«En un momento piden desconectar las cámaras y ahí se empieza a poner rara la situación». El insólito intento de robo del que fue víctima la financiera Reuterfin, de San Pedro, provincia de Buenos Aires, tuvo como principal característica una modalidad que nunca se había visto en la historia policial local: dos personas llegaron con una orden de allanamiento trucha para intentar llevarse todo lo que había en el local. Según relató el sitio local Noticia1, el vigilador privado fue el primero que sospechó y dio aviso a la central de la empresa en la que trabajaa, Riesgo Cero, al entender que algo extraño estaba ocurriendo. Mientras tanto, la Policía bonaerense llegaba al lugar porque ya tenía aviso de movimientos sospechosos de dos personas vestidas con ropas de la Federal en el centro de la ciudad.
De no haberse puesto en marcha los protocolos, con el rápido accionar del vigilador, la policía y el personal de Fiscalía que de inmediato arribó y procuró establecer la veracidad de lo que decían los delincuentes, la ciudad habría asistido a un robo de película.
Es que los delincuentes estaban vestidos con ropas de la Federal: ambos con gorras, uno con chaleco y otro con una campera rompeviento que tenía las siglas PFA de la espalda, aunque algo despegadas.
A Reuterfin llegaron con un testigo que levantaron en el centro y la orden de allanamiento impresa. Trucha, pero verosímil: era una copia fiel de las que emite la Justicia y hasta tenía un Juzgado Federal como presunto emisor, con código de barras y firma digital incluida.
Apenas arribaron, informaron con amabilidad que tenían orden de cumplir con ese procedimiento y que esperaban la colaboración, que los responsables de Reuterfin estaban dispuestos a prestar, aunque informaron que querían la presencia de un asesor legal de la firma por si acaso.
Eso también contribuyó a desbaratar la maniobra, ya que generó algunas demoras que permitieron el rápido accionar de la Policía y la Fiscalía.
Los delincuentes llegaron con una mochila en la que tenían una computadora y una impresora. Contaban con credenciales –una de ellas verdadera, ya que uno de los dos era efectivamente agente de la Policía Federal en Buenos Aires– una caja plástica, tijeras, bolsas de consorcio, y más elementos.
El que luego se comprobó que revista como agente de la Federal estaba a cargo. Leyó la orden de allanamiento y explicó el procedimiento que presuntamente tenían que llevar adelante.
Aunque todo parecía real, el llamado del vigilador a la central de la empresa de seguridad, el alerta que ya tenía la Policía y el arribo inmediato del instructor de Fiscalía Rodrigo Velázquez impidió la comisión del delito.
Cuando confirmaron que efectivamente la orden de allanamiento que esgrimían era apócrifa, dispusieron la detención de ambos. Mientras tanto, un cómplice que los esperaba en un Peugeot 408 huyó de la escena y era buscado intensamente en toda la región.