El coronel retirado Gilberto Vázquez, preso en una cárcel de Montevideo acusado de perpetrar delitos de lesa humanidad, aseguró ayer que no existen restos de desaparecidos en Uruguay, ya que poco antes del retorno de la democracia en 1985 fueron desenterrados, quemados y sus cenizas tiradas a un arroyo. Precisamente ayer, antropólogos forenses uruguayos anunciaron que reanudarán esta semana las excavaciones en predios militares en busca de restos de detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar (1973-1985).
Vázquez, un ex oficial de Inteligencia, afirmó que ya no se podrá dar con restos de desaparecidos, pues a fines de 1984, en el final de la dictadura, mediante la llamada Operación Zanahoria los que había fueron desenterrados y quemados, y las cenizas arrojadas a un arroyo. “No hay nada. Lo saben en las Fuerzas Armadas, en el MLN y en el Partido Comunista”, dijo.
Sin embargo, algunos restos ya han aparecido y esta semana empezará a excavarse en el Batallón de Paracaidistas del departamento de Canelones, a 45 kilómetros de Montevideo.
Al respecto, Vázquez explicó que esos restos hallados son algunos que quedaron fuera de esa “operación de limpieza” porque “como todas las cosas, nunca es perfecto”.
“No hay más (restos). Los reclamos son por desaparecidos en Argentina, que tenían otro sistema. Ahí desaparecían”, añadió, y completó: “La orden fue que cuando muriera alguno, no apareciera”.
Las desapariciones “fueron casos mínimos” dijo el coronel retirado, que marcó diferencias con los mecanismos de represión que se usaron en otros países de la región. “En Chile los mataban, en Argentina el sistema era hacer desaparecer. Acá está (José) Mujica presidente, el Ñato (Eleuterio Fernández Huidobro) senador, (Eduardo) Bonomi de ministro (del Interior)”, afirmó.
“Con algunos se nos fue la mano y otros eran tipos enfermos, que de repente llegaban y sin tocarlos les daba un infarto. El tema fue que entre miles de tipos, alguno se quedaba. Ese desaparecía”, recalcó durante la entrevista.
Según Vázquez, los cuerpos no fueron entregados a sus familiares porque “los altos mandos” decidieron que, ante el “drama económico” que vivía el país en esos años, “se necesitaba dar una sensación de tranquilidad para favorecer la inversión” extranjera.