Muy poco, apenas meses, hace que Ricardo Fort está instalado en el medio y ya hay más de uno que lo mira con mala cara. No tanto por sus excentricidades y ostentaciones, sino por su estadía en Mar del Plata.
¿Por qué? Resulta que el Rey del Chocolate, novato en La Feliz, elige para cenar los lugares que tradicionalmente albergan a los artistas. El problema, según cuenta Perfil, es que lo hace siempre acompañado por su séquito de guardaespaldas, asistentes, chicas y demás, y ocupa la mitad del salón.
En consecuencia, los históricos comensales suelen quedarse sin mesa y, cara de disgusto mediante, tener que buscarse otro restaurante.