El papa Benedicto XVI hizo este domingo de Pascua un especial llamado al “diálogo” y a la “diplomacia” en Libia. Además, pidió “diplomacia” y “acogida” para los africanos que huyen del continente, azotado por guerras y conflictos armados.
«Que en Libia la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas», clamó el Papa antes de impartir su bendición «Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), ante más de 100 mil fieles congregados en la plaza de San Pedro.
En su mensaje, el pontífice pidió que «la paz y la dignidad humana venzan a las tinieblas de la división, del odio y la violencia» en Oriente Medio y reclamó “solidaridad» para los inmigrantes y refugiados africanos, quienes “se han visto obligados a dejar sus afectos más entrañables”.
Además, pidió que “los hombres de buena voluntad se vean iluminados y abran el corazón a la acogida, para que de manera solidaria y concertada se puedan aliviar las necesidades urgentes de tantos hermanos».
Vestido con hábitos litúrgicos dorados, en señal de fiesta, el Papa encabezó ante cardenales y obispos la misa del domingo de Pascua en una plaza adornada con miles de flores y asoleada. El pontífice, que acaba de festejar seis años de pontificado y cumpleaños número 84, parecía en buen estado físico.
A una semana de la beatificación de Juan Pablo II, el papa alemán retomó dos temas que caracterizaron el largo pontificado de su predecesor, la defensa de la paz a cualquier precio y la solidaridad con los más débiles.
El llamamiento papal estaba dirigido indirectamente a los líderes políticos de Europa, que apoyaron la decisión de la ONU de intervenir en Libia.
También alude aquellos dirigentes europeos que han multiplicado sus declaraciones xenófobas, al punto de que estudian medidas para limitar el ingreso y la circulación en el viejo continente de miles de inmigrantes.
Las revueltas a inicios del año en Túnez y Egipto así como la guerra en Libia obligaron a decenas de miles de personas a huir de esos países, la mayoría en barcazas, hacia Europa.
El desmantelamiento de los campos de prófugos en Libia, donde vivían hacinados unos 10 mil etíopes, somalíes y eritreos que huían de guerras y conflictos en sus propios países, suscitó una verdadera emergencia humanitaria, denunciada en varias ocasiones por la iglesia católica.
En su mensaje, el Papa reconoció que si bien en el cielo «todo es paz y regocijo», «en la tierra, lamentablemente no es así». Añadió: «En nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras y violencias».
De la misma manera, recordó los desastres naturales y en particular el drama de Japón, tras el sismo seguido de tsunami de marzo pasado y deseó que encuentren «alivio y esperanza» ante el dolor y la angustia.
Benedicto XVI pronunció su mensaje en italiano poco antes de la bendición «Urbi et Orbi» durante la cual deseó «buenas pascuas» en 65 idiomas, entre ellos árabe, japonés e hindi. El acontecimiento fue retransmitido en directo por numerosos canales de televisión del mundo.