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Falleció otro obrero de la construcción al caer al vacío

El hecho ocurrió al derribarse un techo lindero a la obra donde trabajaba. Es la segunda muerte en el año.

Pablo Moscatello

Una nueva muerte vuelve a enlutar al gremio de la construcción en Rosario, que ayer perdió a otro operario en una obra.  Esta vez, el hecho ocurrió cuando un obrero cayó desde el techo de un depósito del garaje lindero al edificio donde se encontraba trabajando, ubicado en Tucumán al 1400. Si bien las ambulancias del Sies llegaron de inmediato para socorrerlo, el hombre sucumbió pasados los cuarenta minutos en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), a las once de la mañana. El de ayer es el segundo deceso en lo que va del año y sucede en un contexto de serios cuestionamientos y dudas sobre las condiciones de seguridad en que se desempeñan los trabajadores del sector. 

Según le explicó ayer a este medio en la puerta de ingreso a obra en construcción José Jiménez, subjefe de la seccional 3ª, el hecho sucedió cuando Daniel Urrutia, de 42 años, se encontraba haciendo tareas de limpieza de una canaleta sobre el techo de un garaje contiguo al edificio que se está erigiendo en calle Tucumán 1450. Si bien en un  principio se planteó la posibilidad de que el hombre podría haber caído de un andamio colocado sobre la pared lindante de la obra, finalmente se supo que el hecho ocurrió luego de haberse desmoronado el techo de fibrocemento del galpón, que es terreno de la concesionaria Pesado Castro, ubicada en la misma manzana por calle Corrientes. De acuerdo con lo establecido, Urrutia cayó de unos diez metros de altura.

Tras el accidente, el obrero fue de inmediato trasladado por una ambulancia del Sies al hospital de emergencias Clemente Álvarez, donde falleció como consecuencia de las graves heridas sufridas. Según indicaron fuentes médicas del Heca, el hombre fue atendido a los 40 minutos de sucedido el infortunio y  presentando un  traumatismo cráneo encefálico muy grave y también de tórax cerrado y abdominal. Si bien llegó con vida al nosocomio, nada pudo hacerse para que lograra restablecerse.

Si bien a los pocos minutos de ocurrido el accidente en la zona el hermetismo era total, quienes tuvieron la posibilidad de acceder al lugar comenzaron a tejer sus primeras conjeturas, que con los minutos se irían corroborando. Entre ellos, los dos enviados al lugar de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) local sostuvieron que si bien pudo haber negligencia de parte de Urrutia, a esa hora ya existían indicios de algunas fallas en las medidas de seguridad. “Como mínimo, deberían haber tenido puesto el arnés. No sólo hubo negligencias; las medidas de seguridad también fallaron”, explicó uno de ellos, que prefirió mantener su anonimato. Quien ratificó ese dato inmediatamente fue Jiménez, que sostuvo que luego de que se retirara el cuerpo del lugar sólo se pudo observar  el casco y las manchas de sangre que dejó en el piso el cuerpo de Urrutia.  

Pasadas las cuatro de la tarde, y a los pocos minutos de terminar la inspección, todos los dichos fueron confirmados finalmente por Hernán Rubio, coordinador de la Regional Rosario de la Dirección de Higiene y Seguridad del Ministerio de Trabajo de la provincia. Según el funcionario, se detectaron quince irregularidades en las condiciones de seguridad de la obra, una cifra nada menor, por lo cual las tareas quedaron suspendidas. “Casi toda la mecánica de trabajo funcionaba mal en ese edificio”, indicó Rubio.

A la hora de citar lo más importante, el funcionario explicó que al momento de realizar su tarea, Urrutia debería haber estado atado. “Para andar por los techos el arnés tiene que estar siempre”, explicó. También dijo que existía una serie de barandas que reglamentariamente tienen que superar la carga del peso de una persona que está sobre ellas y eso no sucedía. Además destacó que el orden y la limpieza en toda la obra no eran las adecuadas, que existían vidrios rotos y desperdigados por todo el lugar y que faltaban luces a lo largo de toda la escalera.

Rubio también fue tajante al ser consultado sobre las condiciones generales en las que trabajan diariamente los empleados de la construcción. “Si los actores no colaboran va a ser difícil que se pueda mejorar”, opinó.

Profundizando sobre esa afirmación inicial, el funcionario sostuvo que “las aseguradoras de riesgo de trabajo (ART) tienen que prevenir y no lo hacen. Funcionan como un seguro, que encima sólo a veces paga”. Sobre los consejos profesionales se despachó opinando que muchos de los técnicos que estas instituciones representan (básicamente la de los ingenieros) actúan sólo como “prestafirmas” y no cumplen ni remotamente las horas que tienen que estar en las obras y, finalmente, acusó a las constructoras de que habitualmente “priorizan cumplir los metros cuadrados comprometidos en tiempo en forma sin que les importe la vida humana”.

 Segundo caso en doce días

 La de ayer se convirtió en la segunda muerte en un obra en construcción en los trece días que han transcurrido del año. El 1º de enero, Isidoro Luna, un sereno que tenía 64 años y que esa noche se encontraba cumpliendo su tarea en un edificio de Balcarce al 100, falleció al caer por el hueco del ascensor. Según fuentes policiales, el acontecimiento se produjo por la falta de luz eléctrica en el lugar.

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