Unas 200.000 personas asisten en el corazón de Roma, el Circo Máximo, a la Vigilia de oración y testimonios dedicada a la beatificación el domingo de Juan Pablo II, indicaron fuentes de la policía local.
«Siento su presencia aquí, la siento fuerte», clamó el cardenal polaco Stanislaw Dziwisz, por más de 40 años el secretario privado de Karol Wojtyla y considerado su «hijo putativo».
El purpurado, que lo acompañó hasta su muerte el 2 de abril del 2005, contó ante la muchedumbre silenciosa y respetuosa que la noche que falleció el pontífice polaco cantó el Te Deum de acción de gracias y no el Requiem de muerte «porque estaba convencido de que murió santo», dijo.
«Dió dignidad a la muerte, murió como debe morir un cristiano», añadió. A la Vigilia asisten numerosos jóvenes, religiosos y peregrinos provenientes de numerosos países, sobre todo de Europa, los cuales enarbolan banderas, la mayoría polacas o iluminan con antorchas la sugestiva explanada, una pista de carreras durante el imperio romano.
Una serie de videos con imágenes claves de la vida del nuevo beato fueron proyectados en la inmensa pantalla instalada detrás del palco al que acceden los conmovedores invitados a narrar sus testimonios.
«Ante la beatificación de Juan Pablo II siento lo mismo que sentí después de su muerte: el profundo sentimiento de tener que agradecerle a esa persona, a ese Papa, de haberle dicho durante toda vida sí a Dios», declaró Joaquín Navarro Walls, portavoz por 21 años del pontífice polaco, una de las personas más cercanas, quien lo acompañó en la mayoría de sus 104 viajes al exterior.
«Gracias Juan Pablo II por esa obra maestra que con la ayuda de Dios has hecho de tu vida», clamó con voz emocionada Navarro Walls. «La Iglesia no crea santos, sólo los reconoce. Juan Pablo II era ya santo», agregó.
Luego siguió la increíble historia de la curación milagrosa de la monja francesa Marie Simon-Pierre, con la que se abrió el camino para la beatificación del primer Papa eslavo de la historia.
«Doy gracias a todos estos jóvenes que están aquí, Juan Pablo II está allá arriba con ustedes», dijo. Pese a la temperatura algo fría y la humedad, la llamada «noche blanca» de oración se desarrolló en un clima tranquilo y fue animada por el Coro de la diócesis de Roma y la Orquesta del Conservatorio de Santa Cecilia acompañados por el coro de la comunidad filipina de Roma y el coro Gaudium Poloniae.
Tras la Vigilia inicia la llamada «noche blanca» de oración, durante la cual permanecerán abiertas hasta el amanecer ocho iglesias del centro de Roma, que se encuentran a lo largo del recorrido (unos 3 kilómetros) que desde el Circo Máximo lleva a la basílica de San Pedro, donde se celebrará la beatificación el domingo.
Los fieles podrán confesarse en varios idiomas y prepararse para la ceremonia en el Vaticano, a la que asistirán 86 delegaciones del mundo entero.