Un Pasado de Ausencias y Violencia
Nata nació en Santa Fe y su infancia estuvo marcada por la violencia, los maltratos y la discriminación debido a la ausencia de cuidados básicos. Sus padres estaban privados de la libertad. Aunque intentó ser adoptado a los 12 años a iniciativa de su madre, él se opuso en ese momento. Poco después, ingresó al hogar donde reside actualmente.
El Presente: Necesidades Cubiertas, Anhelos Pendientes
Actualmente, Nata no tiene carencias materiales, pero esto no lo satisface. Su deseo más profundo, que repite como un eco, es tener «una familia, un papá y una mamá»; algo que no se puede comprar.
A pesar de su situación, muestra madurez y esperanza:
Educación: Está en segundo año, se esfuerza por ir a la escuela todos los días y cree que esto lo ayudará a ser «alguien mejor y cambiar la historia de mi familia».
Ocio: Encuentra refugio en el deporte (natación, que lo relaja) y disfruta de actividades sociales propias de su edad, como salidas con amigos, compartir una gaseosa y jugar al fútbol.
El Deseo que Interpela
Nata expresa su anhelo con especial intensidad ante la llegada de la Navidad: «Mi deseo para esta Navidad es tener una familia, sentirme cuidado, contenido, y por primera vez sentir esa sensación de tener una mamá y un papá».
Su testimonio pone en foco las adopciones tardías en Argentina, un desafío donde los adolescentes suelen ser ignorados. Él no busca una familia perfecta, sino una posible: alguien que esté, que escuche y que lo mire como hijo, no como un expediente.
Convocatoria Abierta
La difusión de la historia de Nata ha motivado a la Justicia santafesina a mantener abierta una convocatoria pública para quienes deseen informarse o postularse para la adopción.
Organismos: Juzgado de Familia N° 3 de Rosario y el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de Santa Fe.
Contacto: Se puede escribir a registrosrosario@santafe.gov.ar, consignando en el asunto el número de convocatoria 81/25 y dejando los datos de contacto.
Los organismos recuerdan que adoptar es asumir una responsabilidad que implica disponibilidad emocional, compromiso y acompañamiento profesional, y no un acto de «salvar» a nadie. Nata, con dolor pero también con visión de futuro, sigue creyendo que puede «cambiar la historia de mi familia».