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«Nuestro enemigo mañana puede ser nuestro amigo»: Ignacio Peries encabezó otro histórico Vía Crucis

La tradicional ceremonia religiosa tuvo lugar en el noroeste con una convocatoria multitudinaria, aunque menos masiva que en otras ediciones. Menos violencia, más paz, necesidad de volver a los valores, algunas ideas fuerza que dejó el popular cura

El Vía Crucis de la parroquia Natividad del Señor, encabezado por el padre Ignacio Peries, tuvo lugar nuevamente como cada año, en el barrio Parque Field II. La tradicional celebración religiosa concentró a varios miles de fieles, guiadas por el icónico sacerdote, quien habló con los medios antes de iniciar la peregrinación, en un contexto en el que la ciudad vive una ola de violencia y crimen nunca antes vista, y cuando en la provincia hay una paradoja extrema: son récord en décadas los índices de empleo, pero a la vez la pobreza escala sin límites, incluso y cada vez más entre obreras y obreros. Menos violencia, más paz, necesidad de volver a los valores, algunas ideas fuerza que dejó el popular cura.

“Nadie puede vivir esta vida sin la presencia del otro. Es importante reconocer nuestra debilidad humana, nuestras limitaciones como hizo Jesús”, reflexionó el sacerdote y agregó: “Es importante ser conscientes que sin la presencia de los demás no somos nada. Es necesario abandonar este pensamiento de que yo puedo hacer todo solo. Es imposible”.

Lo dijo justo en el inicio de la conmovedora y multitudinaria muestra de fe, aunque en esta edición con menos convocatoria que en otros años.

“En realidad tenemos que recordar que al que hoy consideramos como enemigo mañana puede ser nuestra última gotita de agua para salir del paso. Nosotros debemos ser conscientes de nuestros egoísmos”, dijo Ignacio a los medios locales.

El Vía Crucis Mayor comenzó en la parroquia Natividad del Señor (Mena 2284), ubicada en la zona noroeste de la ciudad, y continuó su recorrido por Concoloncorvo, Berrini, Palliere, Peirano, López Bouchardo, Juan Pablo II, avenida Kennedy, Camino de los Granaderos hasta Palestina (allí está ubicada la Cruz), donde tuvo lugar la Misa de Cierre. “Mucha de la gente que ha venido hoy ha venido para agradecer”, dijo el religioso católico.

“Si bajamos nuestros egoísmos, conocemos nuestras debilidades y conocemos las necesidades que el otro tiene, aprenderemos a convivir en paz y amor”, concluyó el cura.

«Llueva, haga frío o calor, nunca suspendemos. Vengan preparados para caminar dos horas y algo más, como todos los años. Con fe, con amor, para mover el corazón de Dios», había convocado el padre Ignacio en la misa realizada un día antes, el Jueves Santo.

El evento religioso se produjo este año en un contexto sumamente sensible: la saga de crímenes en Rosario llegó a niveles históricos. La violencia, la inseguridad, la gran crisis económica y los números récord de pobreza que golpean fuertemente a los argentinos se convirtieron en el marco sociopolítico de una peregrinación donde los fieles se acercaron para pedir salud, alimento y trabajo.

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