Rosario, viernes 05 de diciembre de 2025
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Rosario, viernes 05 de diciembre de 2025

Lago Ranco: la joya en el sur de Chile que invita a cruzar la cordillera

Lago Ranco: la joya en el sur de Chile que invita a cruzar la cordillera
Lago Ranco: la joya en el sur de Chile que invita a cruzar la cordillera

Por: Sebastián Abeliuk

El sur de Chile esconde tesoros que parecen pensados para quienes buscan un viaje diferente, lejos de las rutas masificadas. Uno de ellos es el Lago Ranco, el tercer lago más grande del vecino país (después del lago General Carrera y el lago Llanquihue), rodeado por un mosaico de pueblos que conservan sus tradiciones, entornos naturales que sorprenden a cada paso y una gastronomía que recoge lo mejor de la herencia mapuche y campesina. Para los viajeros argentinos, se trata de una escapada cercana que se puede hacer desde San Martín de los Andes, perfecta para vivir la Patagonia chilena desde otra mirada: íntima, auténtica y hospitalaria.

Futrono, puerta de entrada a la cuenca

La ciudad de Futrono es la principal puerta de ingreso al Lago Ranco y el punto de partida ideal para comenzar a explorar la zona. A orillas del lago, combina servicios turísticos con una atmósfera tranquila, marcada por la vida local y la cercanía con comunidades mapuche. Desde aquí se puede navegar hacia la isla Huapi, un lugar de fuerte identidad indígena, o disfrutar de su costanera, donde se mezcla el aire fresco del sur con vistas inigualables a los volcanes.

Muy cerca de Futrono se encuentra Llifén, conocido por sus aguas termales y su imponente paisaje cordillerano. Las Termas de Llifén son un clásico para quienes buscan relajo en medio de bosques nativos, mientras que el valle circundante sorprende con ríos y montañas que invitan al trekking y al contacto directo con la naturaleza. Aquí la tradición mapuche se hace presente en la hospitalidad de sus comunidades y en la oferta gastronómica que rescata productos locales como la murta, el piñón y la trucha fresca.

Mavidahue: espiritualidad del pueblo mapuche

Para quienes desean adentrarse en la cosmovisión mapuche, Mavidahue es una experiencia única. Este centro cultural y espiritual, situado en un entorno de bosque, ofrece la posibilidad de conocer rituales, relatos y formas de vida que se transmiten de generación en generación. Es un espacio que conecta al visitante con la tierra y con una manera de entender el mundo donde la naturaleza y el ser humano forman parte de un mismo todo.

La principal actividad aquí es la ganadería. Desde hace 20 años han diversificado su oferta, por lo que la familia dueña del terreno decidió expandirse hacia el agroturismo.  Según cuentan, “brindamos una experiencia de campo a la gente de la ciudad. Tenemos paseos a caballo, senderismo, y los invitamos a participar desde las 8.30 de la mañana cuando llegan los trabajadores. Apuntamos a grupos familiares, y el otro público objetivo son las empresas y el ámbito corporativo”.

El Centro Campestre Mavidahue tiene buenas alternativas de alojamiento. Son en total cinco cabañas de madera equipadas, y poseen en su interior living comedor, cocina americana y dos dormitorios. También se puede pernoctar en un pequeño departamento construido dentro de un contenedor, especialmente pensando en parejas ya que tiene cama matrimonial y una terraza con un hot tub totalmente privado.

Küme Yeal: sabores de la tierra

La gastronomía del Lago Ranco se distingue por su autenticidad, y uno de los lugares donde mejor se expresa es en Küme Yeal, un restaurante de comida mapuche y tradición ancestral que está a cargo de la chef Margarita Leiva. Sus platos se preparan con productos locales como papas nativas, hongos, frutos del bosque y hierbas recolectadas en el entorno. Comer aquí es más que saciar el apetito: es una oportunidad para conocer la riqueza cultural de la zona a través de sus sabores.

Saltos y cascadas: la fuerza del agua

El territorio del Lago Ranco es también tierra de saltos de agua. Entre los más impresionantes se encuentran los Saltos del Nilahue y del Calcurrupe, que sorprenden por su caudal y la belleza de los paisajes que los rodean. Estos sitios no solo son atractivos naturales, sino que también representan lugares de valor espiritual para las comunidades locales. Caminar por sus senderos permite descubrir la intensidad con la que el agua modela la geografía de la región.

Parques Saltos del Nilahue cuenta con 3 senderos de baja dificultad que se pueden recorrer en aproximadamente 45 minutos. El más transitado es el sendero Cuncumen, que tiene una distancia de caminata de 800 metros en donde se puede apreciar muy de cerca el esplendor de la Selva Valdiviana. El parque es frecuentado por aficionados a la pesca con mosca, senderistas que buscan relajarse en medio de un entorno natural, y por aquellos que gozan con el birdwatching, debido a que este sitio es ideal para avistar algunas aves como el chucao y el martín pescador.

Riñinahue: historia y naturaleza

El pequeño poblado de Riñinahue se abre paso entre montañas y bosques, ofreciendo al visitante un ambiente sereno y cargado de historia. Aquí se encuentra el Museo Intercultural, que rescata la memoria de las comunidades mapuche y colonos que habitaron la zona. Además, los alrededores invitan a realizar caminatas, cabalgatas o simplemente contemplar la vida tranquila de un rincón que parece detenido en el tiempo.

Parque Futangue: naturaleza y sabores patagónicos

Un imperdible de la región es el Parque Futangue, que con sus más de 13 mil hectáreas de bosque nativo ofrece senderos, lagunas y montañas que fascinan a quienes disfrutan del turismo de naturaleza. Pero Futangue no solo sorprende por su riqueza paisajística: su restaurante es también una celebración de la identidad gastronómica de la Patagonia. Allí se trabajan productos únicos del entorno, como los frutos del arrayán, los berries típicos del sur, la miel de ulmo, la pimienta de canelo y los hongos silvestres, junto con mariscos traídos de la costa de Valdivia. Una propuesta que demuestra que la cocina puede ser tan poderosa como el paisaje a la hora de conquistar a los viajeros.

Parque Panorámico: la postal perfecta al atardecer

El recorrido por el Lago Ranco encuentra un broche especial en el Parque Panorámico, desde donde se obtiene una de las vistas más icónicas del lago, con sus aguas azules reflejando las montañas que lo rodean. Este mirador, perfectamente acondicionado para los visitantes, es el lugar ideal para cerrar la ruta con una fotografía que condense la belleza del viaje.

El lugar cuenta con 5 miradores con vistas magníficas al lago desde lo alto, dos muelles que nos recuerdan a aquellos de la isla de Chiloé, cuatro columpios y algunas vistas a las montañas de fondo.

Su sendero -de dificultad baja- demora aproximadamente una hora en completarse, además del tiempo que uno desea permanecer en la cumbre mientras se puede disfrutar de una puesta de sol. Para quienes deseen visitarlo, el parque está abierto todos los días y permite el ingreso entre las 9.30 y las 6.30.