Rosario, domingo 21 de diciembre de 2025
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Rosario, domingo 21 de diciembre de 2025

El dramático caso de una nena de nueve años sobreviviente del fentanilo adulterado en Rosario

La mamá de Valentina Garcilazo contó el calvario que vivió en el Hospital Italiano Sur a principios de mayo de este año. Entró por un dolor en la clavícula. Le diagnosticaron neumonía y una operación de drenaje del pulmón –con la sospecha de la aplicación del fentanilo- la dejó al borde de la muerte, con durísimos 48 minutos de tareas de reanimación. La fiscalía de La Plata ya aceptó el caso en el marco de la investigación del juez Ernesto Kreplak
El dramático caso de una nena de nueve años sobreviviente del fentanilo adulterado en Rosario

Valentina Garcilazo entró al Hospital Italiano Sur el 3 de mayo de este año. Sus padres la llevaron porque sentía dolor en la clavícula, después de una caída que tuvo en la escuela, en la clase de educación física. Valentina tiene 9 años.

“Le hacían placas de brazo, placas de tórax, todo, pero no le encontraban nada”, le contó a El Ciudadano, Érica, su mamá. Sin embargo, los dolores no terminaban y obligaron a la familia a volver, una segunda y una tercera vez.

En un momento, Valentina empezó a tener fiebre alta, que la familia no lograba bajar fácilmente. Frente a eso, relató Érica, “le mandan a hacer todos los análisis, las placas” y terminan diagnosticando “un principio muy leve de una neumonía”.

La familia sumó perplejidad, siendo que hasta el momento el foco de la atención estaba puesta en el golpe que había sufrido en la clase de Educación Física.

Los médicos tomaron la decisión de dejarla internada, en principio serían dos días. Pero la sorpresa aumentó cuando le comunicaron a la famlia que la nena probablemente iba a tener que someterse a una cirugía para drenar el líquido que tenía acumulado en el pulmón.
Mientras tanto, ella seguía con dolor en la clavícula y el dolor no desaparecía.

Finalmente decidieron operarla, el lunes 5 de mayo. Por experiencias familiares negativas, los padres pidieron hablar con el anestesiólogo y el cirujano, pero no fue posible, según relató Erica, que también se quejó de la “manera cruel” con la que le comentaron a Valentina la necesidad de la operación, lo que derivó, según explicó “en un ataque de nervios” de la pequeña.

En su relato a El Ciudadano, Érica recordó cada detalle, pero de ese día domingo previo a la operación resaltó “el estado de susto, de miedo” y la “taquicardia” de su hija, frente a lo cual pidió que le aplicara un calmante.

Esa noche finalmente durmió, pero al otro día volvió a tener otra crisis nerviosa, cuando los médicos le preguntaron si estaba lista para la operación. “A todo esto seguíamos exigiendo con el papá que viniera el cirujano y el anestesiólogo. Estábamos a una hora de la cirugía y no se acercaba nadie”, relata Érica, algo que lograron hacer minutos antes de la operación. Finalmente, a los padres les explicaron que después de la operación Valentina tendría que tener un drenaje por unos días y que quedaría internada en sala común.

“Cuando la están llevando al quirófano, ella entra en una nueva crisis nerviosa”, explicó Érica, y agregó: “Ahí sale el anestesiólogo y le inyecta algo. Nunca supimos qué fue lo que le inyectó. Y ella se duerme. La llevan al quirófano, hacen la cirugía, ya sale con su drenaje, estaba muy entubada”. La sospecha fuerte de los familiares es que esa inyección era de fentanilo contaminado.

Tras la operación, la desesperación

Tras la intervención quirúrgica cambiaron los planes y resolvieron dejarla en terapia intensiva, aunque, por ser menor, con la presencia de algún familiar. “Ella sale entre dormida y despierta, abría los ojos y volvía a desvanecerse”, explicó la madre.

Luego de que entrara la radióloga a sacar una placa, Érica primero notó que Valentina se durmió muy rápidamente, y luego observó que “estaba como en un rojo vivo, con un brote en todo su cuerpo, su cara y sus manos”. Cuando la tocó, “hervía”.

“Ella no estaba como cuando uno tiene fiebre, sino que su cuerpo estaba hirviendo. Entonces quería despertarla y ella no reaccionaba. Me acerco y ella ya no respiraba. Ella no respiraba, entonces empiezo a los gritos”, recordó Érica.

“Sonaban las alarmas, sonaban muchas alarmas, y estaban avisando que había un problema con ella, pero no había nadie. Estaban todos en la cocina tomando mate. Empiezo a los gritos, se acerca un enfermero que no era del piso, era de la terapia de adultos, pero como no había gente en terapia de pediatría, lo habían mandado arriba. Entonces le digo: «Algo le pasa a la nena, la nena no reacciona, la nena no respira». Entonces se acerca, la empieza a llamar, constata que ella ya no respiraba, aprieta una alarma y empiezan a venir las médicas, las enfermeras. Empiezan a hacerle las primeras reanimaciones, desde que yo llamé hasta 3 minutos habían pasado”, recordó la mamá de Valentina.

En ese momento, le pidieron que saliera afuera de la terapia pediátrica y allí se encontró con su numerosa familia, que estaba esperando otras novedades. “Valen dejó de respirar, están haciendo las reanimaciones, no sabemos qué pasó”, dijo en ese momento Érica.
En la desesperación, un tío de la niña forzó la puerta y entró a la terapia. Allí los padres vieron a su hija entubada, y a los médicos “haciendo las reanimaciones con el respirador manual”.

Diagnóstico equivocado

Las maniobras de reanimación se extendieron por 48 minutos. En el medio, una médica arriesgó que la nena tenía “muerte cerebral”, y pidió hacer una resonancia magnética. Érica le explicó a El Ciudadano que fueron los familiares los que tuvieron que buscar la camilla y movilizarse por las instalaciones, “porque nadie autorizaba eso”.

“Finalmente firmó la autorización una médica, hicieron la resonancia y no era muerte cerebral tampoco. Entonces la suben de vuelta a terapia”, recordó la mamá de Valentina.

Mientras tanto, los familiares pedían hablar con el cirujano y el anestesiólogo, pero les decían que ya se habían ido. “En el minuto 40, dije «bueno, basta, ya está». Yo ya no quería que la toquen más. Si era la voluntad de Dios llevársela…. Bueno, basta. Yo ya no podía ver más y todo lo que estaba viendo era desgarrador, era horrible. Y encima no tenía respuestas, porque ellos no te dan respuesta nunca de nada”.

“Empieza a reaccionar”

“Al minuto 48, cuando la iban a declarar que ya había fallecido, ella empieza a reaccionar. Ella reacciona por sí sola. El primer movimiento fue sacarse el tubo de la de la boca y hacer fuerza. Entonces, ellos la sujetan y bueno, ya había vuelto en sí. Pero cuando ella vuelve en sí, entra después en coma”, recordó.

“Al entrar en coma, ella ya hacía fuerza para poder respirar sola. Entonces, esperaron una hora, la dejaron una hora con el respirador y cuando se lo quitaron empezó a convulsionar. El griterío era enorme. Y la médica me dijo: «Mamá, háblale en el oído. Hablale despacito y suavecito en el oído que ella cuando te escuche que sos vos, se va a tranquilizar». Entonces, yo me acerqué y empecé a hablarle a ella en el oído despacito, y ella se calmó, ella se tranquilizó totalmente. Pero seguía en coma. Ya habían pasado tres horas desde la operación”, contó Érica.

Finalmente, el lunes a la noche ella vuelve en sí, aunque no recordaba nada de lo sucedido.

Explicaciones que nunca llegaron

“Necesito que vengan y me digan, ¿qué es lo que pasó? Porque entró con un golpe, terminó en un quirófano, en una cirugía de pulmón, entró en una terapia, estuvo 48 minutos en reanimación y no me podés decir que no sabés qué es lo que pasó. ¿Me entendés? Yo necesito explicaciones”, contó Érica que les decía a los médicos.

Frente a las sospechas de los familiares presentadas al anestesiólogo por lo que le habían inyectado antes de la operación, las respuestas fueron poco precisas y no explicaban lo que había pasado durante esos 48 minutos de reanimación. “Como que ella se fue a otro mundo”, fue una de las explicaciones. «No estamos hablando de una película, estamos hablando de una nena que tiene 9 años y que entró por un golpe en una clavícula”, respondieron los familiares.

«Son cosas que pasan. Pasa una en un millón, le pasó a tu hija, le pudo haber pasado a otro, pero le pasó a ella”, fue otra de las respuestas, según narró Érica.

Valentina pasó 12 días en terapia, que Érica recuerda con dolor: “El maltrato de los enfermeros fue tremendo. Los camilleros, las mucamas. Yo lloraba ahí adentro porque a nosotros nos pasaban de largo todos y nadie nos decía nada, no nos querían atender”.

“Ella se salva por la familia. Porque la familia buscó la camilla, la familia la llevó a la nena a hacer la tomografía, la familia pateó, la familia exigió y la familia fue quien hizo la protesta en ese momento para que los médicos no se alejaran de la nena y sigan con la reanimación. En terapia de adulto, no hay nadie. Esa es la diferencia”, explicó.

El fentanilo contaminado

“Nosotros creemos que se le aplicó el fentanilo antes de la cirugía, como un tranquilizante, porque se usa el fentanilo como un relajante y un tranquilizante previo a una cirugía. Fue eso lo que le provocó a ella ese episodio”, insistió Érica.

Después de un primer contacto con familiares de víctimas del fentanilo adulterado, los familiares resolvieron llamar a la Fiscalía de La Plata, donde le recomendaron pedir la historia clínica y contar por mail el paso a paso de la internación. La Fiscalía, por su parte, también pidió la historia clínica.

Al tiempo, desde La Plata confirmaron que el caso forma parte de la investigación que comanda el juez Ernesto Kreplak.

Cuando Érica pidió la historia clínica le pidieron 30 mil pesos. Cuando la pidió completa le exigieron 70.000. Y ahora está tramitando una presentación en la Defensoría del Pueblo para evitar ese pago.

El caso de Valentina es el 239 en la causa que se tramita en La Plata, que ya tiene detectados 125 muertos por fentanilo contaminado.