Miguel Passarini
Entre muchas de las actividades que de forma paralela ofreció la reciente 20ª edición del Festival de Teatro de Rafaela (FTR), aparece Error de conexión, un hibrido entre el fenómeno vivo que supone el teatro y la tecnología, que se presentó por fuera de la programación oficial en uno de los espacios de investigación de la Universidad Nacional de Rafaela (UNRaf).
Error de conexión fue una muestra de teatro expandido creada por U Teatro, bajo la dirección actoral de Mayra Armando, con dirección técnica de puesta en escena de Ramiro Rodríguez y asistencia técnica a cargo de Carolina Rosso, al tiempo que el grupo está conformado actualmente por Eliana Bauducco, Victoria Gutierrez y Martina Mandril, tres jóvenes intérpretes que comenzaron su recorrido teatral en Rafaela en su reciente adolescencia. Se trata de actrices que en todos los casos participaron en los últimos años en distintas instancias de los Laboratorios de Creación Escénica del FTR, estrenando obras en ese marco y realizando funciones posteriores, como seguramente también pasará con Error de conexión.

“La propuesta es una creación escénica en proceso que combina actuación en vivo con tecnologías interactivas en tiempo real, proponiendo un cruce entre lo teatral y lo digital. Desde lo narrativo, Error de conexión gira en torno al reencuentro de tres amigas de la infancia, la noche anterior al cumpleaños de una cuarta que ya no está. En ese espacio atravesado por pantallas, interrupciones, desencuentros y silencios, la pieza indaga en las nuevas formas de vinculación en la era digital desde una perspectiva sensible, contemporánea y generacional, invitando a pensar en los modos en que nos relacionamos en tiempos de hiperconectividad”, destacan desde el equipo creativo respecto de un material que, entre más, instala una serie de preguntas acerca de qué pasa con las redes sociales, fotos y publicaciones de las personas que mueren.
Crear desde lo experimental
U Teatro es un espacio de experimentación y creación que surgió en el marco del Proyecto Talleres Culturales de la Secretaría de Articulación con la Comunidad de la Universidad Nacional de Rafaela (UNRaf), en el Laboratorio de Medios Audiovisuales y Digitales de dicha universidad.
«El espacio surgió como un territorio de exploración escénica de teatro expandido con el doble objetivo de ofrecer formación y creación escénica a estudiantes de la UNRaf, al mismo tiempo que la posibilidad de investigar las formas que surgen al poner en diálogo el teatro tradicional con lenguajes interactivos digitales. Con esto, el grupo explora propuestas escénicas híbridas e innovadoras, que desbordan los límites de la escena convencional», plantean.
“Hace dos décadas, imaginar una Universidad Pública en Rafaela y su región parecía un sueño lejano. Hoy, la UNRaf no sólo es una realidad sino que además es un actor clave que articula conocimiento, innovación y comunidad. Precisamente, a través de la Secretaría de Articulación con la Comunidad, y en diálogo con municipios, organizaciones sociales, escuelas, empresas y el sector cultural, impulsamos proyectos que fortalecen el entramado público‑privado, diversifican profesiones y abren nuevas capacidades para el desarrollo regional”, contó Ramiro Rodríguez.
Y destacó: “En ese marco surgió esta obra escénica, Error de conexión, un proyecto de teatro expandido y extensión universitaria desarrollado junto al Laboratorio de Medios Audiovisuales y Digitales (MADlab) de la UNRaf. La propuesta combina escena y tecnología interactiva: sensores que leen movimiento, cámaras que registran presencias colectivas, entornos programados en Isadora, y dispositivos que enlazan cuerpos, datos y memoria local. Pero la tecnología es apenas el inicio”.

“Error de conexión –continuó Rodríguez– nos invita a mirar de frente algo que atraviesa nuestra vida cotidiana: nuestra existencia digital. Dejamos rastros en redes, nubes, chats, archivos que se replican. Y cuando ya no estamos físicamente, buena parte de esa información permanece: perfiles que siguen activos, fotos que alguien vuelve a compartir, mensajes que resurgen como si el tiempo no hubiera pasado ¿Estamos construyendo sin saberlo un cementerio digital, una persistencia de datos que se vuelve memoria, archivo, identidad extendida? ¿Quién decide qué vive, qué se borra, qué se transforma en patrimonio afectivo o cultural?”.
En el mismo sentido, planteó finalmente: “Cuando llevamos estas preguntas al espacio escénico con la participación de estudiantes, artistas, docentes y la comunidad ampliada, la extensión se vuelve experiencia viva: un territorio donde la universidad y su entorno se piensan mutuamente entre el plano físico y el digital que nos sobrevive. Este es apenas el primer paso. Seguimos conectando saberes, cuerpos y tecnologías para entender y reescribir, cómo habitamos, recordamos y perduramos en el mundo físico‑digital que ya compartimos”.
