El Cirque Èloize debutó en el Teatro El Círculo a sala llena, los 12 performers pusieron el cuerpo y los sentimientos en “Rain”, el espectáculo con el que proponen una vuelta a las sensaciones maravillosas de la tierna infancia. Así, las chicas se ponen en fila y van pasando la piedra roja para lanzarla y saltar hasta el cielo, en medio del charco de agua, ¿Hay felicidad más genuina que saltar un enorme charco de agua, y que las gotas salten para todos lados? Ese es el espíritu de la puesta del Cirque Èloize, que propone volver a los juegos de la infancia con un enorme abanico de emociones que transmiten en cada cuadro, donde cada personaje cuenta una historia particular, entre risas y diálogos que transforman el escenario del teatro por momentos en una plaza pública, en otros en imágenes sueltas que el público se llevará a su casa para recordarlas antes del sueño.
La concepción de la obra pertenece al italiano Daniel Finzi Pasca, autor del libro además, quien explotó los talentos individuales de los doce performers. Hay un personaje definido claramente como el anfitrión, y quien sostiene la línea de humor y cuadros. Una actriz que presenta un perfil de diferencia con el resto y que tiene a su cargo los momentos más dramáticos para mostrar la reacción ante los diferentes y también la inclusión del distinto, o sketch que separan los cuadros y que se permiten la risa parodiando el género circense.
Las piruetas se suceden en la escena. Los altos saltos desde un sube y baja despiertan los suspiros, uno de los actores sale disparado hacia el vacío, la precisión del elenco es perfecta. Las chicas se balancean en el trapecio de altura o en la lira (aro colgado); se ríen, son dos nenas en una hamaca a varios metros del suelo, ellas bailan y se contorsionan, la imagen es bella. Un hombre y una mujer con ropas de bañistas de principio de siglo compiten en la rueda Cyr (aro gigante en suelo), sus cuerpos bailan agarrados al borde del aro, los rivales terminan jugando.
Lo que queda en evidencia es que el elenco canadiense utiliza la técnica circense para comunicar situaciones y sensaciones: la libertad, la posibilidad del error, el equilibrio, la fuerza, la risa, la diversión, la poesía, el canto, el disfrute. El pianista toca mientras los performers se valen de trapecios, toboganes, clavas, telas, pelotas, globos, maletas, aros gigantes, en destrezas aéreas y en suelo. Y sobre todo el agua, que está ahí, en el piso del teatro más lindo de Rosario, para que el grupo chapotee entre risas, un contagioso juego de pelota. Un piso especial protege la madera del escenario, mientras la lluvia cae entre los chorros de luz que alternan colores claros.
La ambientación de vestuario y objetos vuelve a los años 30 y 40, así grises, negros y blancos son cortados por algún objeto en rojo que se destaca. Si bien ellos cuentan con el patrocinio del popular Cirque du Soleil, -con quienes van a compartir proyectos en un futuro-, la propuesta de Êloize es más íntima, apelando a la técnica tradicional de circo para comunicar una historia, y pensada básicamente en una puesta teatral.
Sin brindar demasiados descripciones para no develar la magia, se puede observar en el variado público del teatro que aplaude de pié al final de «Rain», una sensación de felicidad y alegría en sus rostros.
La propuesta de Cirque Éloize es una eficiente vuelta a los juegos de la infancia, en el espectáculo que se repetirá durante cuatro días en Rosario, y después hará otros cuatro en el Gran Rex de Buenos Aires, en la primera visita a Argentina del grupo. Una salida recomendada para esta Semana Santa, en que además el pronóstico del tiempo anuncia lluvias.
