Diez catamarqueños integran el único panel de catadores de aceite de oliva del mundo compuesto por ciegos y disminuidos visuales, que actúan como “jueces”y al momento de dar un veredicto sobre la calidad de este producto.
Lucía Tomada, química industrial del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), explicó que los ciegos “tienen más memoria gustativa dado que, al no ver, recuerdan mejor los sabores”.
La experta señaló que gracias “al trabajo tecnológico y a la exigencia que implicó buscar el reconocimiento internacional para acreditarse, el panel logró tomar impulso y crecer en todo sentido”.
El grupo formó la cooperativa denominada Catadores del Valle y logró convertirse en diciembre de 2010 en “el segundo panel de catadores de aceite de oliva argentino con acreditación del Comité Oleícola Internacional (COI), entre los 47 que existen en todo el mundo”. El segundo panel del país pertenece a la Universidad Católica de Cuyo.
Hoy lo supervisan Sol Molina, del Inta, y Edgar Ahumada, de la Universidad Nacional de Catamarca, “instituciones que aportan con fuerza el proyecto”, dijo desde el Inti la especialista.
Dora Trentini, de 66 años, integrante del grupo, explicó: “Somos doce jueces que evaluamos el aceite y luego damos nuestro veredicto, que la mayor parte de las veces es unánime, dada la experiencia que obtuvimos con la práctica de todos estos años”.
La mujer consideró: “Cuando uno tiene una discapacidad lo último que tiene que hacer es quedarse encerrado, pensando que no puede hacer nada. Hay mucho para hacer en el mundo; se los digo sobre todo a los padres de los chicos que tienen algún problema”.
Dora, quien hace quince años empezó a perder la visión por una enfermedad, dijo que “cuando en la Argentina este tema sea ley, como lo es en Europa, tal vez podamos cubrir nuestra subsistencia desde la cooperativa”.
El panel también está integrado por Verónica Herrera, Lucía Paredes, Daniela Nievas, Luis Villaroel, Argelia Páez, Adel Vega, Héctor Yáñez, María del Carmen Mena y Marta Ovejero.
Desde el Inti Catamarca, el arquitecto Ricardo Gildeza señaló que “a diferencia del vino, el color del aceite no es un parámetro de evaluación, lo que hace posible que los no videntes y disminuidos visuales estén en condiciones de evaluar sensorialmente el producto”.
El aceite de oliva admite dos tipos de análisis: uno de carácter físico-químico –que pondera sus componentes intrínsecos– y otro, de tipo organoléptico, que posibilita una evaluación sensorial.
Esta última es la especialidad del panel de catadores ciegos, que en equipo pondera si el aceite es frutado, si es maduro, si tiene gusto a madera, atributos que hacen a la calidad del producto.
Desde 2005, el grupo y el Inti cuentan con el apoyo de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Ambliopes (con disminución visual) (Faica), la Federación Olivícola Argentina (FOA), el Ministerio de la Producción de Catamarca, el Inta Catamarca y la Universidad Nacional de Catamarca.
Sólo Catamarca y La Rioja superan las 50.000 hectáreas cultivadas con olivos, una planta que se orienta en especial a la producción de aceite, y junto con San Juan y Mendoza forman la “cuenca olivícola” del país.