Otra frustración, y van… Newell’s no levanta vuelo. Cuando parecía que se acomodaba un poco con el interinato de Lunari y algunos pibes en cancha, Godoy Cruz le dio un golpe de realidad y el empate 1 a 1 con el pobre Sarmiento dejó indicios de que este camino final de ocho fechas va a ser largo y con pocas alegrías.
La defensa de Newell’s sigue agrietada. No importa que salga Méndez e ingrese Schott, o que Vangioni ocupe un lugar por la ausencia justificada de Martino y la lesión tempranera de Calderara. Tampoco que en el medio aparezca Fernández Cedrés. No hay caso. La inestabilidad de la última línea genera que el rival, de la nada, genere una situación de gol. O lo que es aún peor, que anote.
Un despeje corto de Salcedo de cabeza, y una falla en el cálculo del propio paraguayo en el regreso de la pelota, dejó a Morales cara a cara con un Macagno que intentó un cierre apurado. Y con un toque suave por arriba puso a Newell’s es desventaja cuando pasaba poco y nada.
El cambio de esquema de Lunari, al sacar a Ramírez por Cardozo para armar un 4-2-3-1 no modificó demasiado las cosas. Algunas buenas intenciones de Miljevic no parecía suficiente porque Juanchón perdía en el roce con los grandotes del fondo de Sarmiento; Cardozo siguió sin encontrar su lugar en el campo (¿de qué juega?); y los centros ‘picantes’ a la carrera de Vangioni no tenían a alguien que los aprovechara.
Entonces, lo que no se resuelve colectivamente, se soluciona con una individualidad. Y en la Lepra, el jugador que puede hacer algo distinto arriba es Mateo Silvetti. El pibe, que está vez jugó por izquierda, encaró en diagonal para sacarle provecho a su perfil diestro y sacó un zapatazo infernal al ángulo. Golazo para entablar un partido que empezaba a intranquilizar a los hinchas.
Newell’s nunca pudo hacerse dominador del partido. Ni la localía, ni el apoyo y empuje de la gente fueron suficientes. Y en el complemento estuvo aletargado, por momentos sin reacción para ir a buscar el triunfo. Y Lunari, que muchas veces solucionó con cambios la energía del equipo, esta vez falló. Frustrante ingreso del Monito Jaime, que tuvo 45 minutos espantosos para no ingresar más en todo el año.
Y después optó por pibes sobre experimentados. El DT prefirió a Juárez, Chiaverano y Acuña por sobre el Colo Ramírez o Méndez, que se quedaron con bronca en el banco.
Y no pasó nada. El partido se fue comiendo los minutos mientras la impotencia limitaba a Newell’s, el negocio le cerraba a Sarmiento, y los hinchas se debatían entre alentar o pedir «huevos».
Y el 1 a 1 mostró que el mal de Newell’s va más allá de jugar o no con dos nueves, de cambiar a los dos laterales o de amontonar muchos pibes en cancha. Ni de un entrenador y sus ideas. Hay un armado de plantel erróneo que a esta altura del año no se puede corregir. Y se paga con puntos, y una clasificación a la Sudamericana que a esta altura suena utópica.