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Mala praxis médica: pocos casos y menos condenas

Carlos Bentolila, del Tribunal Extracontractual Nº 2 de Rosario, desestima la llamada “industria del juicio”.

Por: Carina Ortiz

Una seguidilla de fallos judiciales que salieron a la luz en un breve lapso disparó el debate en torno a los juicios por mala praxis, un “rubro” en el que se mezclan la vida, la muerte y el dinero. Desde el Colegio de Médicos de Rosario aseguraron que existe una “industria del juicio” de parte de “abogados inescrupulosos” que instigan a los pacientes a recurrir a la Justicia ante el menor indicio de no haber recibido una atención adecuada. Sin embargo, en diálogo con El Ciudadano, el magistrado Carlos Bentolila, del Juzgado Extracontractual N° 2 de Rosario, desmiente esa afirmación: “No son tantas las causas que se inician y tampoco son tantas las condenas que se dictan”.

— ¿Son comunes los casos de mala praxis?

—Los casos por mala praxis médica no son, cuantitativamente hablando, los más representativos de nuestro trabajo. No son tantas las causas que se inician, ni tampoco son tantas las condenas que se dictan, aunque cabe aclarar que esta circunstancia tiene una razón de ser. En efecto, las personas, a veces motivadas por una enorme serie de cuestiones que exceden el presente, ocasionalmente entienden que hubo mala praxis médica y, en pos de encontrar respuestas, a ella atribuyen ciertos desenlaces fatales para los que no existe otra explicación plausible. Mas ello no puede hacernos soslayar que los médicos se comprometen a poner todo de ellos para que el paciente se cure, y nunca pueden asegurar el resultado, extremo que depende de un sinnúmero de imponderables. Así, se produce mala praxis médica cuando se verifica que la actuación del médico, sin intención de dañar, se revela culposa, esto es imprudente, negligente o imperita.

— ¿Cómo evalúa la Justicia estos casos?

—Desde el Poder Judicial no ignoramos que los médicos trabajan muchas veces en condiciones que no son las ideales, o que algunas instituciones no cuentan en ocasiones con la infraestructura deseable para proveer determinadas soluciones. Esos son datos que vale tener en consideración al momento de evaluar la actuación habida. Lo que no puede perderse de vista es que existen situaciones en las que el paciente padece una dolencia de muy baja incidencia estadística, con la consiguiente imprevisibilidad de presentación, con síntomas inespecíficos atribuibles en principio a otras enfermedades más comunes, y no puede enjuiciarse con severidad un diagnóstico que principia por entender la existencia de la enfermedad más común. Diversa es la situación si el paciente cuenta con un padecimiento que el médico (por razones geográficas, históricas, epidemiológicas, o de conocimiento previo del consultante) no podía desconocer.

—Esto marcaría la diferencia en aquellos casos en los que un médico es responsable o no de una muerte.

—Ciertamente, ello implica poder distinguir situaciones en que el desenlace se produce por razones ajenas al médico de las que acaecen porque éste no cumplió con los deberes a su cargo. Así, al momento de evaluar una mala praxis médica, debemos hacer un juicio retrospectivo, reconstruyendo la reacción del médico en aquel momento, con los medios, estudio o información que tenía en esa oportunidad, y en el marco de la relativa urgencia de la respuesta. Es que, lógicamente, no podemos enjuiciar una elección terapéutica con información que arribó ya sucedido el desenlace.

— ¿Qué dice la ley al respecto?

—Nuestra legislación obliga a probar la culpa del médico a quien la invoca, y en enorme cantidad de oportunidades ello es una tarea dificultosa. Para eso resulta fundamental la historia clínica del paciente, que debe ser completa e inteligible. Los médicos no pueden soslayar que una historia clínica completa es, ante todo, su mejor defensa, permitiéndonos a nosotros entender las razones de su decisión. Va de suyo, el médico también tiene el deber de explicar con palabras claras, al paciente y su familia, cuál es el cuadro de situación y qué conducta terapéutica se va a adoptar. Hablar con total y absoluta honestidad es sumamente significativo, porque los pacientes y sus familias tienen derecho a saber cuál es la hipótesis de trabajo de la terapéutica. Otro problema interesantísimo que se presenta es el riesgo que existe en la evolución de la medicina. Es que, en múltiples ocasiones, se indica una determinada farmacoterapia que, con posterioridad, se advierte contraindicada en una congerie de situaciones respecto de las que nada se sabía.

— ¿Y en esos casos cómo se evalúa el error humano?

—El año pasado organizamos una Jornada en el Colegio de Magistrados en relación al “error médico”, en donde se discutió acerca de las estadísticas mundiales y la incidencia de ciertos errores comunes que, aun en los países más desarrollados, cuesta disminuir. En general, la mayoría de las causas que refieren a mala praxis médica, suelen estar vinculadas a estos errores comunes que, en caso de adquirir una magnitud significativa, pueden desencadenar el agravamiento de la dolencia o inclusive la muerte del paciente.

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