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Uno de cada 166 es autista

Eso es lo que indican las estadísticas argentinas para los niños en edad escolar. Especialistas resaltan la importancia de la detección precoz. Los fonoaudiólogos reciben las primeras consultas de los padres.
La consulta temprana es crítica para tratar una patología más común de lo que se cree.

La detección precoz de los indicadores de autismo en los niños resulta clave para un mejor tratamiento de ese trastorno, afirmó Agustina Richiusa, miembro de la regional La Plata del Colegio de Fonoaudiólogos. Y no es un dato menor: según las estadísticas, uno de cada 166 niños en edad escolar tiene este tipo de patologías en la Argentina. Sus causas son en gran medida aún desconocidas, y no hay terapias unificadas sobre las que haya consenso amplio.

Esta es una de las disciplinas de la salud “habilitada para intervenir en el tratamiento de esta enfermedad. De hecho, la mayoría de los casos que terminan con diagnóstico de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) comienzan en una consulta al fonoaudiólogo”, dijo la especialista.

Según relató la médica, “los padres llegan al consultorio preocupados por los problemas que sus hijos presentan para comunicarse, para comenzar a hablar o por la aparente pérdida auditiva”.

“Los niños no responden cuando son llamados por su nombre, sin embargo los padres se ven confundidos porque ante otros sonidos responden a intensidades normales, e incluso algunos sonidos habituales de la vida diaria suelen molestarles demasiado” debido a “la hipersensibilidad auditiva presente frecuentemente en los niños con TGD”, explicó Richiusa.

De acuerdo con las estadísticas de entidades especializadas, en el país uno de cada 166 niños en edad escolar padece este tipo de enfermedades.

El Colegio de Fonoaudiólogos indicó que “para darse un diagnóstico de autismo deben cumplirse seis o más manifestaciones de un conjunto de trastornos de la relación, de la comunicación y de la flexibilidad”.

El primer síntoma de alarma “por lo cual consultan las familias es –en un alto porcentaje– la ausencia de lenguaje y la falta de comunicación”, señaló la entidad. “Por eso decimos que es muy importante el rol del fonoaudiólogo, ya que en muchos casos es la primera consulta que realiza la familia, por lo tanto el profesional debe estar formado para poder realizar una buena evaluación y hacer las derivaciones pertinentes”, explicó Mónica Dudok, especializada en estas problemáticas.

Una de las opciones para tratar estas enfermedades es la terapia cognitivo conductual: profesionales coordinados por un psicólogo especializado en el tema realizan tratamiento domiciliario e inclusive asesoran a la escuela a la que concurre el niño. “En todos los casos, se trabaja junto con profesionales de otras ramas de la medicina y la psicología que abordan desde esa perspectiva el autismo”, detalló el Colegio.

Hoy, “la intervención del fonoaudiólogo resulta muy útil para el tratamiento, que indefectiblemente debe ser interdisciplinario”, aclaró Richiusa.

El autismo se puede detectar “alrededor de los 2 años, aunque podemos hablar de indicadores precoces” como “la ausencia de conducta comunicativa con intención”, indicó Dudok

Esas conductas comunes en la infancia, dijo, son “las que utiliza el niño desde temprana edad para compartir experiencias o para pedir (señalar con el dedo, por ejemplo, o buscar la mirada del adulto para compartir algo), además de la ausencia de juego simbólico”.

El autismo “es un trastorno en espectro, por lo tanto ningún niño presenta la misma sintomatología que otro” por lo que los profesionales deben adecuarse a las necesidades y al potencial de cada niño en particular”, apuntó el Colegio.

En la etapa actual de la investigación se pone el acento en la importancia de los apoyos y de la asistencia psicoeducativa a lo largo de la vida del paciente con autismo.

También se sabe que este trastorno no es propio de la infancia, sino que acompaña al individuo a lo largo de su vida, por lo que hay que pensar además en un adulto autista y en la evolución y cambios del programa educativo terapéutico con el trascurso de los años.

“No se saben con certeza los motivos y tampoco se ha encontrado una herramienta sanitaria para su curación”, acotó Richiusa. La especialista resaltó que a partir de la intensificación de los tratamientos y la posibilidad de abordarlos desde temprana edad, se logra controlar las conductas más aislacionistas de los pacientes que resultan más perjudiciales para el niño y para el entorno familiar.

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