Más de 20 trabajos serán presentados desde hoy y hasta el sábado en el 1º Congreso Latinoamericano de Salud Socioambiental que se desarrollará en la Facultad de Ciencias Médicas y el 2º Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados. El presidente del comité organizador, el doctor Damián Verzeñassi, adelantó a El Ciudadano que se realizaron estudios en la localidades santafesinas de Santa Isabel y Murphy, “donde el incremento de la patología tiroidea hoy es epidemia, hay una modificación en el perfil de mortalidad, gente que se está muriendo de cáncer en niveles que son distintos a la media nacional y nadie lo está denunciando”. Desde 2004 la Facultad de Medicina incorporó Salud Socio Ambiental como una materia electiva, en tercer año de la carrera, y “tiene como objetivo comenzar a poner en discusión qué tipo de relaciones hay entre política, ambiente y salud y cómo esas definiciones políticas afectan a los sujetos”.
—Que haya una materia específica que ligue a la medicina con el medio ambiente, ¿indica que hay temas que el Estado ignora?
—La materia surge con un pensamiento ambiental latinoamericano. Como eje de la materia trabajamos la construcción del conocimiento científico, salud sin daño, soberanía alimentaria; trabajamos también sobre energía, agua, enfermedades respiratorias, agroquímicos, transgénicos. Tiene que ver con la lógica del sistema de producción. A fin de año, los alumnos, para aprobarla, deben dar una propuesta de acción específica que puedan ser realizadas por ellos como estudiantes de Medicina referidos a los temas trabajados en el año.
—¿Cuál es la lógica del modelo de producción que afecta a Latinoamérica?
—En 1991 hubo un proyecto político de Lawrence Summers de traspaso de las industrias contaminantes de los países desarrollados a los países del tercer mundo que fue anunciado a través de un memorándum del Banco Mundial. Años después nos enteramos de que esta información la filtró Joseph Stiglitz, por una interna con Summers, porque no acordaba en la lógica del manejo del BM y pretendía quitarle poder. Summers planteaba que tenía dos problemas para hacer el traspaso: el primero era que llevar la contaminación era muy caro, entonces, era mucho más barato trasladar la industria completa. El segundo problema era que si se trasladaba la industria completa, se necesitaba infraestructura: agua y saneamientos, telecomunicaciones, caminos, autopistas. Son los ejes de las obras de infraestructura que debían hacerse para trasladar las industrias contaminantes. Summers plantea esto en 1991 y en el 96 los banqueros se juntan y dicen “vamos a invertir en América latina por los próximos 20 años, de 16 mil a 20 mil millones de dólares por año en obras de infraestructura para la integración, acondicionamientos, telecomunicaciones, energía”. Entonces el rompecabezas comienza a encajar.
—Bueno, parece increíble que la multinacional Monsanto ponga plata en la Facultad de Agronomía, por ejemplo.
—Esto lo hace la Universidad pública. Nosotros tenemos diferencias con las autoridades universitarias en esto de aceptar los dineros que vinieron de la empresa Minera Alumbrera. Nuestro decano, Carlos Crisci, argumentó en el Consejo Superior de la Universidad que no se acepten los fondos que por ley nacional, para lavar culpas, las mineras tienen que poner para las universidades. Nuestra facultad fue la primera del país en manifestarse en contra de la producción de energía nuclear, en contra del ingreso al país de residuos nucleares y en contra de la instalación de pasteras. Monsanto puso plata en Agronomía, eso no es un logro; hoy son rehenes de las industrias que ganan con las enfermedades que nos provocan. No podemos tener universidades que respondan a esa lógica.
—¿Qué tipo de enfermedades se registran en la región?
—En el Congreso se van a presentar más de 20 trabajos científicos muy bien fundados. Estamos teniendo modificaciones en los perfiles de morbilidad, de qué se está enfermando la gente, porque la gente ya no se enferma de lo mismo de hace 15 años y esto es por los modelos productivos, básicamente el modelo agroindustrial, porque no meten dinamita como en la minería, pero extraen los nutrientes del suelo. Queremos hablar de eso. Botnia acaba de arrojar a las aguas del río Uruguay, reconocido por la Dirección de Medio Ambiente de Uruguay, 74 kilos de mercurio. Vamos a tener una experta que nos va a decir cuánto puede contaminar un termómetro de mercurio, y vamos a tener a personas que trabajan en la lucha antiminera que nos van a contar cómo se usa el mercurio para separar el oro de otros minerales. También van a estar los compañeros del Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero que nos van a contar qué ha pasado con el avance de las fronteras agropecuarias en esa provincias y sobre este modelo agroindustrial que deja sin trabajo a la gente y también sin territorio a la gente, que antes vivía de su trabajo y ahora tiene que venir a vivir a los cordones de pobreza de las grandes ciudades. Hay pruebas y hay referentes como el doctor Alejandro Oliva, egresado de esta facultad, que ha hecho un trabajo con el que demostró cómo las personas expuestas al glifosato han tenido pérdida en la fertilidad, incremento de patologías respiratorias, alergias. Hay datos científicos, estadísticamente válidos, que demuestran que las personas que viven en las localidades de Santa Isabel y Murphy se enferman de patologías que no son las mismas que se originan en los indicadores nacionales, y vamos a ver que en estas localidades, donde nadie vive a más de 500 metros de un campo sembrado de soja rociado de agroquímicos, estamos teniendo el incremento de la patología tiroidea, que hoy es epidemia en el término científico de la palabra, es decir, un numero por arriba de lo habitual en el número de casos en un tiempo determinado. Y nadie lo denuncia. Hay una modificación en el perfil de mortalidad, gente que se está muriendo de cáncer en niveles que son distintos a la media nacional, según cifras oficiales. Estas cosas se presentarán en el Congreso.