Tras la derrota en el clásico y ante el partido con Barracas uno esperaba un golpe sobre la mesa, un golpe de efecto.
En realidad, el que lo esperaba era este cronista. Pero es sabido que en el mundo futbol los concesos son difícil de construir, casi como en la vida misma.
Como sea, al menos por ahora, nada cambio y es difícil en este contexto por la urgencia de conseguir resultados positivos.
Es raro el presente de Newell’s. Todo hacia suponer que los resultados favorables sin jugar bien le permitirían al equipo encontrar cierta identidad y mejorar su propuesta. Pues no paso. Continúa jugando mezquinamente y no consigue los resultados. ¿Y entonces?
Un golpe de efecto, tras el clásico perdido, tal vez hubiese sido probar con otros intérpretes, arriesgar con los pibes de inferiores. ¿Cuál es el riego? ¿Perder?
Este equipo ya pierde y demuestra bastante poco. ¿Por qué no probar otra cosa?
Es claro que no esta en la agenda de Cristian Fabbiani con lo cual panorama se hace cuesta arriba.
¿Por qué funcionaria algo que ya demostró que no funciona?
Queda por delante la Copa Argentina donde premio es grande y como dice la publicidad futbolera “todo puede pasar”. A eso aspira también la actual conducción que encabeza Ignacio Astore mirando de reojo las próximas elecciones de diciembre.
Este cronista está convencido que el deterioro institucional impacta sobre el juego, sin armonía virtuosa el desenlace es azaroso. Y si a esto le agregamos el desempeño “polémico” (por ser generoso) de los árbitros las cuentas no cierran.
Volver a las fuentes es recuperar el protagonismo con los pibes de las divisiones inferiores.
A excepción de Ever Banega, todos los jugadores son reemplazables. Ninguno es mas de aquellos que no juegan.
Volver a empezar es también cambiar la perspectiva como abordar el problema y el primero que debe visualizar esta situación es Fabbiani.
De lo contrario, Newell’s depende de la diosa fortuna. Como hasta hora.