Gustavo Galuppo / Especial para El Ciudadano
Uno de los fenómenos más relevantes a nivel de alcance público del mes en la plataforma Netflix es el estreno de La brea, una serie que, en realidad, lleva ya tres temporadas emitidas desde 2021 en la cadena NBC. Con una repercusión moderada en su cadena de origen, al ser incluida en el catálogo de Netflix como estreno, alcanzó los picos más altos de reproducciones de la plataforma en lo que va de diciembre.
La brea se presenta como un relato de aventuras y misterio poco original en su planteo, apelando a tópicos y fórmulas que vienen siendo abordados repetidamente en el universo de las series: un grupo de personas se encuentran repentinamente y de modo inexplicable en un sitio extraño.
Cómo es exigencia para captar la atención inmediata y sin dilaciones, ya a los pocos minutos de comenzado el primer episodio se produce el incidente que detona el conflicto. Un enorme socavón de dimensiones extraordinarias se abre repentinamente en medio de la ciudad de Los Ángeles tragando a un grupo de personas que transitaban en ese momento por las calles. A partir de entonces el relato seguirá las peripecias de esas personas abandonadas en un territorio extraño y hostil y los intentos de rescate llevados a cabo desde la superficie.
La primera impresión, apenas comenzada la serie, es que se trata de otra repetición del endeble esquema propuesto por Lost hace ya tiempo y retomado hasta el hartazgo: un grupo heterogéneo de gente se encuentra repentinamente y de modo inexplicable en un lugar enigmático, a partir de allí todo se trataría de una acumulación insostenible de misterios que difícilmente lleven a alguna parte más que a la decepción. A ese esquema caprichoso lo hemos visto retomado una y otra vez tras haber sido probada su eficacia con el éxito masivo de Lost.
Pero si La brea parte de allí en su punto de inicio, amenazando con una vuelta más sobre lo mismo, de inmediato patea el tablero y toma un rumbo diferente. Habrá, claro, una suma de misterios y enigmas que se irán acumulando episodio a episodio, pero en cuanto al foco principal del misterioso incidente todo se revela de inmediato. No hay elucubración ni especulación posible, ese lugar extraño es el sitio de la misma ciudad, Los Ángeles, pero 10 mil años atrás. Se trata de una suerte de viaje en el tiempo a través de un portal. Todo entonces se dirige hacia otro lado, la aventura pura y dura.
Tal decisión podría, desde ya, ser un acto elogiable, no quedar pegados a la ya insoportable multiplicación de misterios para poner el foco en la aventura ingenua a la vieja escuela. Pero la verdad es que poco funciona en La brea: los personajes dibujados en pinceladas toscas, las actuaciones que no superan la mediocridad, las situaciones por demás de estereotipadas, la perezosa puesta general; todo huele de forma molesta a refrito fácil y a resolución esquemática. Poco queda de la festiva fibra aventurera que, por ejemplo, tan bien recuperaba una serie reciente como Monarch (de la saga de films sobre Kong y Godzilla), una serie a la que, incluso, La brea le debe mucho, ya que la base del planteo general es bastante similar, y tanto que genera sospechas sumando desaciertos a la decepción general.
No deja de resultar curioso el éxito de La brea en la plataforma Netflix, siendo que en su emisión original en la cadena NBC en 2021 había suscitado escasa atención.
¿Qué es un producto eficaz como entretenimiento? En parte, más allá de sus visibles falencias e impericia, podría decirse que sí, que una especie de simpatía puede despertar en su ya poco frecuente intento de recuperar ese espíritu aventurero. Pero la verdad es que el resultado general es tan pobre que su éxito tardío sólo puede ser adjudicado a la creciente medianidad de la oferta imperante en las plataformas, y a las escasas expectativas que se depositan, a estas alturas, en el descubrimiento de relatos audiovisuales relevantes.
La Brea / Netflix / 3 temporadas
Creadores: Thor Freudenthal, Adam Davidson
Intérpretes: Jon Seda, Natalie Zea, Eoin Macken, Jack Martin