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Cristina y Scioli: simulacro de paz

La Presidenta dijo que necesita todos los votos, en referencia a la implementación de listas colectoras.

“Daniel gana por un voto pero yo necesito a todos”. La frase la pronunció, en Olivos, Cristina de Kirchner, mano a mano con Horacio González, jefe de la Cámara de Diputados bonaerense. Operó, entre silencios y sobreentendidos, como la oficialización de lo inevitable: la candidatura K de Martín Sabbatella.

Más tarde, González –con base en Ituzaingó, territorio donde la impronta del diputado de Morón perfora al PJ– blanqueó su aval a las colectoras y visitó a Daniel Scioli para bosquejar el texto que suprime el sistema D’Hondt de las primarias bonaerenses.

Ese proyecto desembarca en la Legislatura luego de que el gobernador inaugure las sesiones ordinarias (después asistirá a la apertura junto a la presidenta) con un libreto dual: alineamiento con la Casa Rosada pero, a la vez, marcando su propio perfil en política de seguridad.

Sobre ese blanco martilla, y se aglutina, la progresía K para ametrallar a Scioli. Además sirve, en parte, como soporte discursivo de la colectora Sabbatella sobre cuyo impacto electoral circulan hipótesis y cálculos múltiples, en más de un caso antagónico.

El sciolismo difunde la teoría de que no obtendrá más que los casi 6 puntos que logró en 2009 “contra Kirchner”, machacan. En Balcarce 50 elevan esa cifra a 8 ó 9. Artemio López, escuchado en despachos K, arriesga que el piso ronda los 12 puntos.

Otro consultor cercano al gobierno simuló una votación en un distrito del conurbano sur y detectó cifras superiores al 15 por ciento. “No habrá voto confusión”, arriesgan en Casa Rosada y dicen que las boletas de Scioli y Sabbatella tendrán, incluso, hasta distintos colores.

La matemática electoral –los 2,5 ó 4,5 puntos que, con 6 por ciento o 12 por ciento de votos en la provincia aportaría Sabbatella a la bolsa de los 40 que necesita Cristina para ganar en primera vuelta– se invoca como justificación sobre una boleta bis, de perfil progre, en la provincia.

Así y todo, en los sondeos que difunde el gobierno, la victoria en primera vuelta luce irreversible. ¿Por qué, entonces, otra lista para sumar un puñado de puntos adicionales? ¿Por qué, además, el kirchnerismo le pide a Sergio Massa que evite la interna del PJ y compita con una colectora?

El dirigente de Tigre desecha recurrir a esa vía y jura ante los suyos que enfrentará a Scioli en la primaria del peronismo provincial. Montar una tercera boleta K podría ser fulminante para el PJ: dividir votos por tres implica, incluso, arriesgar hasta la gobernación.

Al mencionar que Scioli gana “por un voto”, Cristina se refirió a que no existe balotaje en la provincia y, por tanto, se queda con la gobernación quien se imponga por la mínima diferencia. El argumento sirve, al menos, para no avalar en persona la embestida contra el gobernador.

Sin embargo, en Casa Rosada y en La Plata, los simulacros son día a día menos eficaces: la confrontación entre Cristina y Scioli se asume, en ambas carpas, como un desenlace inevitable. No ocurrirá ahora: juntos, la presidenta y Scioli, estarán en el acto ultra K del 11 de marzo en Huracán.

Ese show, que promete más de 60 mil personas, lo arma la Corriente Nacional de la Militancia (CNM) desde donde brotaron los primeros chispazos a favor de Sabbatella. Luego el gobernador pacificó al Movimiento Evita de Emilio Pérsico y al Frente Transversal de Edgardo Depetri.

Ahora ese espacio volvió a explorar, con más precisión, la opción de pactar con el dirigente de Morón: hablan de una lista con el PJ y la CGT; y otra del resto del kirchnerismo que nuclee a los piqueteros, los partidos de izquierda y hasta, dicen, a La Cámpora.

Al punto que se sugirió, luego del castigo de Scioli a Fernando Chino Navarro, invitar a Huracán a Sabbatella. Por lo pronto, esa posibilidad está descartada: convocarán a Scioli, junto a otros gobernadores, pero no lo incluirán en la lista de oradores.

Habrá, por otro lado, una butaca reservada para Hugo Moyano y para los caciques del PJ pero también se convocó a Hugo Yasky –aliado de Sabbatella– y a dirigentes ligados al kirchnerismo de diversos orígenes, por caso, los humanistas y el PC de Patricio Echegaray.

Será, sin la cobertura (o la excusa) de tratarse de un acto oficial, la primera tarima puramente política que pisará la presidenta y estará, obviamente, teñida de clima reeleccionista y ultra K. A tal punto que las tribunas, siempre viscerales, pueden sorprender con silbidos o frialdad a los que no consideren tales.

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