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Beatificarán a Juan Pablo II, el Papa peregrino y pionero

Será el domingo en El Vaticano. Karol Wojtyla se destacó por su constante defensa de la justicia social y económica.

Seis años y un mes después de su muerte, será beatificado este domingo Juan Pablo II, una de las figuras carismáticas de la historia contemporánea quien, durante sus casi 27 años de pontificado exhibió su labor evangelizadora con sus viajes por todo el mundo y una constante defensa de la justicia social y económica.

Al espíritu misionero y social de este Papa, hay que sumarle su férrea postura en cuestiones morales, así como su apertura al diálogo ecuménico e interreligioso, dejando una impronta particular en los hechos más relevantes de los últimos años del siglo XX.

En Argentina y Chile se lo recuerda especialmente por la mediación que ofreció en la Navidad de 1978 en el conflicto que enfrentó a ambos países por la soberanía de las islas ubicadas al sur del Canal de Beagle, para lo cual envió al cardenal Antonio Samoré, evitando una guerra entre ambas naciones.

Juan Pablo II visitó dos veces la Argentina: en junio de 1982 en plena guerra contra Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas, y en abril de 1987, estadía durante la cual visitó 8 provincias y encabezó multitudinarias celebraciones.

Nacido en Polonia en 1920, Karol Wojtyla era hijo de un oficial de la administración del Ejército y de una maestra. Fue un estudiante excelente, se destacó en varios deportes como el atletismo, el fútbol y la natación, y desarrolló una gran pasión por el teatro, aspirando incluso a convertirse en actor profesional.

Durante la ocupación nazi, trabajó en una fábrica mientras participaba clandestinamente de una organización que ayudaba a los judíos a encontrar refugio, convirtiéndose en un líder que asumía posturas críticas contra el comunismo y los funcionarios del régimen polaco.

Se ordenó sacerdote en 1946 y, tras un paso por Roma, volvió a Polonia, donde fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios. En 1958 recibió la ordenación episcopal y en 1964 fue nombrado arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien lo hizo cardenal en 1967.

Tuvo una destacada intervención durante el Concilio Vaticano II e integró las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.

A los 58 años, el 16 de octubre de 1978 fue elegido para suceder a Juan Pablo I, fallecido tras 34 días de pontificado, convirtiéndose en el primer Sumo Pontífice no italiano en más de cuatro siglos y el primero proveniente de un país del bloque comunista.

Durante su pontificado mantuvo las posturas tradicionales de la Iglesia en materia de moral sexual, como la condena al aborto, los anticonceptivos y el divorcio, pero al mismo tiempo fue un férreo defensor de las cuestiones vinculadas a la justicia social y económica, exhortando en sus viajes a una mejora de la calidad de vida de los países más pobres.

Tuvo una mirada crítica hacia los excesos del capitalismo, denunció el escándalo de la pobreza, tuvo una especial llegada a los jóvenes con quienes se reunía en distintos puntos del mundo en las memorables Jornadas Mundiales de la Juventud, propició el diálogo con los judíos, a los que llamó «hermanos mayores» y con dirigentes de las demás religiones.

Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos, amplió el Colegio Cardenalicio, buscó promover la renovación espiritual de la Iglesia, promovió 482 canonizaciones y 1.338 beatificaciones y protagonizó el Gran Jubileo del año 2000.

Según la biografía oficial que publica el Vaticano en su página web, realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país; y como obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias de la capital italiana.

Los números de su ministerio hablan por sí solos de su apertura y encuentro con los fieles: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 audiencias generales que se celebran los miércoles en el Vaticano, y mantuvo 738 encuentros con jefes de Estado y 246, con primeros ministros.

En mayo de 1981, en la Plaza San Pedro del Vaticano, sufrió un atentado al resultar herido por los disparos del terrorista turco Mehmet Ali Agca. El 13 de mayo de 1982 sufrió un intento de atentado en el Santuario de Fátima durante su viaje a Portugal.

Entre sus encíclicas, se destacan: Laborem exercens (El hombre en su trabajo, 1981), Redemptoris mater (La madre del Redentor, 1987), Sollicitudo rei socialis (La preocupación social, 1987), Redemptoris missio (La misión del Redentor, 1990) y Centessimus annus (El centenario, 1991).

Fue un Papa pionero en muchos aspectos: fue el primer pontífice en visitar una sinagoga y una mezquita, publicó libros de poesía y prosa, agregó cinco nuevos misterios al Rosario, dio ruedas de prensa en aviones, visitó en la prisión al hombre que atentó contra su vida en 1981.

En el año 2000, en el marco de las celebraciones por el Jubileo, pidió perdón a los judíos y lamentó el Holocasuto, en un mensaje histórico que dejó en uno de los intersticios de las piedras del Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado de los hebreos.

Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 a las 21.37.

Desde aquella noche hasta el 8 de abril, cuando se realizaron las exequias, más de 3 millones de peregrinos despidieron al Papa, haciendo colas de hasta 24 horas para poder ingresar a la basílica de San Pedro.

Con un millón de fieles llegados especialmente al Vaticano, fue el entierro más convocante de un Papa. Ese mismo día, con la consigna «Santo subito» (Santo ya), la multitud comenzó a pedir una pronta canonización del sucesor de Pedro, que fue considerado por muchos un santo en vida.

El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.

Este domingo, 1 de mayo, Benedicto XVI lo beatificará, en el marco de una histórica ceremonia, ya que será la primera vez en más de 10 siglos que un Pontífice eleva a los altares a su predecesor inmediato.

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