Por: Laura Hintze
Cándida comienza con la melodía de la canción “La niña”, interpretada por la mexicana Lila Downs: “Desde temprano la niña reza/ pa’que su día no sea tan largo/ y con la luz de madrugada / hace limpieza de sus encargos/ Cierra los ojos pa no mirarse/ en el espejo se va notando/ que su trabajo la está acabando”. Cantan dos chicas, guitarra y acordeón en mano, sobre un sencillo escenario donde luego interpretarán a ocho personajes en escena. Cándida, la candidata de todos es el espectáculo que actualmente presenta en la ciudad el proyecto Educativo Integral de Teatro, un programa destinado a escuelas de enseñanza media de todo el país. El Proyecto es uno más en Rosario de los que busca integrar al teatro como medio de comunicación y transmisión en las escuelas, sumándose a un desafío ya planteado por profesionales del escenario y la educación: el de educar espectadores, el de fomentar la crítica y la expresión a través de la ficcionalización.
La sala de la Asociación Mutual Mercantil Argentina (Amma, Urquiza 1539) estaba llena de estudiantes de entre 13 y 17 años, de las escuelas Servando Bayo y Siglo XXI de la ciudad. La obra, que comenzó su ciclo 2011 hace poco más de una semana, duró una hora y hubo de todo: caras de no entender, de sorpresa, de reflexión; caras serias y risas. Dos chicas, Ana Luz Gassa y Lucía Cerflogio, se encargaban de actuar, armar las escenografías, cantar, cambiarse de vestuario (un pañuelo o un gorro diferenciaban a los múltiples personajes que interpretaban). Una vez terminada la obra, Ana y Lucía volvieron a ser ellas mismas, se sentaron frente al escenario y pidieron a los chicos que cuenten qué les pareció lo que habían visto, las decisiones que tomó Cándida, qué harían ellos en su lugar. “¡Anímense a decir lo que piensan! De eso se trata la obra, ¿no?”, insistía Ana, a modo de romper el hielo. Y entonces, los chicos empezaron a animarse: “para mí estuvo bien”, “¿Ustedes hacen todo?”, “¿Cómo hacen para escribir la obra?”.
Cándida, el personaje, es una chica que a lo largo de su vida soportó todo tipo de maltratos. Desde niña es el soporte económico de su familia, trabaja en una casa como empleada doméstica soportando los caprichos de su jefa, una mujer de clase alta constantemente disconforme. En el poco tiempo en que no está trabajando, atendiendo a su madre o haciendo tareas en su hogar, se reúne con sus amigos y participa de asambleas barriales aunque a veces opta por descansar. La obra se centra en las nuevas oportunidades de vida que le aparecen a Cándida, en sus elecciones y también las que toman por ella; en el papel de los medios de comunicación y cómo manipulan la realidad; y en cómo la necesidad de dinero lleva a tomar decisiones extremas. En el año 2007, el espectáculo fue seleccionado en el concurso de Proyectos para Subsidios, del Área Artes Escénicas (Secretaría de Cultura y Educación, Municipalidad de Rosario) y por el Instituto Nacional de Teatro. Además, fue declarada de Interés Cultural por la Universidad del Comahue, Neuquén.
Formando espectadores
Partiendo de la base de que el teatro no es sólo la obra, sino que requiere un trabajo previo y posterior, Cándida también está preparada para ser trabajada en el aula luego de haber sido vista, integrando diferentes áreas de estudio. “Para nosotras el teatro es una forma de comunicación que intenta descubrir los signos, la multiplicidad de sentidos y los productos culturales que estos originan”, explicó Virginia Fadel, miembro del grupo que lleva adelante el proyecto. De esta manera, se busca que los alumnos puedan dar su propio sentido a las acciones del otro, interpretando cada uno cómo se usan y qué quieren decir los diferentes lenguajes o códigos culturales del mundo.
“El teatro es una herramienta transformadora, puede cambiar algo. Cuando un sujeto puede improvisar, encontrar nuevos sentidos, va resolviendo pequeñas cosas y descubriendo que así como puede transformar la ficción puede aportar a su realidad”, reflexionó Marita Vitta. Ella es docente y actriz, recibida en la escuela provincial de teatro, y se enfrenta al desafío de la enseñanza del teatro en la escuela: “Soy una defensora de poder integrar el teatro a cualquier espacio al que pueda ofrecer algo, una escuela, centros de salud, cárceles, diversos espacios no formales”.
Desde su lugar, lleno de diferentes perspectivas, Marita destaca la importancia de formar espectadores: “Desde la ficcionalización, el teatro te permite desarrollar una mirada crítica, le otorga muchas posibilidades al sujeto. Principalmente, porque brinda un espacio grupal donde la expresión y la comunicación son elementales, dando armas a la persona para reafirmarse y expresarse en la toma de decisiones”. Y en este sentido, la docente no duda en desatacar una y otra vez la importancia de acercar a los chicos al teatro. “¿Qué mejor que utilizar algo que en definitiva es un producto cultural? Aparte, el teatro es un hecho integral, el que pasa por estas experiencias se involucra desde lo emocional, lo corporal, lo intelectual. Creo que por ese sólo hecho tendría que ser muy importante dar teatro en las escuelas”.
Desde el punto de vista de maestra, Marita habla de sus experiencias con el teatro como “maravillosas”. Destaca, así, cómo estas clases ayudan a que los chicos más introvertidos puedan comenzar a relacionarse y expresarse con sus compañeros, desde posiciones poco habituales.
Pero Marita también habla de qué es lo que ve desde el escenario, como actriz. Su última experiencia teatral es en la obra Canillita, que todos los martes recibe público escolar. “Y es un público espectacular”, aclaró. “Quizás muchos de los que van no saben ni qué es un teatro. Resulta ser un público muy participativo, no tienen filtro, son parte de la obra misma”. Desde cualquiera de sus perspectivas, ella resalta la necesidad de que el teatro se llene de chicos, de toda la ciudad: “Que se haga teatro en el aula, que se lleve el aula al teatro, cualquier experiencia es revitalizadora, integral, indispensable”.
Crear estética a partir de la ética
El Programa Nacional de Teatro para la Educación se creó en 1999, y desde su nacimiento, tal vez porque fue su propuesta inicial, quienes forman parte de este proyecto buscan “estética a partir de la ética”. ¿Qué quiere decir esto? “El teatro que nos propusimos abordar es el que muestre situaciones de la vida cotidiana, para que dejen de ser vistas como inmodificables y puedan ser repensadas por el público”, explicó Virginia Fadel. De esta manera, trata de lograrse que el teatro se vuelva disparador de instancias de debate dentro de las instituciones mismas.