Dejada durante más de un siglo al cuidado solamente de obreros y pintores, la Torre Eiffel, monumento emblemático de París, dispone ahora de un diagnóstico de su estado realizado por modelización digital, que le permitirá afrontar serenamente los próximos dos o tres siglos.
Cuando en 1889, con motivo de la Exposición Universal de París, fue construida por Gustave Eiffel, la Torre estaba prevista para ser desmontada al cabo de veinte años. La cuestión es cómo han resistido sus 18.000 elementos al tiempo, a las adaptaciones y a los millones de visitantes cada año.
La respuesta es que han resistido bien, pero fue necesario efectuar un modelo virtual digital y resolver una ecuación con más de un millón de incógnitas para estar seguros de su buen estado de salud.
Cuando Stephane Roussin llegó para desempeñarse como responsable de las estructuras de la Torre Eiffel, descubrió con sorpresa la dimensión artesanal del mantenimiento del edificio. “Grosso modo, se hacía un examen completo cuando era pintada y según lo que los pintores encontraban, se hacía el mantenimiento”, relató.
En 2008, la Sociedad de Explotación de la Torre Eiffel (Sete) ordenó hacer un modelo numérico de la Torre de 324 metros de alto, del mismo tipo realizado para otras construcciones tan espectaculares como el viaducto de Millau (Francia 2.460 metros de largo por 343 de alto), las torres gemelas Petronas en Malasia (452 metros de alto) y la torre Burj Jalifa de Dubai (828 metros).
El problema es que el comportamiento de los materiales modernos utilizados en esas obras se conoce bien, lo que no es el caso para la Torre Eiffel.
“Hoy, los puentes se construyen con acero y apernados, mientras que la Torre Eiffel está hecha de hierro y sus estructuras son remachadas. Hubo que partir de cero para volver a la construcción inicial de la Torre”, destacó Roussin, un ex oficial de marina que trabajo en el portaviones francés Charles de Gaulle.
En tanto dos ingenieros del Centro Técnico de Industrias Mecánicas estudiaban los planos originales de Gustave Eiffel para realizar el modelo numérico, otros sometían a sus elementos a todo tipo de pruebas mecánicas y químicas para introducir los valores correctos en sus cálculos.
Una buena sorpresa fue el descubrir que el hierro “puddlé” utilizado por Eiffel y que en la época servía para las herraduras, reacciona casi como la madera, pero con una resistencia superior y se oxida mucho menos que el acero.
Con todos los elementos obtenidos en 2009, los ingenieros iniciaron importantes pruebas virtuales para estudiar la estructura y sus 148.000 “nudos” en función de diversas circunstancias (viento, nieve, escarcha, visitantes).
Al cabo de seis meses de cálculos, el modelo “dinámico” de la Torre estuvo listo para permitir todo tipo de simulacros.
Stephane Roussin rechazó dar a conocer las circunstancias extremas que podrían dañar el edificio pero afirmó que “la Torre tiene todavía un buen margen”.
El modelo permitió sobre todo comprender que las zonas más vigiladas hasta ahora no eran las más delicadas y otras más vulnerables eran menos atendidas.
Todos éstos datos útiles para preparar la Torre para sus desafíos futuros, el primero de los cuales el calentamiento climático y la contaminación atmosférica.