Parecía que lo peor había pasado, aunque la tempestad que se abatió sobre la región durante la mañana dejó toda la ciudad patas para arriba. Pero no: a los severos daños materiales a la infraestructura pública, privada y a viviendas particulares que dejaron las ráfagas huracanadas de este miércoles le faltaba un episodio más, y ocurrió pasadas las 14.45 unas dos horas después de que se reiniciara el temporal, ahora como un copioso aguacero. Sobre esa hora un taxista circulaba con una pasajera a bordo por San Juan al 2300, entre Alvear y Santiago, cuando de pronto quedó inmovilizado por una rama de gran porte que se precipitó encima del auto, y las catenarias y cables del trole que arrastró al desprenderse. “Fue un susto importante”, atinó a decir el chofer, a sabiendas de que la había sacado barata. O aún más.
“Venía circulando, sentí el ruio y cayó la rama arriba del auto. El ruido fue grande”, contó el taxista. Por suerte todo quedó en susto: fueron precisamente los cables del trole los que funcionaron como atenuante al impedir que la pesada y contundente rama de fresno impactara de lleno contra el techo del taxi.
No hubo que lamentar heridos, ni el móvil 0995 tuvo daños de consideración, aunque la pieza ubicada en el techo que distingue a los taxis de otros vehículos quedó hecha añicos.
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El servicio de la Línea K quedó suspendido desde el momento del siniestro, aunque un equipo de Movi Rosario se hizo presente rápidamente en el lugar y, tras liberar el taxi, levantó la columna y repuso las catenarias en su lugar para que la K pudiera volver a circular, lo que ocurrió antes de cumplirse dos horas del siniestro.
“Por milímetros no me cayó en el parabrisas”, contaba el taxista ante micrófonos radiales, todavía conmocionado mientras se iba dando cuenta de lo afortunado que había sido.