Central aprovechó la chance porque entendió cómo se debe jugar en esta categoría y eso no es poca cosa. Este cuerpo técnico supo transmitir un mensaje mucho más realista que el de sus antecesores y los jugadores se hicieron eco de ello.
Hoy por hoy los protagonistas del mundo canalla parecen haber recuperado la dignidad de llevar esta camiseta con mucha historia, la cual fue escrita por grandes futbolistas.
Tal es así, que más allá de cuál sea el resultado final, llegar a la Promoción no es una utopía, algo que hace unas semanas atrás parecía serlo.
Con la llegada de Palma y los suyos el equipo parece ser otro. El Negro tomó decisiones importantes y hay que rendirse ante los resultados que obtuvo a partir de ellas.
Este Central es diferente, juega a otra cosa. Nadie duda de que es el equipo más grande de la categoría, pero ahora no sale a regalárseles a los rivales. Atrás quedaron los tiempos de jugar con cinco delanteros. En el placard de los recuerdos hoy está alojado aquel equipo que salía a “matar o morir” cada fin de semana.
La mediocridad que reina en esta divisional también ayuda al nuevo presente futbolístico de los de Palma. La B Nacional le brindó la chance de cambiar dos cuerpos técnicos diferentes a esta dirigencia, y estar más vivo que nunca.
El acierto de contar con jugadores desconocidos para la anterior conducción es mérito absoluto del Negro y sus colaboradores. Bienvenido Coniglio, Delgado, Godoy. Tal vez desde la aparición de Marco Ruben, Central no contaba con un delantero producto genuino de las divisiones inferiores con hambre de gloria.
Ahora será tiempo de utilizar la inteligencia, de seguir haciendo realidad lo que pregona este entrenador y de ratificar la levantada de algunos rendimientos individuales, los cuales recibieron el apoyo de una conducción que conoce la idiosincrasia del hincha de Central como nadie y que vive, respira y trasmite aire canalla.
