Espectáculos

Series

A la caza de un asesino serial en un mundo absurdo y excéntrico

“Grotesquerie” describe a una policía alcohólica y una monja aficionada al "True Crime" que van tras un criminal de horroroso imaginario bíblico, en un contexto donde priman la oscuridad, el desamor y la crueldad, pero también lo ridículo y absurdo


La plataforma Disney estrenó este mes la nueva serie de Ryan Murphy, producida por la cadena FX. Murphy cuenta ya con una larga y reconocida producción, entre la que se cuentan las series American Horror Story, Pose, Glee, y muchas otras. En este caso reincide en el horror con una propuesta sumamente singular, que sabe transitar un cierto límite entre los códigos de género reconocibles y la extravagancia desatada.

En cierto sentido Grotesquerie juega en terreno conocido, un tanto desgastado incluso en la repetición. Desde el comienzo sigue en apariencia el esquema rudimentario de la cacería de un asesino serial cuyos brutales crímenes refieren ostensiblemente al imaginario religioso bíblico. Cada escena del crimen es un retablo sanguinario que refiere a pasajes de las escrituras. Por ese lado, todo parece replicar ideas y mecanismos abordados hasta el hartazgo desde la década del 90, y sin mucha esperanza en principio de que algo suceda más allá del mero y habitual reciclaje de plataforma. Pero tal sensación, afortunadamente, es efímera.

El inusual e incómodo tono asentado desde el inicio desmiente de inmediato el posible gesto de un vacuo reciclaje. Lo grotesco no sólo está referido en el título. Tampoco refiere solamente al nombre que se da a sí mismo el enigmático asesino. Es en cambio la marca que define el inusual tono que domina toda la serie, entre la incomodidad, el extrañamiento y la extravagancia.

Tras las pistas del asesino se lanza una pareja “despareja” que, si bien de igual modo parece replicar fórmulas desgastadas, quiebra ciertos esquemas esperables por la excentricidad de los personajes. Personajes en los que no cabe buscar ningún tipo de identificación ni complicidad. Todo juega en los bordes de lo reprochable, del desagrado y la distancia. El mundo de Grotesquerie es un mundo reconocible en ciertos códigos de género, pero a la vez extrañado por el absurdo, la excentricidad y un humor negro de mal gusto.

La pareja protagónica está conformada por una retorcida policía alcohólica y una monja periodista aficionada al True Crime. Junto a ellas, una comparsa de caricaturas que introducen elementos cada vez más discordantes en la lógica de ese mundo en caída. La hija de la policía a cargo de la investigación sufre serios problemas con la alimentación. Entre ellas se juegan ásperos y destructivos duelos de consumo, de alcohol y de comida. Por otra parte, el esposo de la mujer está en coma desde hace tiempo, al cuidado de una enfermera de comportamientos desquiciados, entre el amor (por paciente) y la crueldad (con la mujer).

Por su parte la monja, de extraordinaria intuición, esboza sin ambages su mórbida fascinación por los crímenes sangrientos. Fascinación que comparte con un joven sacerdote no menos extravagante (de cuerpo esculpido y adepto al autoflagelo), por quien además siente una profunda atracción sexual.

El mundo de Grotesquerie es un mundo en franca caída, un mundo en ruinas donde nada queda por salvar. Un mundo donde priman la oscuridad, el desamor y la crueldad; casi el final de una era. El asesino mismo no parece ser sólo tal cosa, sino, por el contrario, una fuerza infernal de las profundidades que llega para poner el sello a la decadencia. En ese contexto los personajes se mueven dando pasos absurdos que no hacen sino acelerar la caída.

Si la excentricidad de los personajes, siempre al borde de la caricatura, abonan un terreno narrativo extravagante y absurdo, el desarrollo mismo de la intriga va profundizando rápidamente un tono enigmático que roza lo pesadillesco. Hay situaciones que parecen no tener lógica ni justificación, hay otras que se resuelven de modo insospechado, hay por momentos un tono paródico obvio que incomoda en su deliberado mal gusto, hay también un regodeo en la crueldad a veces explícita. Muy rápidamente se cae en cuenta de que ese mundo está dislocado, que ciertas normas allí no funcionan. Lo ridículo y lo escabroso conforman la base de ese mundo en ruinas y al borde de la desaparición.

Con el correr de los episodios Grotesquerie comienza a acercarse al relato de horror bíblico, pero signado por la extrañeza y la irracionalidad, y sostenido por una puesta en forma sofisticada, de extremo cuidado en los detalles y en la atmósfera, transitando siempre el riesgoso límite entre el subrayado de lo obvio y lo enigmático.

Aún quedan episodios por ser emitidos, pero las reglas del juego ya están planteadas con claridad y eficacia. Habrá que ver hasta dónde llevan el desborde y cómo llega a término. Pero hasta ahora, Grotesquerie es un producto más que destacable que, sin embargo, puede tanto fascinar como provocar rechazo.

Grotesquerie / Disney + / 1era. Temporada

Creador: Ryan Murphy

Intérpretes: Niecy Nash-Betts, Courtney B. Vance, Nicholas Chavez, Micaela Diamond

 

Comentarios

10