecho a la felicidad como uno lo decida, incluso el derecho a vivir más allá de la muerte”, sostiene el director a modo de presentación de un material que de lo entrañable pasa a lo político como sucede con toda la obra del notable autor nacido en Valencia en 1940.
Poblar el vacío
“¿Voces? ¿Presencias? ¿Espíritus? ¿Cómo poblamos el vacío, cómo suplimos las carencias? Y, sobre todo, la ausencia: ese hueco que dejan los que se van antes que nosotros, ¿cómo lo llenamos? ¿Dónde se aprenden la renuncia, la resignación, el olvido?”, se pregunta Sanchis Sinisterra acerca de ese mundo en el que habita Valeria intentando algunas respuestas a tantas preguntas.
Valeria y los pájaros, si bien es una obra que entabla un diálogo con las lógicas de la producción dramática de José Sanchis Sinisterra, al mismo tiempo, pareciera plantear una coda en ese recorrido y en su búsqueda de sentido. “Es verdad que es una es una obra que hace como un quiebre en la dramaturgia de Sinisterra; trabajo mucho con él, dirigí entre otras ¡Ay, Carmela!, conozco su obra y su búsqueda. Es un hombre que es ateo y Valeria y los pájaros es una obra donde el personaje principal es espiritista. Eso ya le pone humor a la historia que cuenta la obra que, al mismo tiempo que se vale de ese humor fresco y singular, es de una gran hondura. Como todo lo que escribe Sinisterra, atraviesa la historia española y latinoamericana; el franquismo y toda dictadura existente, que son temáticas que atraviesan su dramaturgia. Y respecto de esta historia, como pasa con todos los personajes de Sinisterra, es una historia sencilla, habla de gente sencilla, común, a la que le pasan cosas grandes, extraordinarias, como las que le pasan existencialmente a todas las personas”, planteó el director Alejandro Giles, nacido en Mar del Plata, formado en Buenos Aires con maestros como Agustín Alezzo, y con una serie de recorridos formativos y de trabajo en el exterior.
“Esta es la historia de amor de una mujer adulta, ya madura –sumó Giles–, pero que desde su adolescencia está enamorada de un hombre que nunca supo que ella lo amaba, que era amigo de su padre. Ella, en silencio, estuvo enamorada de él y en un momento se enteran en la familia que este hombre, viajando por Latinoamérica, muere. Entonces ella decide hacerse espiritista para poder encontrarlo. Y es así que para poder encontrarse de una buena vez con ese hombre al que ama, habla con todos los espíritus habidos y por haber que se le cruzan en su búsqueda”.
En ese sentido, las voces y los diálogos que entabla Valeria en el cuerpo de Pepa, “una actriz magistral que pone en escena toda su gracia andaluza”, según expresó el director, son las voces que aportaron otros grandes referentes del teatro argentino. “Nos han acompañado queridísimos actores y actrices, compañeros de ruta de este trabajo como Claribel Medina, que está extraordinaria; como así también Miguel Jordán, Ana María Castel o Marcos Montes, entre muchos otros. Ellos son todos espíritus, pero sobre todo son grandes artistas que se sumaron a este proyecto porque amaron la obra desde el primer momento. Por eso siempre es bueno aclarar que, como dice Sinisterra, es un unipersonal pero no tradicional. Esta es una obra con muchos personajes, son once en total, diez los que aparecen en esas voces y con los que el personaje de Valeria entabla diálogos impresionantes, y ella que está allí en escena. En ese sentido, siempre destaco el trabajo de Pepa porque actúa, se mete entre esos diálogos y lo que escuchamos y vemos es una conversación donde conviven el vivo con lo grabado”, aporto el creador.
El material también indaga en el valor de sostener la memoria como una herramienta para mantener en un presente constante a los seres que ya no habitan este plano. “La problemática de la memoria es inherente al teatro de Sinisterra y es, al mismo tiempo, lo que a mí me convoca en el teatro: la idea de la lucha de la memoria contra el olvido, porque los que ya nos están, viven a partir del recuerdo de nuestra memoria; de otro modo todo se va perdiendo. Es, incluso, la lucha permanente de las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo. La de la memoria de nuestros seres queridos, hayan desaparecido o no de forma trágica, es la lucha por todos aquellos a los que amamos, nuestros amores viven en nuestra memoria. Y eso es lo que hace Valeria: mantiene vivo ese amor y está segura que en algún momento lo va a encontrar aunque sea de ese modo. Entonces ahí se hace como una analogía con aquellos que presencien la obra: todos hemos transitado historias de amor; todos, de un modo u otro, hemos luchado por amor, hemos querido, nos han querido o no, y entonces siempre mantenemos viva la ilusión de ser amados y de amar y compartir la vida con alguien que te corresponda. De eso habla esta obra: de que no hay que bajar nunca los brazos, tenemos que estar ahí, preparados, para cuando aparezca la oportunidad, pero también nos dice que a las oportunidades hay que buscarlas y hay que estar siempre en condiciones para que el amor aparezca”.
Hay en el teatro, temas que son universales y que siempre remiten a los seres humanos, como el amor, la muerte, las guerras y una larguísima lista de sentimientos y situaciones que son transversales a la producción dramática de Sinisterra. “Como en toda buena obra, hay un conflicto, no hay una lucha, pero hay temas que convocan al conflicto, que lo atraviesan, y en sentido son muchos los temas que aparecen. Cuanto más temas tiene el conflicto y mejor tratados están, mejor es la obra. Siempre, lo importante de los buenos materiales, es que no sean pretenciosos. Como en este caso, que se trate de algo sencillo, claro, y que vayan a un lugar, que tengan un destino y no que sea algo hermético. Que active la imaginación de los espectadores, que los vuelva empáticos, que sientan que algo de eso que le pasa al personaje les pasó o quizás le pueda pasar alguna vez. Si lo pensamos desde el psicoanálisis, pareciera que vivimos la realidad, la verdad, hasta los 10 años; después todo es memoria y recuerdo. A lo largo de la vida, siempre estamos buscando volver a esa niñez, a esos lugares y momentos que vivimos en la infancia, para bien y para mal. La vida es un poco eso: intentar resignificar esos momentos, esos espacios que quedaron grabados en nosotros en nuestras infancias”, concluyó Giles.
Para agendar
Valeria y los pájaros se presentará este sábado 31 de agosto, a partir de las 20.30, en una única función en el Teatro de Centro Cultural Parque de España, de Sarmiento y el río. Las entradas, a 5 mil pesos, se encuentran disponibles en la boletería en horarios habituales o bien a través de https://www.1000tickets.com.ar/evento?id_evento=1267&valeria-y-los-pjaros. IG @vylp.argentina | @alejandrogilesok