Andy Chango siempre ha sido un personaje difícil de etiquetar, y en su llegada a los 55 años, esa complejidad parece haberse acentuado. En una serie de entrevistas recientes que capturaron la atención del público, el músico y panelista se definió como el «distinto» de una familia tradicional, pero también reveló un costado sorprendente: su profunda necesidad de soledad y su vida puertas adentro.
«Estuve en mi casa 50 de los 55 años que tengo», confesó, rompiendo con el mito del noctámbulo empedernido. Esta faceta introspectiva surge justo cuando su exposición pública vuelve a alcanzar picos de popularidad gracias a su desembarco en la nueva temporada de MasterChef Celebrity, el certamen que Rosario sigue con especial atención a través de la pantalla de Telefe.
El desliz sobre su futuro en la pantalla
La participación de Chango en el reality de cocina no está exenta de su cuota de caos característica. En una charla reciente, el artista habría revelado involuntariamente detalles sobre su continuidad en el certamen. Aunque el contrato de confidencialidad suele ser estricto en estos formatos, el «filtro Chango» falló, dejando entrever que su paso por las hornallas más famosas del país podría ser más extenso —o accidentado— de lo esperado.

Esta noticia no es menor para los seguidores del programa en nuestra región, donde la figura de Andy genera una mezcla de curiosidad y empatía por su estilo desenfadado, una suerte de «antichef» que llega para romper con la solemnidad de la alta cocina.
Identidad, familia y el «karma» de ser diferente
Más allá de las cámaras, Chango reflexionó sobre su lugar en el mundo. Al describirse como el integrante de su familia que rompió con el mandato de la abogacía y las profesiones tradicionales, aseguró que se siente «cubierto kármicamente». Para él, haber elegido el camino de la música y la libertad personal fue una forma de equilibrar la balanza de una estructura familiar muy rígida.
Ese mismo espíritu es el que traslada ahora a la televisión abierta. Entre el humor ácido y la reflexión honesta, Andy Chango logra lo que pocos: que el público lo acompañe tanto en sus excentricidades frente a un plato de comida como en sus momentos de mayor lucidez y honestidad brutal.