Un día la imbatibilidad del Coloso se iba a terminar. El invicto de Newell’s y del arco de Hoyos. Y casi como un capricho del destino, fue el propio arquero leproso quien en la última jugada del partido salió lejos y sin sentido para que River lo ganara en el último suspiro. Perdió la Lepra en un partido que no mereció quedarse si nada, aunque no se acercó a la producción de hace unos días ante Racing, con otros jugadores, es cierto.
La línea de tres no llegó para quedarse, pero su uso puede ser más habitual. Esta vez fue una versión híbrida, ya que Heinze decidió mantener a Velázquez e incluir a Mansilla, pero prescindió de jugar con un lateral carrilero zurdo. Así, cuando Newell’s tenía la pelota se paraba claramente con tres defensores, para tener pase perfilado hacia afuera con el zurdo Mansilla y al pasar a posición defensiva retrocedía Mosquera y quedaba con cuatro hombres atrás. Una decisión tal vez emparentada con un River que apenas puso a Borja como atacante claro.
Un remate desviado de Ferreira de frente al arco, tras una buena jugada asociada, fue la única acción emotiva de la primera parte. El resto fue presión para incomodar y bloqueos ante cualquier intento serio de jugar de ambos lados. El mérito leproso fue llevar a River a una situación de ningún remate al arco, lo que no es poco tratándose del líder del torneo.
De a poco Newell’s empieza a sentirse cómodo con la idea de Heinze, aunque la poca producción de chances de gol es el punto débil que está a la vista. A veces se resuelve con una pelota parada, otras no. Y entonces queda sensación a poco, que con River duele menos por la calidad del rival.
El segundo tiempo presentó un formato similar, aunque con algunos jugadores más cansados y un River que entendió debía hacer algo más. El partido revalidó las credenciales de final cerrado y el valor de un gol creció a precio dólar. Y en ese contexto, la suerte, los errores y la jerarquía son argumentos válidos para llevar la pelota a la red. O no.
El destino esquivo le puso el travesaño a un zapatazo teledirigido de Iván Gómez y le corrió el arco a un cabezazo de Recalde. Del otro lado, el ingresado Solari dejó en claro que perdió el aura goleadora del ciclo Gallardo y desperdició dos chances muy claras, en ambos casos con Hoyos impidiendo el grito.
Demichelis, algo tarde, movió el banco para meter titulares habituales y tomó el comando del partido. Y casi lo gana Newell’s, con un remate de Ferreira que lució a Armani. Hasta que llegó la jugada desgraciada del final, con Newell’s jugado en ataque en una pelota parada, con un retroceso lento de Ferreira para cortar la contra y un Hoyos que vació el arco para que Solari sólo tuviera que empujar la pelota a la red para quedarse con un triunfo inesperado que llenó de bronca a todo el pueblo rojinegro.